La noticia tuvo una gran repercusión en los medios. La alegría de Estela emocionó a un país entero. Sin embargo, algunos sectores buscaron instalar la división, atacar a las Abuelas y desprestigiar la lucha por la Memoria, la Verdad y la Justicia. Dos casos entre los más reaccionarios: el diario La Nación y el portal Urgente 24.
La recuperación de la identidad de Guido Montoya Carlotto (Ignacio Hurban) es, sin duda, la noticia del año. Emocionó hasta las lágrimas a todos y a todas, demostrando una vez más que la única lucha que se pierde es la que se abandona. Estela, a sus épicos 83, ganó otra batalla inspiradora. Fueron más de tres décadas de búsqueda, luego de los crímenes de lesa humanidad cometidos por la última dictadura cívico-militar.
La noticia fue trending topic mundial en Twitter y no deja de actualizarse en todos los medios del país. La alegría no tiene bandera. La propia presidenta Cristina Fernández de Kirchner dijo por cadena nacional que "Guido es de todos los argentinos", pero la derecha mediática no piensa lo mismo y reaccionó de la peor manera.
El portal online Urgente 24, por ejemplo, tituló que “Un país dividido por la noticia del nieto recuperado de Estela de Carlotto” y seleccionó algunos twitter como si se trataran de opiniones representativas de las repercusiones en las redes sociales.
“Ahora que apareció el #ElNietoDeEstela ojalá que aparezcan los hijos de Hebe, que están en Barcelona”, “Pensar que hay madres y abuelas que perdieron sus hijos y nietos por un celular o unas zapatillas... Y nadie les da pelota...”, “Retener a tu ‘nieto’ para ‘encontrarlo’ en el momento justo para fines políticos, ni Videla lo hacía. #0respeto”, y “El nieto tiene en su perfíl de Facebook que es fan de los programas de Nelson Castro y de Lanata”, publico el portal.
En la misma línea se puede ubicar al diario La Nación, uno de los medios que estuvo al servicio del terrorismo de Estado desde el Golpe de 1976. “Un viento sur que despeinó a Estela”, tituló el jueves pasado. Allí, el secretario de redacción del medio, Pablo Sirvén, afirmó que “habría sido preferible que nunca hubiésemos conocido a Estela de Carlotto”, a quien acusó de “sectaria”.
A lo largo de su columna, subestima a uno de los símbolos de lucha por los Derechos Humanos al considerar que “lo más revolucionario de Estela de Carlotto durante mucho tiempo fue, y sigue siendo, su sonrisa”.
“Perseverante, discreta y diplomática logró mucho más que los que vociferaban. Una genia”, dice Sirvén y agrega: “De pronto, un día se abrió una ventana y entró un viento del Sur que la despeinó. Su pelo ya no pareció tan acicalado, pero algo más se trastocó. Un rictus borroneó su sonrisa. Dejó de atender a Magdalena Ruiz Guiñazú (que había hecho el primer documental sobre ella) y a otros periodistas con los que hablaba cuando ningún poder la arropaba. Y se sumó a las diatribas oficiales contra los medios. Ya no posó más para Gente y dejó de frecuentar los almuerzos televisivos. En cambio, tuvo asistencia perfecta a los encuentros aplaudidores de la Presidenta y se enredó en temas políticos desangelados (Milani, Boudou, etcétera)”.
Cuando el secretario de redacción de La Nación reniega de la posición política de Estela, de su apoyo al Gobierno nacional, pide lo imposible: que sea apolitica o “equidistante”, como prefiere decir él. Lo que ese oxímoron deliberadamente esconde es que no todos los poderes de la democracia lucharon en la misma vereda por la Memoria, la Verdad y la Justicia. Cabe resaltar que Sirven escribe desde el mismo medio que el último viernes publicó que Oscar Montoya, el padre de Guido, fue un militante montonero “asesinado en un enfrentamiento fraguado”: selectas palabras que tantas veces configuraron el discurso de la teoría de los dos demonios, desestimada en la Argentina no por suerte, sino por militancia.
Sirvén se queja de que Estela se haya sumado a las “diatribas oficiales contra los medios” y haya dejado de responderles a “otros periodistas con los que hablaba cuando ningún poder la arropaba” porque prefiere omitir que la lucha por los Derechos Humanos también está avanzando en el terreno de lo cultural.
Gracias a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, impulsada por el vicegobernador bonaerense Gabriel Mariotto, sabemos que los periodistas que se autoproclaman “imparciales” no son ingenuos sino mentirosos, y que la pluralidad de voces es otro derecho humano y no una diatriba oficial.
El poder que arropa a Estela de Carlotto y la respalda en su lucha desde hace 11 años es el Proyecto Nacional y Popular, y por eso esta alegría tan grande les duele. Porque si bien en este Estado democrático pareciera que todos defendemos indiscutiblemente los Derechos Humanos sin distinciones partidarias, su respeto y puesta en valor, desde los inicios, fue una postura política.
A través de su columna en el diario La Nación, Sirven le pide a Estela que vuelva a ser “aquella dirigente afable, la abuela de todos los argentinos, y no sólo de una parcialidad”, “la luchadora respetada por todos que nunca debió dejar de ser”. Él preferiría nunca haberla conocido; para nosotros su alegría es la mejor noticia del año.
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