May apuesta por un Brexit duro: habrá una ruptura total con la UE

May apuesta por un Brexit duro: habrá una ruptura total con la UE

En un esperado discurso, anunció un quiebre "claro y nítido" con Bruselas, que significará también una salida del mercado único; dijo que negociará un tratado de libre comercio con el bloque y que el Parlamento votará el acuerdo.

Ya no hay duda posible: el Brexit será un "hard Brexit". Siete meses después de que los británicos votaron por la salida de su país de la Unión Europea (UE), la primera ministra Theresa May anunció ayer que ese proceso significará una ruptura "clara y nítida", con el objetivo de recuperar el control sobre la inmigración.

"Para lograr ese objetivo, solicitado por el pueblo británico, el Reino Unido no puede seguir siendo parte del mercado único, debe retirarse de la Corte Europea de Justicia e incluso de la unión aduanera", precisó.

En el referéndum del 23 de junio pasado, el 52% de los británicos votaron a favor del Brexit, al citar la inmigración intraeuropea como una de sus principales motivaciones. Obligada a respetar esa voluntad, May tuvo que hacer una cruz sobre la participación británica en el mercado común.

Para los europeos existe -en efecto- un lazo indisociable entre libertad de movimiento de sus ciudadanos y comercio de bienes y servicios sin fronteras. En virtud de ese principio, si quisiera seguir formando parte del mercado común, Gran Bretaña no podría impedir el ingreso a su territorio de ningún ciudadano de un país del bloque. "Que quede claro: la idea de tener un pie adentro y otro afuera es imposible", insistió. Su intervención fue inmediatamente saludada por los euroescépticos e hizo recuperar la libra, que se había derrumbado en la víspera.

Para contrarrestar la idea defendida por los partidarios de la permanencia de que ese proceso significará el aislamiento de una pérfida Albión (expresión usada para referirse al Reino Unido en términos hostiles), May se esforzó ayer en enviar un mensaje de optimismo. Repitió 15 veces durante su intervención que Gran Bretaña se convertirá en una potencia global.

"Buscaremos una asociación nueva y equitativa entre una Gran Bretaña mundial, global, independiente, autónoma y nuestros amigos y aliados de la UE. Pero nuestro país también sabrá salir de sus fronteras", insistió.

Consciente de los perjuicios económicos que significará ese duro divorcio para su país, que destina casi el 45% de sus exportaciones al bloque, May espera conservar algunos de los beneficios de esa unión aduanera y obtener con la UE un acuerdo de libre comercio.

También desea un proceso por etapas, a fin de evitar "cambios demasiado brutales", aunque esto incomode a aquellos que pretenden una salida rápida.

"Quienes piensan así no tienen en cuenta el interés nacional", dijo May, al aludir a los sectores euroescépticos más radicales, como el líder del xenófobo UKIP, Nigel Farage.

Consciente de que lo más duro está por venir, May adoptó un tono absolutamente conciliador con la UE, que contrastó con la hostilidad de los propósitos proferidos esta semana por el presidente norteamericano electo, Donald Trump, contra el bloque y Alemania.

"Que la UE tenga éxito es beneficioso para Gran Bretaña. Nuestro país seguirá siendo el mejor amigo de nuestros socios europeos", afirmó. May señaló que Gran Bretaña, "una de las dos potencias nucleares de Europa y uno de los dos miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (junto con Francia), seguirá colaborando en forma permanente con el bloque en materia militar, de seguridad y lucha contra el terrorismo".

Pero su enérgico discurso no contuvo ningún angelismo. Para ella, si lo que proponen los europeos en el terreno comercial no es conveniente para Gran Bretaña, su gobierno está dispuesto incluso a transformarse en un paraíso fiscal para las empresas.

Aquellos líderes europeos que se dejaran llevar "por la tentación" de castigar a Londres por la decisión de dejar el bloque, negándose a negociar con un espíritu abierto y de buena voluntad, cometerían un error, advirtió. "Nuestro país saldrá tarde o temprano al mundo, a establecer acuerdos bilaterales con el resto del planeta. Incluso si eso significa modificar nuestro modelo comercial y reducir nuestras tarifas corporativas para conservar nuestra competitividad", dijo la premier.

El proceso será, en todo caso, largo. Según el calendario establecido, May activará el artículo 50 del Tratado de la Unión Europea antes de fines de marzo. Seguirán después dos años de negociaciones, al término de los cuales Gran Bretaña habrá dejado de pertenecer a la UE. Contra su voluntad, May confirmó ayer que "el gobierno someterá el acuerdo final negociado al voto de las dos cámaras del Parlamento", como reclaman numerosos diputados.

Medios empresarios británicos y diplomáticos europeos saludaron ese "comienzo de clarificación".

"Todos sabemos que, en cualquier negociación, lo que cuenta es lo que se obtiene, no lo que se desea", comentó Adam Marshall, director general de la Cámara de Comercio Británica.

Las reacciones europeas fueron más circunspectas. Bruselas no comentó oficialmente la hoja de ruta de May, pero el presidente del Consejo Europeo (CE), Donald Tusk, calificó su discurso de "más realista" que los precedentes. En su cuenta de Twitter, Michel Barnier, jefe de negociadores del Brexit para la Comisión Europea, escribió: "Listos cuando Gran Bretaña lo esté. Sólo la activación del artículo 50 puede lanzar las negociaciones".

En el marco interno, la primera crítica llegó desde Escocia, que votó mayoritariamente contra el Brexit el 23 de junio. "No podemos permitir al gobierno británico que nos saque de la UE y del mercado único sin tener en cuenta las consecuencias sobre nuestra economía", dijo la primera ministra, Nicola Sturgeon.

Si bien es muy temprano para afirmarlo, la factura de un "hard Brexit" se anuncia extremadamente salada para el país. Los ministros de May previnieron recientemente que el Tesoro podría perder hasta 73.000 millones de euros por año en ingresos fiscales, mientras el PBI británico caería entre 5,4% y 9,5% en 15 años si el país dejara el mercado único y se viera obligado a seguir las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Escocia busca otro referéndum

La primera ministra de Escocia, Nicola Sturgeon, afirmó ayer que el plan del gobierno británico de abandonar el mercado único europeo acerca la posibilidad de convocar un nuevo referéndum para que su región elija un "futuro distinto" al de Gran Bretaña. "Es claro que el Reino Unido va a un Brexit duro que amenaza con ser económicamente catastrófico", añadió Sturgeon tras el discurso de la primera ministra británica, Theresa May.

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