El club de los “empresarios amigos” que alientan el sueño presidencial de Sergio Massa

El club de los “empresarios amigos” que alientan el sueño presidencial de Sergio Massa

Banqueros, dueños de medios, financistas y grandes contratistas del Estado conforman la lista de contactos estrechos del candidato de Unión por la Patria

 

Hugo Alconada Mon

“Yo no trabajé con Eurnekian, no tengo empresarios amigos. Tengo empresarios a los que conozco”. Mirando a cámara, las cejas alzadas, las manos abriéndose en un gesto de campo llano ante sí, Sergio Massa negó antenoche, en el debate con Javier Milei, a un grupo de hombres que lo acompaña hace años o, incluso, décadas. Hombres que lo quieren, financian sus campañas y se ilusionan con posibles negocios con el Estado si el tigrense llega a la Casa Rosada.

Son empresarios, banqueros, financistas, dueños de medios y contratistas del Estado que mantienen una relación estrechísima con el candidato de Unión por la Patria. Comparten alegrías, cenas, negocios, ilusiones, campañas, sospechas, traspiés y proyectos. Algunos veranean con él; otros, mucho más que eso. Juntos conforman un bloque de poder económico a los que Cristina Fernández de Kirchner definió como “los titulares”, en 2013.

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Tres apellidos son clave en esa trama: Vila, Manzano y Brito. Daniel Vila, es dueño del Grupo América, de Edenor y de Andes Energía, entre otros activos. Además de compartir con Massa vacaciones en Pinamar y la pasión por viajar a Miami, Daniel Vila es su confidente y aliado estratégico. Desde hace años coloca toda su maquinaria comunicacional –canales de televisión abierta y de cable, radios, diarios, portales de Internet- a favor del líder del Frente Renovador con la misma soltura con que le hace bromas físicas que requieren la máxima confianza, como inmortalizó una fotografía de la Vendimia Solidaria de Mendoza, en 2014, que hoy resulta casi inhallable en Internet. Lo palpó de armas desde atrás, de cintura para abajo, sonrisas cómplices los dos, ante la mirada atónita de Malena Galmarini.

Hablar de Vila conlleva aludir a su socio José Luis Manzano, el segundo apellido clave en el universo Massa. El otrora ministro del Interior menemista devenido empresario también mantiene un ida y vuelta fluidísimo con el tigrense. Su agenda de teléfonos le abre puertas decisivas en Estados Unidos y Europa con la misma facilidad con que “Chupete” se involucró, entre otras muchas iniciativas, en las negociaciones entre el hoy ministro de Economía y entidades agropecuarias para urdir el “dólar soja”. Roberto Urquía, de la Aceitera General Deheza, puede dar fe de ello, según detalló el periodista Diego Genoud en su extraordinario libro El arribista del poder. La historia no publicitaria de Massa.

José Luis Manzano, en el acto de asunción de Massa como ministro de EconomíaSantiago Filipuzzi

Sin embargo, el apellido más decisivo es Brito. Tanto, que Massa llamaba “tío” a Jorge, el fallecido dueño del Macro, una entidad financiera que creció al calor del poder hasta erigirse en uno de los bancos privados más importantes de la Argentina. El ida y vuelta entre ambos era total, en una sociedad de beneficios mutuos. El banco cosechó beneficios desde que Massa lideró la Anses, y antes y después de eso, el banquero financió sus campañas, le prestó su avión privado y todo lo que pudiera requerir.

Más relevante, lo aconsejaba y lo retaba, mates de por medio. Su trágica muerte en 2020, en un accidente de helicóptero, sacudió como pocas veces a Massa, que mantiene un vínculo fluido con la familia Brito, en particular, con Jorge (h), aunque el hoy candidato todavía siente la pérdida de quien fuera su mentor, casi un padre.

De cenas y tiburones

De la mano de Brito, Massa interactuó con el establishment, un mundo desconocido e incómodo para la inmensa mayoría de los políticos. Así fue como en junio de 2020, por ejemplo, el banquero organizó una cena en su casa de San Isidro en la que Massa jugó de anfitrión del petrolero Marcos Bulgheroni; del dueño de Pampa Energía, Marcelo Mindlin, del entonces titular de la Unión Industrial Argentina (UIA), Miguel Acevedo, y del constructor Hugo Dragonetti. ¿Quiénes fueron los otros dos comensales? Máximo Kirchner y Eduardo “Wado” de Pedro, detalló la periodista Analía Argento en el portal Infobae.

También de la mano de Brito, Massa conoció al financista David Martínez, el tiburón mexicano de las finanzas, dueño del fondo Fintech Advisory y socio del banquero y de Héctor “Beto” Magnetto, accionista del Grupo Clarín. Tal es el vínculo que los une, que cuando “el Fantasma” Martínez se involucró en la renegociación la deuda externa argentina que impulsó el entonces ministro de Economía, Martín Guzmán, Martínez se comunicó directamente con el presidente Alberto Fernández a través del teléfono celular de Massa.

Vila y Manzano, en tanto, no son los únicos dueños de medios con los que Massa tejió una relación estrecha. Mucha confianza tiene con Raúl Olmos, el contador mendocino que controla el multimedios Crónica y el diario BAE, y que compartió con el líder del Frente Renovador varios viajes a Miami. Y similar ida y vuelta mantuvo Massa durante un tiempo con Sergio Szpolski, del Grupo Veintitrés, quien ganó contratos para la señalética de Tigre, aunque sus acciones cayeron luego en el universo Massa casi tanto como las del constructor Jorge O’Reilly, dueño de Eidico. Todavía hoy, 12 años después de que sus caminos se separaron, el candidato responsabiliza al empresario por su distanciamiento con el Papa Francisco. El pontífice siempre sospechó que Massa había bregado, a través de O’Reilly, para jubilarlo cuando era arzobispo de Buenos Aires, en 2009. O’Reilly lo desmiente, tajante.

El empresario de medios Sergio SzpolskiIgnacio Sánchez - LA NACION

Szpolski es apenas uno de los varios empresarios que cosecharon beneficios en el pago chico de Massa. Mario Montoto fue otra figura clave en aquellos tiempos. “Pascualito” –tal su nombre de guerra durante sus años de Montoneros-, obtuvo contratos para las cámaras de seguridad del municipio, una herramienta que resultó de vanguardia en aquellos años, y que luego copiaron numerosos intendentes del conurbano.

Mindlin y Sebastián Eskenazi -dueño del Banco de Santa Cruz y el hombre al que Néstor Kirchner promovió al frente de YPF en 2008- son otros dos baluartes del establishment con llegada directa a Massa, al punto que fueron dos de sus invitados especiales al acto de asunción de Alberto Fernández, el 10 de diciembre de 2019, en el Congreso nacional, donde Massa jugó de local como uno de los tres puntales del por entonces victorioso Frente de Todos. Mindlin y Eskenazi integraron su lista corta de invitados junto a Vila, Alberto Pierri, Brito, Manzano y Marcelo Tinelli, al que Massa había intentado seducir para que se candidateara para algún cargo ese año.

“La cuestión de la corrupción”

Vila y Manzano fueron, además, parte de una puja por un activo preciadísimo, Edenor, junto a otro amigo de Massa, Mauricio Filiberti, dueño casi monopólico con Transclor del cloro en la Argentina. Se lo compraron a Mindlin en 2021, cuando quedaron envueltos en todo tipo de versiones tras obtener un guiño del Gobierno con la condonación de la deuda que acumulaban con Cammesa. El exministro de Planificación Federal, Julio de Vido, les salió el cruce: “Sergio Massa, ya que te preocupa tanto la cuestión de la corrupción sería bueno investigar desde el Congreso la operación de venta de Edenor”, lanzó, “tanto a los compradores como al vendedor, pero fundamentalmente a los que desde el Estado intermediaron la operación”. Pero en mayo de este año, cabe aclarar, el juez federal Marcelo Martínez de Giorgi los sobreseyó a todos.

Mauricio Filiberti

Para Filiberti, esa no fue ni la primera, ni la única turbulencia vinculada al tigrense. Además de servir de anfitrión para que Roger Federer departiera con Massa en su casa de Nordelta, “el rey del cloro” o “Míster Cloro” ganó en junio de este año la licitación para abastecer de policloruro de aluminio a una planta de Aysa, la empresa estatal que conduce Malena Galmarini. Único oferente, Filiberti logró el contrato por más de US$ 127 millones al menos hasta 2026 y prorrogable hasta 2029.

Massa también se precia de sus amistades añejas en el mundo del juego. Guillermo Gabella, clave en Boldt, y Daniel Mautone, el socio de Daniel “el Tano” Angelici, son apenas dos de sus interlocutores frecuentes en las profundidades de los bingos bonaerenses, en tanto que el otrora “zar del juego”, Cristóbal López, delegó en su socio del Grupo Indalo, Fabián de Sousa, la oferta de financiar la campaña presidencial de Massa en 2015, según reveló por entonces Rosario Ayerdi, hoy jefa de Política de Perfil y columnista en Radio La Red y C5N.

Distinto es el caso de Eduardo Eurnekian, al que Massa mencionó anoche al debatir con Javier Milei para exponer las contradicciones del libertario con la “casta”. El tigrense y el “Armenio” se tratan hace años, aunque sin forjar el mismo grado de intimidad y confianza que ostentan Vila, Manzano u otros. Sí el suficiente como para invocar su nombre ante terceros, según repite el publicista Ramiro Agulla entre sus allegados. Porque fue Massa quien le planteó que podía pedirle a Eurnekian que financiara la campaña de José Luis Espert y Milei en 2021.

Eurnekian y Massa, en la Cámara Argentina de Comercio

Otro apellido ineludible a la hora de abordar el ida y vuelta de Massa con el empresariado local es, por supuesto, José Ignacio “el Vasco” de Mendiguren, el empresario que presidió la UIA y va y viene entre los negocios y la política, una ductilidad que comparte con Francisco de Narváez. “El Colorado”, dueño de Changomás y que supo rivalizar con Massa en las urnas de 2009 –aquella signada por las candidaturas testimoniales–, se convirtió luego en uno de sus invitados VIP junto a Mindlin, Vila y Manzano en el acto de asunción al frente del Palacio de Hacienda. También integró la comitiva que lo acompañó a los debates presidenciales y se erigió como su mayor aportante individual de fondos, en blanco, a su campaña, con $10 millones. Se movió como local en el bunker electoral del domingo 22.

Francisco de Narváez, en la asunción de Sergio Massa como ministro de EconomíaIgnacio Sánchez

La fruición por Miami que Massa comparte con Vila y Olmos, en tanto, también lo une a otro empresario, menos conocido que los anteriores, de la industria del plástico. Se llama Daniel Gregorio Guerra y con el también suele gozar del ocio en Pinamar. Sus esposas, Malena y Andrea Mirón, también son muy amigas, y juntos los cuatro deben lidiar desde hace meses con las versiones nunca confirmadas que pretenden vincular al hoy candidato a la Presidencia con la estancia “La Vanguardia”. La compró Guerra en San Andrés de Giles.

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