Varios basurales a cielo abierto se observan en distintos barrios capitalinos.

En Perico, San Pedro, Palpalá y Monterrico también se registran estos fenómenos contaminantes.

Algunos de ellos están ubicados a metros de instituciones educativas.

Estos puntos de abandono mantienen en alerta a los vecinos.

En la capital jujeña, en barrio Sargento Cabral, hay un importante basural a cielo abierto. En las montañas de desperdicios, trabajan para ganarse el sustento algunas familias. Al menos cuatro veces a la semana un grupo de personas se reúnen para reciclar botellas de plástico que luego son revendidas. Este espacio de desecho se encuentra específicamente al costado de Ruta 9 y a unos pocos metros del Colegio Secundario N° 32. Varios animales abandonados también se suman al panorama.

8 kilómetros más arriba se observa una escena similar que descompone. En barrio Alto Comedero, sobre avenida La Quiaca existe un arroyo “seco” ubicado entre una cancha y una plaza, y es el cúmulo de basura. Por los alrededores no sólo circulan varios niños, jóvenes y adultos, sino también ratas.

Ambos puntos de abandono mantienen en alerta a los vecinos y están muy lejos de convertirse en el plan de gestión integral de residuos sólidos urbanos (Girsu), la principal herramienta con la que el gobierno provincial se proponía a hacer frente a la cuestión de la basura en pos de lograr cumplir con la meta de un “Jujuy Verde”.

Los últimos relevamientos realizados por nuestro medio dan cuenta de que son varios los basurales a cielo abierto que se pueden observar en distintos sectores barriales de la ciudad. En Perico, San Pedro, Palpalá y Monterrico se registran también estos fenómenos.

Sin ir más lejos un mes atrás se intentó consultar sobre la problemática ambiental a la ministra a cargo de la cartera, María Inés Zigarán quien esquivó la pregunta sin dar siquiera precisiones de cómo están trabajando o prevén culminar con este desastre socioambiental.