La villa más emblemática de la ciudad no se urbaniza por falta de voluntad política. Un equipo de técnicos elaboró el proyecto final en base a una ley de la Legislatura que no se respeta. Treinta mil personas a la deriva.
Ese movimiento constante, primero de chapas, luego de ladrillos, es el alma de la villa más vieja de Buenos Aires, nacida en la década del 30 al pulso del crecimiento de la actividad ferroviaria y portuaria. Y su gente sale todos los días de esas casas precarias camino a sus trabajos en la ciudad. Son en su mayoría obreros pintores, trabajadoras domésticas, operarios, pero hay maestros y también médicos y abogados, aunque sólo representan un tres por ciento de la población, por la falta total de oportunidades.
Ese barrio nacido en los albores de la industrialización empezó como un puñado de casas precarias con pioneros italianos, que nombrarían a ese pedazo de tierra Barrio Inmigrantes. El imponente edificio Kavanagh, el primer rascacielos de América del Sur, se inauguraría pocos años después, en el 36. El Rulero (o edificio Prourban), otra emblemática torre del barrio de Retiro, se erigiría recién a principios de los 80. ¿Es necesario explicar el porqué de las efemérides? Bueno: los habitantes de la villa están allí desde antes que cualquier vecino de Retiro se pudiera horrorizar con la visión de la pobreza desde la Autopista Illia (construida a mediados de los 90). El barrio y su gente están allí. En condiciones de vida indignas. Es eso lo que hay que cambiar, no su existencia.
Integración es la palabra fundamental que rige el proyecto de urbanización de la Villa 31. Un plan en el que trabajaron decenas de profesionales y vecinos y que partió de una ley, la 3.343, sancionada en la Legislatura porteña el 3 de diciembre de 2009, que no deja lugar a dudas: "Dispónese la urbanización del polígono correspondiente a las villas 31 y 31 bis, comprendido entre Calle 4, vías del Ferrocarril Gral. San Martín, prolongación virtual de la Avda. Pueyrredón, Calle 9, Avda. Pte. Ramón S. Castillo y prolongación virtual de la Avda. Gendarmería Nacional". Esa ley, sancionada por todos los bloques políticos, daba plazo hasta el 31 de mayo de 2011 para que la Mesa de Gestión y Planeamiento Multidisciplinaria y Participativa elaborara un plan. Ese plazo se cumplió (con una prórroga de dos meses). Ahora queda poner manos a la obra, pero la nueva Comisión de Vivienda no se expide y a fin de año el proyecto pierde estado parlamentario.
Desde entonces, la Mesa de Trabajo creada para hacer realidad las palabras escritas y sancionadas por los representantes del pueblo en la Legislatura trabajó para concretar ese designio. La Universidad de Buenos Aires, la Legislatura, y los funcionarios de dos ministerios porteños y dos de Nación se pusieron de acuerdo y trazaron el proyecto en 14 meses. No queda más por diseñar. Es tiempo de hacer. Pero no se hace.
"No hay voluntad política", señala Javier Fernández Castro, el arquitecto a cargo del proyecto integral de urbanización que fuera interventor del barrio designado por la Justicia. "Falta crear el organismo ejecutor, el ente coordinador, destinar los fondos y armar la junta consultora", puntualiza.
Fernández Castro señala el libro impreso con el trabajo realizado por la Facultad de Arquitectura y Diseño de la UBA: "Está todo ahí. Hay más de 100 delegados de los nueve sectores del barrio electos democráticamente, preparados para ayudar. Pero el problema es político. Creo que muchos acompañaron este plan porque era patear la pelota para adelante. Apostaron a que la Mesa no iba a poder. Pero todos los técnicos, los de Nación y Ciudad, y los de la facultad, más los vecinos, aportaron y trabajaron en forma ejemplar. Ahora que está todo listo, todo se frena", relata con indignación.
Las similitudes con el Elefante Blanco de Villa Soldati, cuya historia se hizo película, son muchas. Exclusión, pobreza, viviendas precarias, falta de oportunidades. Pero, hay que decirlo, la 31 tiene todo para dejar de ser un gueto. "Urbanizar un barrio no es más que asumir que esas 30 mil personas viven, estudian y trabajan en la ciudad. Muchos se horrorizan con la idea de que todos esos pobres vivan en Retiro. Habría que decirles a esas personas que la villa tiene 80 años, que hay cuatro generaciones, y que con tapar el problema no va a desparecer, si no agravarse", dice Fernández Castro.
Rocío Sánchez Andía es legisladora porteña por la Coalición Cívica. Integra la Comisión de Vivienda y trabajó la mayor parte de su tiempo para hacer realidad el proyecto de urbanización. "Mañana mismo se podría empezar a urbanizar. Pero no hay voluntad ni del PRO ni del Frente para la Victoria. El gobierno porteño tiene que ejecutar, pero Nación debería ceder los terrenos e impulsar el proyecto. Tiene la potestad de hacerlo. El mismo discurso que el gobierno nacional plantea para el país tiene que bajarlo a la Ciudad", arremete. "Los equipos de los dos ministerios trabajaron muy bien en toda la etapa previa a lo que viene ahora, que es ejecutar el plan. Pero la decisión política de Mauricio Macri es no avanzar. Pintar paredes o poner adoquines no es urbanizar", agrega la legisladora.
Mientras Macri decide qué hacer con la 31, trascendió que Nación prepara un desembarco en cuatro villas de Capital para intervenir desde los ministerios de Seguridad, Desarrollo Social, Educación, Defensa, Salud, Interior y Trabajo.
En los pasillos dela villa se comenta
El barrio Padre Carlos Mugica, nombrado así en honor al cura villero que dio su vida por ayudar a los más pobres, es un enorme organismo vivo en constante crecimiento. Sus casas son en gran mayoría de material, construidas por los mismos obreros que trabajan en los nuevos edificios de la Capital. Por eso, y porque no se conocen casos de derrumbes como sí los hay en el resto de la Ciudad (basta recordar los seis obreros heridos por el derrumbe de una obra en Caballito el martes 29), nadie en su sano juicio plantea demoler todo y empezar de cero. El plan habla de una planta baja y tres pisos como máximo. El 80 por ciento de las viviendas son recuperables. Es decir que faltan arreglos como conexiones cloacales, de electricidad y apuntalamiento en el peor de los casos. Pero no es necesario tirar abajo y construir, lo que abaratala operación.
"No es caro hacer esto. No hace falta un presupuesto que ahorque las finanzas de la Ciudad, de por sí el distrito más rico del país. Pero si alguien como Santilli viene y pinta unas casitas y luego pone adoquines en una calle que no tiene cloacas y que se va a tener que romper más adelante para su colocación, entonces nos están tratando de estúpidos", señala Mario, maestro de vocación (el nombre es ficticio, por temor a represalias), mientras compra una gaseosa en uno de los muchos almacenes de la villa.
En un descanso del picadito armado en la cancha que es corazón y punto de acceso de la villa, a pasos de la estación de ómnibus de Retiro, Amílcar se prende un cigarrillo y señala la autopista. "Nos demonizan por cortar la calle para reclamar por un transporte escolar. ¿Sabés por qué pedimos colectivos? Porque no tenemos escuelas adentro del barrio, como tampoco un hospital. ¿Vos te pensás que con mis changas de pintor puedo llevar a tres chicos a la escuela? Yo arranco a las cinco y media para llegar a una obra a tiempo. Llego a mi casa cuando ya es de noche, la mayoría de las veces caminando", cuenta.
Van dos días de lluvia y las calles se anegan entre el agua y las bolsas de basura. Oscureció de repente a las tres de la tarde. Algunos chicos se refugian en el comedor Padre Mugica. Un grupito de adolescentes más allá toma cerveza. "No hay laburo, Gringo. ¿Qué querés que hagamos? Cuando te presentás en un laburo tenés que mentir y decir que vivís en otro lado, porque a los patrones les da miedo que seas villero".
Fernández Castro se acomoda en su estudio, mientras atiende a los alumnos de la UBA por teléfono. "La oportunidad, en plena reconstrucción del Estado, es increíble. No urbanizar sería una postura ideológica, no económica. Porque abrir el barrio e integrarlo favorece a todos. La seguridad y el delito se contrarrestan con proyectos como éste", dice.
"Acá hay un trabajo que nos precede, de años. Con ejemplos como el del brasileño Jorge Jáuregui, responsable de la urbanización de la Rocinha en Río de Janeiro. La 31 se puede comenzar a urbanizar mañana mismo. No se hace porque no hay interés", resume Sánchez Andía.
Pero mientras esos 7.500 hogares que ya nadie puede tapiar para no ver como quiso hacer la Dictadura sigan siendo la Villa 31 y no el Barrio Padre Carlos Mugica, los patrones seguirán rechazando a los pibes por su pertenencia, los vecinos de Retiro pensarán que allí adentro sólo hay delincuencia porque nunca entrarán, las ambulancias no van a atender emergencias y las casas seguirán creciendo hasta tocar el cielo.
La villa en números
-La Villa 31 y 31 Bis tienen 100 manzanas. Hay 7.950 hogares, según el censo realizado en 2009. En 2001 había 3.244.
-En 2009 vivían 26.403 personas. En 2001 eran 12.204.
-De la población en edad escolar, el 70% dejó la escuela. El 2,7% terminó estudios superiores.
-El 23% de las casas tienes más de dos pisos, el 35 sólo planta baja y el 42% PB y primer piso
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