Un año con el Fondo: el acuerdo que vive una continua renegociación

Un año con el Fondo: el acuerdo que vive una continua renegociación

El 20 de junio de 2018 el FMI aprobó el mayor programa de su historia, que tuvo varios retoques, y habría más en el próximo gobierno

 

 Nicolás Dujovne y Guido Sandleris habían llegado a Washington apremiados. Corría abril, el dólar iba a los saltos y la inflación había marcado un nuevo pico en marzo. Urgidos, hicieron lo que habían hecho antes: pidieron más. Unas semanas después, el Fondo, imbuido de pragmatismo, cedió: el Banco Central pasó el aviso al mercado de que, de allí en más, controlaría el dólar. Fue el quinto cambio de estrategia del Banco Central bajo la tutela del Fondo Monetario Internacional (FMI) y un punto de quiebre.

Un año después de que el Fondo aprobó y comenzó a desembolsar fondos en el mayor programa de su historia (hoy es el aniversario), el Gobierno logró la ansiada "pax cambiaria" y la inflación parece haber comenzado a ceder. Pero el último retoque del plan en su primer año terminó por dejar al descubierto sus fallas de origen: nada salió como estaba previsto.

La recesión y el azote inflacionario superaron los peores pronósticos. El dólar al público pasó de $28,2, un año atrás, a $44,5, ayer. El préstamo inicial de US$50.000 millones fue insuficiente, y a los tres meses se amplió a 57.000 millones. Los fondos dejaron de ser "precautorios" y los desembolsos se aceleraron. Las proyecciones empeoraron. Las metas de inflación desaparecieron. Las metas fiscales se apretaron y las retenciones -intocables hasta la crisis- aumentaron para ayudar al objetivo de "déficit cero". En ese lapso, el Banco Central tuvo tres presidentes.

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El Gobierno y el Fondo defendieron el plan contra todo. Para ambos, el programa funciona y logró avances, aunque más módicos de lo esperado. "Lo peor ya pasó", dijo Roberto Cardarelli, jefe de la misión para la Argentina del FMI, la última vez que viajó a Buenos Aires. Los críticos creen que el plan fracasó, apuntan al aumento del desempleo y la pobreza y acusan al FMI de financiar al gobierno de Mauricio Macri más que a la Argentina.

Aun con el programa "tuneado", el ajuste dista de estar terminado. Ni el Gobierno ni el Fondo lo reconocerán abiertamente, pero el plan actual ha quedado como un prólogo de un nuevo acuerdo que, prevén economistas, se negociará tras las elecciones con el candidato que gane. Un consenso implícito: hay Fondo para rato.

"Claramente, habrá que renegociar el acuerdo. Va a depender de quién gane las elecciones, pero, más allá de eso, un próximo acuerdo va a requerir reformas estructurales, que van a pasar por el Congreso", anticipa Héctor Torres, quien se sentó en la silla de la Argentina en el FMI durante el kirchnerismo y los primeros años del gobierno de Macri. Como otros, Torres cree que lo más lógico es que el acuerdo stand-by (SBA, según sus siglas en inglés) evolucione a un acuerdo de facilidades extendidas (EFF) que contemple reformas de fondo, una cirugía mayor que el plan actual eludió.

"El Fondo tiene claro que quiere empezar por la reforma jubilatoria, quiere seguir por la fiscal y probablemente luego la laboral, que es la más delicada", evaluó Torres. El programa actual, señaló, se hizo "para llegar a las elecciones", sin perspectiva de generar crecimiento ni atraer inversiones. "La idea era salir de una situación crítica. Eso lo está logrando, con un costo fuerte", resumió.

Claudio Loser, quien entre 1994 y 2002 estuvo frente al Departamento del Hemisferio Occidental (el cargo que hoy ocupa Alejandro Werner), resumió el primer año del programa en una frase: "La experiencia no es impecable, aunque hay muchos elementos positivos", indicó.

Loser mencionó dos: el ajuste del déficit externo, un logro atado a la brutal devaluación del peso, y del déficit fiscal, que se logró principalmente atenazando la obra pública y subiendo retenciones, algo que el Gobierno había prometido evitar. El ajuste recibió incluso una crítica del propio staff del Fondo, que abogó por mejorar la "calidad" de la consolidación fiscal. Loser cree que el acuerdo quedó "encarrilado".

Así y todo, el "déficit cero" no será tal. No hay un solo economista que no prevea que el Gobierno, en un año electoral, utilizará las salvaguardas del programa y cerrará, este año, con un rojo primario de alrededor del 0,5% del producto bruto interno (PBI), tal como está contemplado en el plan. El déficit financiero creció por el aumento de la deuda. Aun con el ajuste hecho, queda camino por recorrer para llegar a la meta prevista de 1% de superávit primario en 2020, si es que se mantiene.

Sergi Lanau, economista del Instituto Internacional de Finanzas, quien trabajó ocho años en el Fondo y estuvo involucrado en los programas de Grecia y Letonia, minimizó los cambios que sufrió el programa argentino. "Definitivamente pasa mucho. En cualquier situación de crisis, saber lo que va a pasar en un mes es difícil. Saber qué sucederá en el transcurso de un año completo o de un programa completo del FMI que durará tres años es realmente difícil", apuntó.

Para Lanau, el escenario más probable es que la Argentina negocie una extensión del programa para seguir teniendo "el sello de aprobación para todo el ajuste", y también porque las necesidades financieras serán bastante altas cuando empiece el repago del préstamo actual.

"Diría que probablemente estemos hablando de un compromiso adicional con el FMI por tres años adicionales, y luego el papel del FMI será cada vez más y más pequeño. En cinco años, si todo va bien, habrá mucho menos ajuste por realizar, por lo que la participación del FMI no acaparará tantos titulares como ahora", ahondó. "Lo más probable es que la opción más segura sea continuar la relación por más tiempo, para que sea más fácil terminar de implementar el ajuste", concluyó.

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