Pobreza infantil: la mitad de los niños vive en hogares con ingresos por debajo de la canasta

Pobreza infantil: la mitad de los niños vive en hogares con ingresos por debajo de la canasta

Según Unicef, 3 de cada 10 niños, niñas y adolescentes del país se encuentran en hogares con ingresos insuficientes y tienen al menos un derecho básico vulnerado. 

Por EUGENIA RODRÍGUEZ

En Argentina, el 66% de las niñas y niños vive en hogares con ingresos que no alcanzan para cubrir una canasta básica total o no tienen acceso a derechos básicos como vivienda, cloacas, agua potable, educación, vestimenta, entre otros. El informe La pobreza en niños, niñas y adolescentes en la Argentina reciente, realizado por Unicef junto a la organización La Poderosa, señaló que 8,8 millones de niños y niñas (2 de cada 3) sufren algún tipo de carencia, mientras que 3,7 millones padecen al mismo tiempo pobreza de ingresos y de acceso a derechos.

En el trabajo, se advirtió que la pobreza por ingresos, tanto general como infantil, está vinculada a los vaivenes de la economía, es decir, aumenta en las recesiones y se reduce cuando hay crecimiento y redistribución, sin embargo, la infantil es la que se ve siempre más golpeada, entre 14 y 17 puntos por arriba de la general.

Para 2022, “el 77% de los ingresos de los hogares provenía de fuentes laborales, mientras que dicha cifra era del 72% en los hogares pobres, es decir, tienen una mayor presencia relativa de ingresos no laborales”, detalló el texto al que accedió este medio. Además, se destacó que programas como la Asignación Universal por Hijo “lograron resultados visibles y positivos especialmente en lo referido a las privaciones consideradas severas”

Un ejemplo de lo anterior se vio en pandemia ya que se estima que sin los ingresos por transferencias de políticas sociales la pobreza en los hogares hubiera sido 3,9 puntos mayor en el segundo trimestre del 2020, el punto más grave de la crisis por Covid-19. “La magnitud y persistencia de la pobreza generan la necesidad urgente de proteger las partidas presupuestarias destinadas a infancia y adolescencia”, afirmó Luisa Brumana, representante de Unicef Argentina en la presentación del nuevo informe. 

Además de los ingresos del hogar, el nivel educativo, el género y la mayor o menor registración laboral de los adultos profundizan las desigualdades existentes.  

 

Todas las dimensiones 

El informe de Unicef analizó el impacto de la pobreza en sus diferentes dimensiones tomando como base los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) de Indec. En el caso de la pobreza monetaria o por ingresos se remarcó que “el 51,5% de las niñas, niños y adolescentes en Argentina residen en hogares cuyos ingresos no alcanzan para adquirir una canasta básica total de bienes y servicios (CBT), y un 13,2% en hogares extremadamente pobres o indigentes, es decir, con ingresos inferiores a los necesarios para comprar una canasta básica de alimentos (CBA)”. Esto afecta a 6,8 millones de personas menores de 18 años y 1,7 millones en el caso de la pobreza extrema.

En cuanto a lo “no monetario”, que abarca el acceso a derechos básicos fundamentales como agua potable, cloacas, educación, vivienda, afecta al “42,5% de las niñas, niños y adolescentes”, mientras que el 15,4% experimenta privaciones severas. Se trata de 5,6 millones de niñas, niños y adolescentes y de 2 millones en gravedad extrema. 

Si se analiza aquellos casos en los que se sufre una u otra carencia se observa que la pobreza multidimensional afectó en 2022 a 2 de cada 3 niñas y niños (66%). Dicho de otra manera, solamente el 34% está libre de ambas formas de pobreza. Además, si se considera el grupo de niñas, niños y adolescentes que son pobres por ingresos y al mismo tiempo sufren privaciones en el ejercicio de alguno de sus derechos, la cifra llega al 28% del total. Unos 8,8 millones experimentan privaciones de alguno de los dos tipos, y 3,7 millones experimentan ambos tipos simultáneamente.

Un informe anterior de la misma organización profundizó en el impacto de la crisis del 2018 y la posterior pandemia del 2020. Explicó que, “si se toma como punto de partida el primer semestre del 2018, y asociado a la devaluación que tuvo lugar aquel año, cuando la tasa promedio de pobreza era del 27,3%, en el caso de niñas, niños y adolescentes era del 41,8%”, de igual modo “la pobreza extrema infantil llegaba a 8,1% contra un 4,9% general”. En tanto que “en el momento de mayor impacto de la pandemia sobre la actividad económica (segundo trimestre 2020) la tasa de pobreza llega a afectar al 58,5% de niños y niñas”. 

“Esta alianza con Unicef la construimos al principio de la pandemia, cuando realmente la desesperación había llegado al barrio y la preocupación era tremenda porque no sabíamos cómo iban a comer las infancias y adolescencias”, dijo María Claudia Albornoz, integrante de La Poderosa en la presentación del informe. El estudio mostró que la situación de pobreza en los barrios populares se caracteriza por “su persistencia, su reproducción en el tiempo y que está asociada a la falta de acceso a derechos y servicios básicos fundamentales como las condiciones de la vivienda, el hábitat, salud, educación”.  

El relevamiento recogió también testimonios biográficos de quienes viven en carne propia los números presentados. De acuerdo con el Registro Nacional de Barrios Populares existen 5.687 asentamientos, en los que habitan al menos 4 millones de personas. Una niña o niño que reside en una vivienda ubicada en alguno de esos barrios registra una tasa de pobreza un 54% más elevada que el promedio general. 

 

Tipo de trabajo, género y educación

Tener un empleo no es condición suficiente para que el hogar escape de la pobreza ya que “una niña o un niño cuya adulto se desempeña como asalariada informal o como trabajador por cuenta propia en ocupaciones de baja cualificación, tiene una probabilidad de estar en la pobreza dos veces más alta que la de quienes residen en hogares con trabajador formal”.

Según la investigación, el 76% de las niñas y niños en situación de pobreza viven con adultos que trabajan en la informalidad. Esto explica en parte por qué el trabajo muchas veces no es suficiente para sacar de la pobreza a los hogares. Sobre ello desde Unicef explican que “la tasa de pobreza de niñas y niños que residen con personas ocupadas formalmente disminuye al 32%, y aumenta al 60% cuando viven con adultos ocupados en la informalidad. Este dato nos permite observar que no se sale de la pobreza creando cualquier tipo de empleo, sino empleo decente, es decir, protegido y de calidad”.

Otras variables analizadas muestran que las niñas, niños y adolescentes más pobres son los que residen en hogares con jefas y jefes con nivel educativo bajo (primaria completa o menos) e intermedio (secundaria incompleta). En tanto que los hogares con jefas mujeres tienen tasas de pobreza mayor que las de aquellos con un varón. “Necesitamos un reconocimiento real del trabajo, del que realizan las cocineras comunitarias, que son las que han venido sosteniendo la olla en la Argentina durante mucho tiempo”, señaló Albornoz.

Frente a ello se destaca la importancia del trabajo comunitario y de las redes barriales que además están sostenidas principalmente por mujeres las que llevan adelante una triple jornada laboral: en el mercado, en los hogares y en lo comunitario, sin que además esas tareas sean reconocidas y remuneradas. 

Políticas públicas

El informe plantea que los programas de transferencias de ingresos funcionan y principalmente ante la pobreza extrema, que de lo contrario sería más alta. En particular, “los programas de protección social (como la Asignación Universal por Hijo, la Prestación Alimentar o el Potenciar Trabajo) han demostrado ser una herramienta importante para mitigar la pobreza y, en particular, la pobreza extrema”

A su vez, se resalta el rol clave de la organización comunitaria, “es crecientemente percibida como una forma de protección y refugio ante la exclusión o insuficiencia de las otras fuentes de bienestar (mercado y Estado) para el acceso a bienes y servicios indispensables. Estas redes comunitarias exceden el cubrir las carencias materiales, para avanzar en el sostenimiento de la vida ligado a la alimentación, la salud, la educación, las violencias, el maltrato institucional, entre otras problemáticas”, se detalla.

Un apartado específico de Unicef analiza el presupuesto inicial 2023 con foco en niños, niñas y adolescentes. Según el texto realizado sobre la base del Presupuesto Abierto e información pública, dicho presupuesto “presenta contracciones de entre un 13,3% y un 22,2%, según el índice inflacionario que se considere”. Ante esto agregan que “la magnitud y persistencia de la pobreza generan la necesidad urgente de proteger las partidas presupuestarias destinadas a infancia y adolescencia”.  

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