Un Supermassa para enfrentar las tempestades

Por: Carlos M. Reymundo Roberts. Estoy feliz: hoy tengo 50 noticias buenas, incluso buenísimas, y apenas una mala.

 

Por fin, la economía argentina tuvo la fiesta que tanto se merecía. Tres ministros en un mes ya era algo digno de ser celebrado. Costó, fueron más de dos años y medio, pero el Gobierno terminó encontrando un señor ministro, un conductor, un estratega. Frustrado el Batakazo, van por el Massazo. Cómo no tirar el Museo del Bicentenario por la ventana. Hasta el número de invitados, 500, me pareció un poco amarrete. Se pusieron demasiado selectivos: solo los sponsors de Massita –tipos que desde hace años vienen acompañando su marcha triunfal por la gran avenida del centro– ocuparon 200 sillas; Malena convocó a los que trabajaron para lookearla, unos 60; la barrita pendex del Frente Renovador, que animó el juramento con himnos revolucionarios, eran 10 o 12, pero no dejaron a nadie afuera: son 10 o 12. Hubo presencias destacadísimas: Moria; Flowers Batakis, a la que el Gordo Valdés intentaba sostener en pie; Pablo y Hugo Moyano; la dicharachera Cerruti, y Scioli, llevando con total dignidad su vocación por el martirio. Visitó fugazmente el estrado Alberto Fernández, tratando de sobrellevar, con dignidad o sin ella, el eclipse último de su mandato. No se lo vio a Alejandro Keck, primer padrino político de Sergio y, acaso, quien mejor lo definió: es un hombre, dijo a la nacion, “escurridizo en sus lealtades”. Tampoco estuvo Cristina. Menos mal: se mataba antes de consentir el lanzamiento de la candidatura presidencial de Massita.

Ads by

Otras buenas noticias. No estamos ante un superministro por haber acaparado varias áreas, sino por sus atributos personales. Hay que hablar de audacia, osadía, arrojo: se animó a asumir sin ser economista, sin poder completar el equipo y sin tener un programa. What a player! Ya puse una estatuilla de él en la mesita de luz. Para formar el equipo y esbozar un plan se dio una semana, que resultó corta. El tiempo vuela. ¿Amilanarse por los rechazos que cosechó? ¿Angustiarse por no tener ningún anuncio importante en la conferencia de prensa con la que se estrenó en el cargo? Todo lo contrario. Frente a los medios mostró sus manos vacías y apenas un puñado de buenas intenciones, pero como diciéndonos: acá estoy yo, Sergio Tomás, el tigre de los llanos, duerman tranquilos. Duerman tranquilos y apaguen la luz que estoy negociando con Cristina un tarifazo que a algunos les hará pagar hasta cinco veces más de lo que están pagando ahora. Descansen, recuperen fuerzas: la idea es presentar el ajuste salvaje como un “plan solidario de racionalización con inclusión social”. Cierren los ojos, abracen la almohada: conseguí, por fin, un viceministro, Gabriel Rubinstein, que sabe una bocha, ortodoxo, cero cristinista, cero camporista, cero nacional y popular, que aceptó con la única condición de que yo lo proteja de Cristina, de La Cámpora y de los nacionales y populares; ojalá que ninguno de ellos haya visto esa entrevista con LN+ de hace unos meses, en la que Gabriel dijo que el único programa económico viable es el que nos dio el FMI. Concilien el sueño: se necesitaba un shock de confianza y acá estoy yo, Sergio Tomás, escurridizo, sí, Ventajita, es cierto, pero confiable.

En esa entrevista de la que habla Massa, Rubinstein declaró algo mucho más grave: llamó a evitar “las iniciativas muy disruptivas y dañinas del kirchnerismo”. Wow. ¿Es viceministro de un gobierno kirchnerista un tipo que acaba de decir eso? Imagino a Kichi escupiendo sangre, imagino al Instituto Patria en estado deliberativo, imagino que se agotó el stock de dardos. Lo que no quiero es imaginarme a los Kirchner.

Más good news. Desde que se conoció la designación de Supermassa, el Banco Central perdió 2000 millones de dólares: ¡lo que hubiese perdido con Batakis! Grabois está insatisfecho con los anuncios y amenaza con dejar el Frente de Todos, lo cual habla bien de esos anuncios. Luis D’Elía declaró que apoya la nueva gestión porque este no es “un modelo conservador neoliberal ortodoxo que signifique cercenamiento de derechos, achicamiento del Estado, alineamiento irrestricto con intereses oligárquicos imperiales”; excelente: no se enteró de nada. Malena, que debutó como primera dama con su marido mandándola callar, dijo que Sergio “es un gran líder, que es lo que necesita la Argentina”; no se me enoje, Cris: a los Galmarini les encanta hablar en sentido figurado.

A propósito de la reina –Cristina, no Malena–, qué muestra de civismo asistir calladita al demoledor alegato de los fiscales en el juicio por el caso Vialidad. Con cuánta entereza escuchó ese cúmulo infinito de pruebas que pintan irrefutables, en momentos en que además se acaban de confirmar los procesamientos en la causa de los cuadernos. Los mercados sabrán valorar su apego a la ley, y apreciarán especialmente si la ley la deja fuera del mercado.

Bueno, falta la única mala noticia. Con perdón de Massita, todo indica que esto no va a andar.

Comentá la nota