Volvieron los investigadores del CONICET tras una expedición que encendió la imaginación

Volvieron los investigadores del CONICET tras una expedición que encendió la imaginación

La expedición Talud Continental IV, liderada por el CONICET, alcanzó un pico de 92.000 espectadores en simultáneo y superó 1,6 millones de vistas diarias con imágenes inéditas del cañón de Mar del Plata

 

 

El puerto de Buenos Aires recibió al buque Falkor Too tras veinte días de exploración en el Atlántico Sur. La campaña Talud Continental IV —organizada por el CONICET y el Schmidt Ocean Institute— no solo sumó hallazgos científicos clave sobre el cañón submarino de Mar del Plata, sino que también rompió récords de audiencia en YouTube: el streaming en vivo llegó a más de 92.000 personas conectadas al mismo tiempo y, en los días de mayor difusión, superó 1,6 millones de vistas diarias, con un promedio de 513.522 por transmisión. Las imágenes enviadas por el robot submarino ROV SuBastian, desde casi 4.000 metros de profundidad, revelaron un ecosistema único y criaturas desconocidas que despertaron asombro tanto en los investigadores como en el público que siguió la misión en tiempo real.

El líder de la expedición, Daniel Lauretta, investigador del Museo Argentino de Ciencias Naturales y del CONICET, celebró los resultados y la conexión lograda con la audiencia: “Nuestro objetivo era llegar a mil personas y llegamos a 92.000 en simultáneo. Es una alegría enorme, sobre todo por la participación de niños y niñas que mandaban dibujos y jugaban a ser investigadores”.

El operativo fue monumental: más de 30 especialistas argentinos y extranjeros trabajaron a bordo para descender hasta 3.900 metros de profundidad, en un ambiente de oscuridad total, temperaturas cercanas a 0 °C y presiones extremas. El cañón de Mar del Plata, donde confluyen las corrientes cálida de Brasil y fría de Malvinas, ofreció un mosaico de especies y condiciones únicas para estudiar biodiversidad, procesos de almacenamiento de carbono azul y la presencia de microplásticos en un entorno prístino… o que parecía serlo.

El hallazgo de residuos humanos en medio de corales y criaturas abisales recordó que ni los rincones más remotos del océano están libres de la huella humana. “Muchas veces el trabajo científico es puertas adentro, pero en este caso, en vivo y en directo, la diferencia fue enorme. Vimos muchas especies que no sabíamos que existían”, subrayó Lauretta.

La expedición también tuvo un costado íntimo: la convivencia a bordo durante tres semanas creó un “universo paralelo”, en palabras del propio Lauretta, con jornadas largas y un objetivo común. “Ahora es momento de volver a la rutina y reencontrarnos con la familia”, admitió.

Lo vivido no quedará solo en recuerdos. Se analizarán las muestras de agua, sedimentos y ADN ambiental para clasificar especies, reconstruir cadenas tróficas y modelar en 3D organismos emblemáticos. Parte del material se transformará en recursos didácticos para escuelas y museos, y los datos se publicarán en repositorios de acceso abierto como CONICET Digital, OBIS y GenBank.

La bióloga Nadia Cerino, del Grupo de Estudios del Mar Profundo de Argentina, resumió la experiencia con un mensaje a los espectadores: “Es maravilloso poder transmitirlo, que nos acompañen… No hay edades ni límites si uno le pone ganas; esto es pasión, hay que ponerle el corazón”.

La última inmersión dejó una imagen que condensó el espíritu de la misión: un cartel sumergido con la leyenda “¡Gracias por el apoyo!”. 

Talud Continental IV no solo expandió el mapa de la biodiversidad argentina, también acercó a miles de personas a un mundo invisible, probando que la ciencia, cuando se comparte con emoción y transparencia, puede ser un espectáculo poderoso.

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