Lula confía en salvar a Dilma, pese a la salida del mayor aliado

Lula confía en salvar a Dilma, pese a la salida del mayor aliado

Todo indica que el PMDB anunciará hoy su ruptura con el gobierno, lo que aceleraría el proceso de impeachment

Por Alberto Armendáriz

SAN PABLO.- La esperanza es lo último que se pierde. Pocas horas antes de que el principal socio del oficialista Partido de los Trabajadores (PT) anuncie su casi segura salida del gobierno, ruptura que significaría un durísimo revés para la presidenta Dilma Rousseff de cara al proceso de impeachment en el Congreso, el ex mandatario Luiz Inacio Lula da Silva confiaba ayer en que lograría mantener ciertos apoyos clave dentro del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) y luchaba hasta último momento para contener los efectos de su salida.

"Veo con cierta tristeza que el PMDB abandone al gobierno, pero por lo que sé sus ministros no saldrán y Dilma tampoco quiere que ellos se vayan", señaló durante una conferencia con prensa internacional Lula, convertido en articulador esencial de la debilitada Dilma, su ahijada política, que lo nombró jefe de gabinete aunque él no ha podido asumir aún el cargo debido a una intensa batalla legal que llegó hasta el mismísimo Supremo Tribunal Federal (STF).

Tras el encuentro en San Pablo con los periodistas extranjeros, entre ellos LA NACION, Lula partió hacia Brasilia para mantener febriles reuniones con los líderes de los distintos grupos parlamentarios del PMDB, que serán definitivos a la hora de la votación en la Cámara de Diputados a favor o en contra del juicio político a Dilma. El directorio nacional pemedebista se juntará esta tarde y decidirá si, como ha anunciado, rompe o no totalmente con el gobierno. Si cumple con su promesa de alejarse, dejará a la presidenta al borde de la destitución, ya que el PT necesita de un tercio de los votos (172 de 513 diputados) para frenar el proceso de impeachment y el PT con sus socios menores no llegaría a ese umbral.

"Va a pasar lo mismo que en 2003: el gobierno construirá una base parlamentaria con el PMDB y tendremos una especie de coalición sin que la dirección del partido esté de acuerdo. No sé si eso es posible, pero creo que sí", se expresó esperanzado Lula, que durante casi dos horas hizo gala de su natural carisma al hablar de todo tipo de temas, desde política hasta fútbol, pasando por literatura y temas internacionales.

Sin embargo, las señales no son alentadoras. Anoche renunció al Ministerio de Turismo Henrique Alves, el primer funcionario del PMDB en salir del gobierno. Además, el vicepresidente Michel Temer, que pertenece al PMDB y asumiría el poder en caso de que la presidenta sea apartada de su cargo por hasta 180 días mientras el Senado decide su futuro, ya le adelantó a Lula el domingo que la ruptura con el PT es irreversible. La incógnita ahora es ver qué sucederá con el propio Temer (¿renunciará?) y los siete ministros que tiene el partido en el gabinete. Quienes manejan más los respaldos legislativos son otros dos pemedebistas, Eduardo Cunha, presidente de la Cámara de Diputados y abiertamente en contra de Dilma, y Renan Calheiros, titular del Senado y más inclinado a mantenerse fiel al gobierno. Ambos están acusados de haberse beneficiado del esquema de sobornos en Petrobras.

En línea con la estrategia del gobierno, Lula calificó el impeachment a Dilma de "golpe" por no tener bases legales. Según él, el hecho de que la mandataria haya sido encontrada culpable de adulterar las cuentas fiscales no representa un crimen de responsabilidad como la Constitución lo prevé para someterla a un juicio político.

"Aún hay tiempo de que los legisladores puedan reflexionar. Necesitamos hacer un esfuerzo muy grande para que no ocurra en Brasil lo que ocurrió en Honduras o en Paraguay. Creo que va a prevalecer la democracia, el sentido común", dijo en referencia a las abruptas salidas del poder que sufrieron el hondureño Manuel Zelaya, en 2009, y el paraguayo Fernando Lugo, en 2012.

Y acusó a los partidos de la oposición, a ciertos sectores de la prensa brasileña y a miembros del Poder Judicial de instalar en el país un ambiente negativo, que no deja a Dilma gobernar. "Están llevando a Brasil al mismo clima de Venezuela", señaló, en alusión al intento de golpe que sufrió Hugo Chávez en 2002.

Cuestionado acerca de si América latina estaba dando un giro ideológico, con un retroceso de la izquierda, Lula apuntó que cuando estaban todavía vivos Chávez y el argentino Néstor Kirchner eran un poderoso trío comparable con la actual defensa del club de fútbol Barcelona.

"Estábamos en política internacional como Messi, Neymar y Luisito Suárez", afirmó.

En relación con la polémica generada en torno a su designación como jefe de gabinete, dijo que él está dispuesto a ayudar al país de cualquier forma, pero aclaró que "sin un cargo sería un Rasputín". Confió en que el STF -que se reúne mañana- le permita asumir el puesto y criticó con dureza la divulgación de las escuchas telefónicas entre él y Dilma que autorizó el juez federal Sergio Moro, que lleva adelante el caso del petrolão. Según estas grabaciones, la presidenta le habría ofrecido el cargo de ministro para garantizarle cierto blindaje legal frente a una eventual orden de arresto de Moro, que lo investiga por presuntamente haberse beneficiado de los sobornos en la petrolera estatal.

"El juez Moro es una persona inteligente, competente, que estaba haciendo un trabajo extraordinario para la democracia brasileña, pero lo picó la mosca azul [alusión a un poema de Joaquim Machado de Assis sobre la soberbia]. Confundió conversaciones públicas y privadas, y todo se convirtió en un circo. Lo que está detrás es destruir la imagen de Lula. Eso empobrece a Brasil."

Asimismo, advirtió que las manifestaciones conservadoras en contra del gobierno, que expresaron su rechazo hacia toda la política, son peligrosas. "Cuando se niega la política, como sucedió en Alemania con Hitler o en Italia con Mussolini, todo lo que viene es peor", resaltó.

Del editor: por qué es importante. Los tiempos se acortan para Dilma, y a esta altura ya son pocos los que apuestan a que no verá su mandato interrumpido.

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