El presente de la pesca a contramano de las expectativas colectivas

El presente de la pesca a contramano de las expectativas colectivas

Para los marplatenses, en 30 años el perfil productivo de Mar del Plata se sostendrá en la industria pesquera. Pero el presente regala postales que alejan toda posibilidad que el deseo se convierta en realidad.

 

Lo único diáfano en la industria pesquera parece ser el horizonte, desde el pesquero "Feixa". Foto: Eduardo Rivero.

De acuerdo a un informe del Observatorio Político, Económico y Social del Centro de Estudios Políticos Encuentro, la industria pesquera encabeza las expectativas de desarrollo productivo en Mar del Plata en los próximos 30 años.

La muestra de 400 casos puede no ser representativa de una población de casi un millón de habitantes pero marca el anhelo colectivo que la actividad pesquera puede transformarse en uno de sus pilares de desarrollo.

Cerca del 2050, para casi el 40% de los encuestados, el perfil productivo marplatense en términos de recursos económicos, empleabilidad e inversiones estará centrado más allá de Juan B Justo y Edison, en el corazón industrial del puerto.

Pero es solo una muestra de deseo que no se sustenta en ninguna base de fundamento lógica. Es la idea colectiva de conferirle valor a una herramienta poderosa para la generación de riqueza e inclusión social.

La foto actual de la industria pesquera exhibe su preponderancia en la conformación del producto bruto interno. La mayoría de las divisas que se generan en la ciudad tienen su origen en el movimiento exportador de la pesca.

Pero el presente excluye a varios elementos indispensables para que las expectativas se conviertan en realidad dentro de tres décadas. En principio nadie sabe a ciencia cierta si habrá recursos disponibles para ser pescados o si los existentes alcanzarán para toda la capacidad extractiva instalada y amarrada en el puerto marplatense hasta en octava andana.

Hace menos de tres décadas, entre lo que se declaraba, lo que se mentía y el descarte de juveniles, la flota pescó por encima del millón de toneladas de merluza hubbsi. El año pasado no se alcanzaron ni las 300 mil toneladas declaradas.

La semana pasada zarpó el buque “Eduardo Holmberg”, el único de los tres barcos de investigación científica que más o menos funciona en el Inidep, para iniciar la campaña de evaluación de especies australes.

También se aprovecharía el viaje para estimar la abundancia de calamar, ya que la campaña específica no pudo llevarse a cabo en fecha porque el instituto de investigación pesquera no pudo conseguir embarcar a un jefe de máquinas.

Pero la campaña duró dos horas. Una falla en la bomba de combustible de uno de los motores del buque obligó a la embarcación a regresar a puerto y nadie sabe cuándo estará en condiciones de volver a navegar.

Navegar y colectar datos científicos deberían ser tareas rutinarias en un barco de investigación pero se han constituido en un verdadero desafío para el “Holmberg”. En enero, durante la campaña de evaluación de juveniles de merluza surgieron problemas con el destilador de agua potable del barco y el estudio debió interrumpirse.

Pareciera que los 30 meses que el buque estuvo parado, entre marzo del 2014 y agosto de 2016, pasan factura. La parálisis obedeció a un conflicto sindical que se prolongó por 30 meses y dejó en evidencia que el interés que tienen las autoridades por conocer el estado de conservación de los principales recursos no es el mismo que las expectativas de los marplatenses por la actividad pesquera.

Resulta curioso que el “Holmberg” se rompa a cada rato y el Oca Balda y el Cánepa prolonguen la inactividad pegados al muelle de la Base Naval porque mientras duró el conflicto sindical, en el Inidep hay quienes avisan haber gastado más de 40 mil horas hombre en servicios de reparaciones.

Los investigadores, frustrados y hartos de no poder cumplir con su rol, sostienen que el “Holmberg” tiene falencias en los motores, el guinche de pesca y el destilador de agua. En la dirección del Inidep  sospechan de lo que pasa a bordo.

“No puedo asegurar ni descartar nada, pero si se descubre que hubo un sabotaje por supuesto que se hará un sumario. Hay algunas cosas sobre las que no encuentro explicación”, reconoció Otto Wöhler, en un reportaje concedido a Revista Puerto.

El Director del Inidep conserva su cargo de los tiempos en que era un kirchnerista acérrimo y ha confesado que el instituto no sirve como armador. Pero el proyecto de conformar una Agencia Nacional de Buques que incluya todos los barcos del estado solo es un anuncio. Mientras tanto la realidad se encarga de revalidad la gestión deficiente de Otto en el manejo de los buques.

“Cuando los barcos funcionaban se invertían 20 mil horas hombre por año; cuando estuvieron parados, más del doble… y los barcos no andan … pero la culpa es de los tripulantes”, confió un viejo conocedor de las órdenes de trabajo sobre los buques del organismo, molesto por las sospechas que bajan de la Dirección.

Las expectativas colectivas depositadas en la capacidad de la pesca local para sostener el perfil productivo dentro de tres décadas, hoy chocan con otro obstáculo. Oscar Fortunato, el presidente del Consejo de Empresas Pesqueras Argentinas (Cepa) prepara el desembarque en el Consejo Federal Pesquero como representante del Poder Ejecutivo. Falta la firma de Macri.

Fortunato tiene una larga historia de aciertos como funcionario que casi siempre beneficiaron a sus ocasionales patrones y perjudicaron a los trabajadores. Todavía se recuerda la quiebra fraudulenta de Arpemar SA, empresa de la que formó parte en los años 90, luego de haberla beneficiado con los acuerdos marco que firmó con Rusia y Bulgaria, siendo funcionario del gobierno de Alfonsin.

A sueldo de Moscuzza, Solimeno y Valastro, Fortunato fue una pieza clave en el proceso de triangulación de permisos de pesca que se habilitó durante el menemismo y los acuerdos pesqueros con Europa que terminaron en el sobredimensionamiento de la flota y el agotamiento de la merluza hubbsi.

Como responsable de la pesca bonaerense en tiempos de Felipe Solá gobernador -el mismo que avaló el aumento del esfuerzo pesquero como funcionario de Menem-, Fortunato  dispuso el ingreso al área comprendida entre las 7 y 12 millas a buques fresqueros de hasta 28 metros de eslora para que arrastren en una zona  que hasta ese momento tenían vedada. La decisión permitió que sus patrones pudieran servirse un plato apetecible. El variado costero para cuando se les terminaba el cupo de merluza.

Ahora que la flota congeladora desembarca más merluza que la fresquera, donde la participación de los factoría de sus empleadores aportan cuotas significativas, interrumpiendo el circuito multiplicador de trabajo que genera el trabajo fresco,  la misión de Fortunato en el Consejo Federal es lograr que los fresqueros de mayor capacidad de bodega, poco rentables para pescar merluza, por arte de magia puedan convertirse en congeladores para pescar langostino.

El año pasado el Consejo Federal Pesquero autorizó que el buque Bouciña, fresquero desde la punta del palo mayor al fondo más oscuro de la bodega, por meros artilugios administrativos, se convierta en congelador y pueda pescar el crustáceo, violando las normativas vigentes. Fortunato está a un paso de llegar a un ámbito dominado por neófitos capaces de llevarse toda legislación por delante.

Tras esa puerta que los funcionarios dejaron abierta, ahora hay una fila de armadores queriendo entrar para cambiar de pantalla. El “Bouciña” perdió su cuota de merluza. El desafío que tiene por delante Fortunato es que sus patrones no resignen nada. Que la merluza que no pesquen con los fresqueros termine en un fondo de reasignación y pescarla con los congeladores. Bingo.

Está visto que el presente del sector pesquero no aporta incentivos para mirar al futuro con optimismo. Como si no nos alcanzara con el ejemplo que cotidianamente nos regala la revolución del despropósito en que se ha convertido la gestión del intendente Carlos Arroyo, poner fichas en la pesca es hacerlo en alforjas descocidas.

Como nadie parece dispuesto a combatir la concentración de la pesca que representa Fortunato, generar políticas que hagan más rentable la actividad de la flota fresquera para que la industria aumente la cantidad y calidad del trabajo que genera –incluso podría hacerse de la mano de la sobreabundancia del langostino patagónico-,  los marplatenses estamos condenados a moderar las expectativas.

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