Por qué el presidente Alberto Fernández no cree en la meritocracia

Por qué el presidente Alberto Fernández no cree en la meritocracia

Las bochornosas escenas que ocurrieron en la sesión virtual de la Cámara de Diputados vuelven a reflotar un viejo debate sobre la lista sábana y cómo se define quiénes llegan a los lugares más altos en la vida política de la Argentina.

Por: Pablo Wende.

La semana pasada el Presidente se despachó contra la meritocracia. La frase quedó flotando sin mayores precisiones ni fundamentos más profundos. El debate en redes sociales y charlas familiares se instaló inmediatamente. ¿Sirve de algo hacer méritos en la Argentina?, ¿el esfuerzo no es recompensado adecuadamente?, fueron algunas de las preguntas que se lanzaron al aire luego de semejante afirmación.

Pero sin querer, quizás el diputado sorprendido por su escena erótica en plena sesión de Diputados ayude a dar con la respuesta. O por lo menos entender a qué apuntaba Alberto Fernández cuando remató con la siguiente frase: “El más inteligente de los pobres tiene menos oportunidades que el más tonto de los ricos”.

El 99,99% de los argentinos se enteraron el jueves por la tarde quién era Juan Ameri. Luego de su desafortunada escena erótica por Zoom, se volvió famoso. El detalle es que su salto a la fama no se dio por haber ganado la quiniela, sino que se trata de un diputado de la Nación, es decir representa a todos los argentinos. Su salida del más absoluto anonimato fue acompañada de otra pregunta inquietante que empezó a dar vueltas en la cabeza de muchos: ¿qué mérito habrá hecho ese señor para sentarse en una banca y representar al pueblo?

Juan Ameri, el diputado que renunció luego del escándalo

Esta historia quizás permita casi de casualidad entender un poco más qué hay en la cabeza del Presidente cuando habla de la “meritocracia”. Con más de 30 años ininterrumpidos en la política argentina, sabe perfectamente cómo funcionan las cosas. Llegar ser diputado a través de una larga lista “sábana”, convertirse en asesor de un legislador, llegar a intendente o conseguir un puesto en una dirección provincial o municipal son hoy en la Argentina sinónimo de ascenso social. Y en muchos casos nada tiene que ver el mérito ni el esfuerzo.

La salida de Ameri del más absoluto anonimato fue acompañada de una pregunta inquietante: ¿qué mérito habrá hecho ese señor para sentarse en una banca y representar al pueblo?

El “rosqueo” político, el acomodo, haber participado de un negociado o ser familiar están detrás de infinidad de cargos políticos. Por supuesto, es injusto generalizar. Pero las pruebas están a la vista… de un Zoom.

Ameri renunció y la política se perdió la oportunidad única de aplicarle un castigo. Así se evitó una discusión más profunda y necesaria sobre listas sábana y cómo se llega a obtener una banca o a nombrar asesores. El único que marcó esta contradicción fue el diputado Humberto Schiavoni, de Juntos por el Cambio, que votó en contra: “Entiendo que la renuncia no era suficiente. La comisión conformada para investigar lo sucedido debía expedirse y expulsarlo”. En otras palabras, el ahora ex diputado renunció porqué él lo decidió así y no por el repudio de sus pares.

El ‘rosqueo’ político, el acomodo, haber participado de un negociado o ser familiar están detrás de infinidad de cargos políticos

Volviendo a la frase de Alberto Fernández sobre ricos y pobres, se trata de un argumento profundamente desmoralizante para la sociedad. ¿Qué futuro le queda a los más de 60% de chicos pobres que hay en la Argentina? El mismísimo Presidente les está diciendo en la cara que no tendrán mayores oportunidades en la vida. Todo lo contrario a lo que podría esperarse de un líder, de un estadista, que desde su lugar privilegiado debería inspirar al resto.

En todo el mundo está comprobado que es la educación lo que permite achicar la diferencia entre los que nacen pobres y los que tienen una condición más acomodada. Pero fue el propio Presidente el que manifestó que en el medio de la pandemia “lo que menos me preocupa es la vuelta a clase”. Y obró en consecuencia. Es difícil saber hoy el daño que le provocará a los chicos haber prácticamente perdido un año escolar entero y el riesgo de perderse el 2021. Pero lo que es seguro es que tendrán menos chance de demostrarle a su Presidente que estaba equivocado, que el mérito sí da más oportunidades, que sí vale la pena esforzarse para un futuro mejor.

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