Terminó el calvario: ya no soy un indeciso

Por: Carlos M. Reymundo Roberts. Como siempre, llego hasta el último momento sin haber decidido mi voto. Esta semana, una encuestadora llamó a casa y le dije que estaba entre Macri,Alberto, Espert y Del Caño. 

Pobre chica, no sé qué habrá volcado en la planilla. O volcó ella después de escucharme. Pero es bastante cierto: como que ninguno me cierra del todo. Y no quiero votar en blanco, porque me enteré de que la ley estipula que si dentro del sobre ponés un papel negro, se lo considera un voto en blanco. No puedo convalidar ese resabio de racismo.

Se me ocurrió entonces, para terminar con este calvario, decirles a los principales candidatos que intentaran convencerme. Que me hicieran llegar sus razones, argumentos y propuestas. Me contestaron que razones y argumentos OK, todo bien, pero que no fuera tan cruel de pedirles propuestas. Igual, el material que me mandaron es muy valioso. Estuve un poco cretino, porque la mayoría son viejos conocidos y me escribieron en un tono de confianza, intimista, sin saber que yo lo iba a publicar. Créanme que no lo hago por malicia ni por concesión al marketing, sino porque a los miles y miles de indecisos que todavía hay les puede resultar de gran utilidad. Como a mí. Aquí va.

Mauricio Macri. Votar a los Fernández es volver a la corrupción y al pasado. Y lo pasado, pisado. Votarnos a nosotros es apostar por el cambio. Es cierto, tuvimos algunos problemas cambiarios. Hablé de brotes verdes y la gente salió a comprar dólares. Cuando dije lo de los brotes verdes era porque donde antes había fábricas ahora hay pastizales. Pastizales, ¡pero no se inundan, carajo! Con nosotros se puede. Repetí conmigo, Carlitos: sí se puede. A ver si lo aprendiste. Repetí: ¡con el Fondo Monetario se puede! Confianos tu voto, que prometemos devolvértelo en Leliq a una tasa del 65%. Como dijo el otro día un agricultor en las redes, interpretando muy bien el momento: "Macri no será el mejor fertilizante, pero sí el mejor pesticida".

Alberto Fernández de Kirchner. El principal argumento es que soy un tipo común: tengo perro, vivo en Puerto Madero, fui jefe de Gabinete de dos presidentes, jefe de la campaña de Cristina financiada por la efedrina y abogado de Cristóbal López, y mi hobby es pelearme con periodistas. Pero con la señora juro que no voy a volver a pelearme. En la UBA soy profesor titular de Teoría del Delito, cátedra que gané por concurso: ninguno de los otros postulantes había trabajado con los Kirchner. Soy un tipo de lo más normal, que escracho a una científica delante de 3000 personas. Como cualquier hijo de vecino, tomo mate, escucho música y quiero tener un despacho en la Casa Rosada. Te aseguro que si ganamos no voy a ser un títere. Va a gobernar Cristina.

Cristina. Tenés que votarme para evitar la desintegración económica y social de un país que con nosotros llegó a ser el reino del consumo y en el que hoy proliferan las segundas marcas: Pindonga, Cuchuflito y Albertito. Tenés que votarme para que millones de argentinos dejen de huir a Venezuela en busca de comida. Votame para que Oyarbide sea ministro de la Corte; De Vido, jefe del Servicio Penitenciario Federal; Boudou, presidente de la Casa de Moneda; Máximo, presidente del Banco Central; Hebe, canciller; D'Elía, embajador en Irán, y Alberto, jefe de Protocolo y Ceremonial. Si me votás, se acaba la grieta: me ocuparé de que del otro lado no quede ninguno. Si votás Fernández-Fernández, quedate tranquilo que no te vas a equivocar de Fernández.

Sergio Massa. Te pido que me apoyes para que pueda meter presos a todos. A todos los que me recuerden mi pasado. Ayudame, que no sabés lo tremendo que es volver a estar al lado de esta gente. Son tipos duros, implacables. Les dije: "Nos vamos a quedar con la provincia", y me contestaron: "Por ahora nosotros nos vamos a quedar con Tigre". Dale, bancame, que con el banquero Brito y Vila-Manzano no me alcanza. Con tu voto y el voto de los bonaerenses voy a barrer la corrupción. Debajo de la alfombra.

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Lavagna. Lo último que haría en mi vida es pedirte que me votes. Ni a vos ni a nadie. A ver si me entendés: soy Roberto Lavagna. El que fue embajador ante la Unión Europea, el que rescató al país después del colapso de 2001, el que convirtió en tendencia las sandalias con soquetes. El candidato antigrieta. Odio la grieta. Vine a cerrarla y me estoy hundiendo en ella.

María Eugenia Vidal. ¡Hola, Carlos! Me conocés muy bien: soy Mariú, una chica resencilla, rehonesta, retrabajadora y rebonaerense. ¡Reelíjanme!

Axel Kicillof. Todo lo que puedo decirte está en mis spots. En mí vas a encontrar a un tipo común, al que no le cuesta levantarse temprano, cepillarse los dientes, despertar a sus hijos y peinarse las patillas. Sí me cuesta distinguir entre una naranja y una mandarina. Incluso después de comerlas. Vengo del marxismo, que es una suerte de kirchnerismo del Primer Mundo y sin efecto invernadero. Meses atrás tomé las dos decisiones más importantes de mi vida. Primero, ser candidato a gobernador de Buenos Aires. Después, conocer la provincia. ¿Qué es lo que más me gustó? El conurbano profundo. San Isidro.

Después de escuchar a todos los candidatos, he dejado de ser un indeciso. Ahora sí estoy plenamente convencido. En las próximas elecciones me presento.

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