Calor, cortes de luz y fricción en el Gobierno

Una falla afectó a Santiago del Estero y Córdoba; disputa entre Capitanich y De Vido

Diez años de crisis energética y cortes de luz todos los veranos no alcanzan para que el Gobierno anticipe la jugada. Con los primeros calores, el sistema eléctrico volvió a convertirse en un tembladeral, condesperfectos en líneas de alta tensión, cortes en barrios porteños y fricciones entre el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich , y el ministro de Planificación Federal, Julio De Vido .

Los problemas empezaron en las provincias de Córdoba y Santiago del Estero, según datos oficiales que sobreviven al silenciamiento que aplicó el kirchnerismo sobre las estadísticas que muestran la crisis. A las 14.35, la demanda alcanzó los 22.074 MW. Pero 25 minutos después cayó a 20.832,75 MW.

Es el equivalente a dos usinas medianas. Bajo la mirada de los especialistas del sector, eso sólo puede deberse a un daño en la infraestructura. Técnicos a cargo de la operación cotidiana del sistema explicaron a LA NACION que se debió a desperfectos en las líneas de alta tensión que tiene la empresa Transener, que afectaron a usuarios de Córdoba y de Santiago del Estero, lejos de la caja de resonancia que implican la provincia y la ciudad de Buenos Aires.

 

 

Los cortes de luz llegaron a la zona metropolitana, pero en una versión más edulcorada. A las 13.40, los comensales de La Parolaccia ubicada en Alicia Moreau de Justo y Corrientes (Puerto Madero) estallaron de furia cuando un corte irrumpió su almuerzo. Los dejó sin aire acondicionado y los obligó a pagar en efectivo porque no funcionaba el aparato para el cobro con tarjetas de crédito y de débito.

Desenfundaron los billetes al mismo tiempo que insultaban a la Presidenta. Lo mismo pasó en los locales adyacentes. Y en algunos barrios porteños: Belgrano, Villa Urquiza, Chacarita, Flores y Villa Crespo, por ejemplo.

Según las empresas, las restricciones no fueron superiores a las habituales. Pero sembraron la duda: si el primer calor agobiante provocó cortes y fastidio, ¿qué pasará en diciembre con el verano a pleno?

NÚMEROS NEGATIVOS

La evidencia reciente para responder a esa pregunta es mala. En sus balances de 2012, Edenor, que atiende a la zona norte de la Capital y el Gran Buenos Aires, cuenta cómo se deterioró la calidad del servicio. Según sus números, sus clientes registraron un promedio de 7,13 interrupciones del servicio en ese año, un 25% más que las 5,71 ocasiones en que sufrieron el mismo problema en 2008. La mayor dificultad para los usuarios es la duración de los cortes, en los que hubo un incremento mucho más fuerte. En 2008 la extensión de las interrupciones, en el promedio anual, era de 13 horas; en los últimos cinco años se duplicó y llegó a las 26 horas.

DISPUTA OFICIAL

El funcionario más preocupado es el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, a quien persigue el mal recuerdo del último verano. Sólo un mes después de asumir esa función, en noviembre del año pasado, se enfrentó a los presidentes de Edenor y de Edesur para avisarles que el Gobierno podría estatizar las empresas si seguían los cortes.

Ayer por la mañana, en conferencia de prensa, dijo que realizaría una "evaluación" para determinar las causas de los cortes del suministro eléctrico. El comentario sorprendió a los funcionarios del Ministerio de Planificación, que dirige Julio De Vido. Tanto Roberto Baratta (coordinador de esa cartera) como Marcelo Montero, un radical que se plegó a los métodos y los objetivos del primero, son los únicos guardianes de la calidad del servicio de luz. Hasta lograron apartar de las decisiones sobre las obras en el sector eléctrico al viceministro de Economía, Emmanuel Álvarez Agis, y a su colaboradora Cynthia de Paz, dos funcionarios de Axel Kicillof, que habitualmente no cede los espacios de poder que gana.

En el sector eléctrico, Baratta es hoy el Guillermo Moreno del invierno de 2007. Define casi todo lo que tiene que ver con el Focede, un fondo que se nutre con aportes que pagan los usuarios a través de sus facturas y se destina a solventar las inversiones que no pueden afrontar las empresas con la tarifa planchada; llama y visita a las empresas cotidianamente y presiona a los ejecutivos que están al frente de las compañías, cualquiera sea su edad, rango o nacionalidad.

Baratta no entendía por qué Capitanich hablaba de cortes de luz, que, según su información, estaban a esa hora de la mañana lejos de ser un problema político como en otras ocasiones. Se impuso, de todas maneras, la mirada del jefe de Gabinete, que convocó a funcionarios y ejecutivos a las 13.30 a una reunión en la Casa de Gobierno.

También estuvieron el interventor del ENRE (el ente que regula al sector eléctrico), Ricardo Martínez Leone, un viejo colaborador del chaqueño; Ricardo Torres y Fabrizzio Allegra (presidentes de Edenor y de Edesur, respectivamente). Capitanich habló más de la televisión, de la radio y de los diarios que de las centrales de generación eléctrica, las líneas de alta tensión y los efectos del congelamiento tarifario sobre la infraestructura. Una vez más, su problema era la comunicación, según les transmitió a quienes participaron del encuentro. Les reclamó a las empresas que mejoraran la difusión de las obras que se están haciendo y le pidió al ENRE que lanzara una campaña.

Todo en un clima de cierta distensión. A esa hora, el servicio meteorológico había prometido que por la noche llegaría la lluvia, la principal aliada de la política energética para morigerar los cortes de luz. Y también de los ejecutivos de las empresas, que tenían el recuerdo del reto de Capitanich muy fresco en su memoria, pero sólo se llevaron el consejo de que se hagan entender más y mejor con la prensa..

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