Sergio Massa, el equilibrista modelo 2024

Sergio Massa, el equilibrista modelo 2024

Ordenó hacer silencio cuando su tropa se metía en el barro de la interna K. Pide cuidar la gestión de Kicillof y preserva el diálogo con CFK. Línea permanente con gobernadores.

 

Por José Maldonado

En medio del fuego cruzado entre Axel Kicillof y La Cámpora, el lunes Sergio Massa escribió al grupo de WhatsApp del Frente Renovador un mensaje pacificador citando a Juan Domingo Perón. "De buena fe. Para un peronista no hay nada mejor que otro peronista. Cuando un peronista habla mal de otro se pasa a las filas del enemigo".

Así, el excandidato presidencial ordenó a los suyos no subirse a la escalada de tensiones para que el peronismo volviera a concentrarse en asumir el rol de opositor al gobierno del presidente Javier Milei. “La gente que sufre no nos quiere ver peleando entre nosotros”, les aconsejó a los cerca de 150 dirigentes del massismo que están en el chat.

Cena con Axel Kicillof

Fue la anteúltima intervención cuasi pública de Massa en la arena movediza de la interna del peronismo en reconstrucción. Pocas horas después de ese mensaje, el exministro de Economía cenó con Kicillof, como lo hace cada diez o 15 días, algunas veces en La Plata y otras, en el edificio de Avenida Libertador donde funciona la oficina del hincha de Tigre. Con el gobernador habla de temas de gestión de la provincia y el vínculo, más allá de los cortocircuitos del verano, es muy bueno, según dicen.

 

 

Desde las sombras, todavía alejado de los primeros planos, Massa viene operando como pacificador de una interna en el kirchnerismo que cree apresurada y que le da la espalda a las demandas reales de los 11,5 millones de votos que Unión por la Patria sacó en octubre.

Con Cristina Fernández de Kirchner tiene diálogo fluido y en el verano compartieron dos asados familiares. En sus oficinas, el exministro recibe a gobernadores peronistas y legisladores de casi todas las tribus de Unión por la Patria y sectores de la oposición. En los últimos días habló incluso con Alberto Fernández y en las conversaciones políticas pide discutir el rol que deben tener los expresidentes en la política argentina.

Diálogo con CFK

Aunque su trabajo privado en consultoras le consume buena parte de sus días, el excandidato a presidente volvió a la política a full. En los últimos días recibió a los referentes del bloque de senadores de UP José Mayans y Anabel Fernández Sagasti, a quienes abastece con informes sobre temas económicos y fiscales. Además, articula con diputados y diputadas por la agenda de discusión sobre la ley ómnibus XS y propone sumar iniciativas para el financiamiento de las provincias.

Massa intenta transmitir a sus interlocutores su lectura personal del momento político. Más allá del evidente impacto de las políticas de Milei, cree que la dirigencia del peronismo tiene que evitar mostrarse repitiendo las advertencias que lanzó en campaña sobre cómo iba a impactar las decisiones del libertario en los precios de las tarifas, del transporte y de la nafta y en la caída del salario. "No podemos ser viudas de una elección que perdimos", repite. "Una buena parte de la sociedad argentina acaba de 'casarse' con Milei. Recién pasaron cuatro meses. No podemos aparecer diciéndole que 'el marido' la engaña con otra", sugiere.

Como contó Letra P, el dilema de Massa es cómo y en qué contexto volver a aparecer planteando algunas de estas cuestiones en la arena pública. "Es un equilibrio complicado. Si hablamos sobre el gobierno de Milei, somos golpistas. Si no lo hacemos, nos dicen que nos quedamos callados", duda en sus charlas privadas.

Tironeo con La Cámpora

En el último capítulo de la interna peronista, Massa buscó poner paños tibios para que no escalaran los cruces que pusieron picante la siempre tensa relación al interior del kirchnerismo. Las discusiones hay que darlas puertas adentro, insiste. "Encerrarse y decirse las cosas de frente", es su recomendación, antes que salir a hablar en los medios.

Lo central, remarca Massa, es definir al interior del frente significantes sobre los cuales volver a construir una coalición que debe conducirse en forma vertical y nunca más horizontal, como enseñó la experiencia del Frente de Todos y el fallido gobierno de Fernández.

Aunque en el verano fue protagonista de chispazos con Kicillof y también con Máximo Kirchner por la estructura del reparto de poder en Buenos Aires, a ambos episodios los da por superados. Ahora, pide a todos los referentes del frente con los que habla entender que la gestión de Kicillof en la provincia es uno de los mayores activos políticos del espacio y que, por eso, hay que "preservarla y cuidarla". "Hay que darle el lugar central que tiene Buenos Aires", añade.

Por eso, Massa deja trascender sus encuentros frecuentes con Kicillof y contiene a la parte de su tropa que está herida por cuestiones derivadas del armado de la gestión en la provincia. "Buenos Aires es la hermana mayor de Unión por la Patria", repite.

Con Máximo Kirchner tuvo una pelea fuerte en diciembre, por los términos del acuerdo en la Legislatura bonaerense. La sangre no llegó al rio y hoy ese pacto, que entre otras cosas incluye la presidencia de la Cámara de Diputados bonaerense, está firme y saludable. A La Cámpora le reconoce coraje para presentarse a elecciones y dar la pelea en los distritos.

La interna, entiende Massa, es apresurada. Discutir liderazgos ahora no aporta soluciones a nada, afirma. Y cree que hay que posicionarse como la principal fuerza opositora a Milei y no pensar ni en 2025 ni en 2027. Por ahora.

Su vuelta a la escena pública será en las próximas semanas: reaparecerá en la Feria del Libro para presentar su libro, una suerte de memoria política. Pero quizás dé la sorpresa la semana que viene si, como le piden sus hijos, asiste a la marcha para defender la universidad pública del martes.

Como sea, Massa está listo para volver.

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