Dilma Rousseff fue suspendida por el Senado y será sometida a un juicio político; el flamante presidente interino pidió confianza en la recuperación económica
BRASILIA (De nuestro corresponsal).- En apenas diez horas, Brasil dio ayer un giro político de 180 grados: suspendió a una presidenta, invistió a otro jefe de Estado en forma interina y abrió un nuevo capítulo en su historia.
Después de una maratónica sesión, ayer cerca del amanecer, el Senado aprobó por 55 votos contra 22 apartar a la presidenta Dilma Rousseff de su cargo mientras la somete a un juicio político por manipulación de las cuentas fiscales. Al mediodía, la jefa de Estado fue notificada de su suspensión y debió dejar el Palacio del Planalto. Allí, al final de la tarde, el vicepresidente Michel Temer, del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), se hizo cargo del gobierno interinamente.
Temer prometió recuperar la deprimida economía, mantener los programas sociales -que fueron la marca de los 13 años de administraciones del Partido de los Trabajadores (PT)- y no detener las investigaciones sobre el gigantesco escándalo de corrupción en Petrobras que sacude a toda la clase política y a importantes sectores empresarios.
Con el país polarizado como nunca antes por este proceso de impeachment -el segundo después del que sufrió Fernando Collor de Mello y lo llevó a la renuncia, en 1992-, la jornada estuvo cargada de tensión, con estrictas medidas de seguridad en la capital, lágrimas para algunos y festejos para otros.
Durante el día, no faltaron las acusaciones de "golpe parlamentario" desde el PT y sus aliados; las declaraciones de esperanza; los gritos de resistencia, y las exhortaciones a la pacificación de un país dividido, llamado que hizo Temer tras asumir sus funciones.
"Mi primera palabra al pueblo brasileño es confianza. Confianza en los valores que forman el carácter de nuestra gente, en la vitalidad de nuestra democracia; confianza en la recuperación de la economía nacional, en los potenciales de nuestro país, en sus instituciones sociales y políticas, y en la capacidad de que, unidos, podemos enfrentar los desafíos de este momento que es de gran dificultad", señaló Temer, de 75 años, en su primer discurso como presidente temporario, en un salón del Planalto atiborrado de políticos, periodistas e invitados especiales.
La expectativa había sido grande en Brasilia después de que Dilma aceptó su suspensión y abandonó la casa de gobierno rumbo a la residencia del Palácio da Alvorada, en medio de manifestantes que fueron a acompañarla. No bien Temer apareció para juramentar a su gabinete, en la zona central de esta capital estallaron fuegos artificiales que iluminaron el cielo vespertino.
"Es urgente pacificar la nación y unificar a Brasil. Es urgente que hagamos un gobierno de salvación nacional. El diálogo es el primer paso para avanzar y garantizar el regreso del crecimiento", agregó, y luego mencionó su "respeto institucional" por Dilma. Aclaró que no discutiría las razones de su alejamiento del poder.
Afuera, en la Plaza de los Tres Poderes, un grupo de militantes petistas gritaba a todo pulmón: "¡Conspirador, traidor, golpista!"
Dentro del elegante Palacio diseñado por Oscar Niemeyer, los políticos que respaldaron el impeachment a Dilma, encabezados por los miembros del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), que ahora integra varios puestos del nuevo gabinete,exultaban entusiasmo y señalaban que la primera mujer en convertirse en presidenta de Brasil ya no volvería al poder. Dilma enfrentará ahora un juicio político por haber violado las leyes presupuestarias en los últimos años con el presunto objetivo de esconder el déficit y garantizarse la reelección en 2014.
El Senado, presidido por el titular del Supremo Tribunal Federal (STF), la juzgará dentro de un plazo máximo de seis meses; si es hallada culpable, será efectivamente destituida e inhabilitada para un cargo electivo por ocho años, y Temer completará al mando del gobierno el actual mandato, que vence el 31 de diciembre de 2018; si es hallada inocente, su suspensión quedaría sin efecto y volvería a la presidencia.
Visiblemente feliz de su nueva posición, Temer prefirió no hacer especulaciones y se concentró en el gran reto económico que tiene por delante: sacar al país de su peor recesión en un siglo (el PBI cayó un 3,8% en 2015 y este año el pronóstico es aún peor), que ha aumentado expresivamente el desempleo (10,9%), mientras la inflación (9%) no da señales de bajar pronto.
"Es imprescindible que reconstruyamos los fundamentos de la economía brasileña. Que mejoremos significativamente el ambiente de negocios para el sector privado. De forma que él pueda retomar su rotación natural de invertir, de producir, generar empleo y renta", subrayó, e incluyó en esta tarea económica "restaurar el equilibrio de las cuentas fiscales".
No mencionó la tan temida palabra "ajuste", pero su espíritu estaba presente. Destacó que es necesario dar eficiencia a los gastos públicos y propuso el concepto de "democracia de la eficiencia" para los servicios a la población, una de las demandas de las protestas callejeras de 2013 contra los excesivos costos de organizar el Mundial de fútbol de 2014. Indicó que en los próximos Juegos Olímpicos que se celebrarán en Río de Janeiro a partir del 5 de agosto -que ahora le tocará presidir en la inauguración-, la imagen del país, sus condiciones políticas y económicas estarán bajo la lupa. Frente a los miedos de muchos brasileños, en especial los de menores recursos que se beneficiaron de los programas sociales de los gobiernos petistas, el presidente interino se comprometió a resguardar ese legado.
Programas sociales
"Vamos a mantener los programas sociales. Son proyectos acertados y por lo tanto tendrán su gestión mejorada. Es más, ahora más que nunca, necesitamos terminar con el hábito que existe en Brasil de que cuando unos asumen el gobierno excluyen aquello que fue hecho antes", dijo, y afirmó que de ninguna manera "alterará los derechos adquiridos por los ciudadanos brasileños", como lo ha acusado el PT.
Otro tema que era aguardado con mucha ansiedad era su posición frente a la operaciónLava Jato, que investiga las enormes ramificaciones de la red de sobornos que imperó en la empresa estatal Petrobras.
Con muchos de sus correligionarios del PMDB están bajo investigación por participar del petrolão, y él mismo acusado por arrepentidos del esquema, Temer afirmó que no interferirá en las investigaciones.
"La moral pública será permanentemente buscada por medio de los instrumentos de control e investigación de desvíos. En este contexto, tomo la libertad de decir que laLava Jato se volvió una referencia y, como tal, debe proseguir y tener protección contra cualquier tentativa de debilitarla", aclaró.
En ningún momento de su discurso Temer volvió a hacer referencias a la extendida corrupción que ha sido eje de la crisis ética que se conjugó con la recesión y la crisis política, y que terminó en este momento tan particular de Brasil, que le permitió acceder al poder gracias al impeachment de Dilma, su ex compañera de fórmula en 2010 y 2014.
Los desafíos de Temer
Economía. La inflación es de 9%; el desempleo, de 10%, y la recesión, de 3,8%. Los analistas coinciden en que los primeros 60 días serán decisivos. Entre las acciones inmediatas se menciona la revisión de la meta fiscal de un superávit del 0,5% del PBI para 2016
Gobernabilidad. En Brasil hay más de 20 partidos de representación nacional; el PMDB de Temer es el que tiene más bancas en Diputados (69 de 513) y en el Senado (17 de 81). Su principal aliado será el PSDB (con 53 diputados y 16 senadores)
Política exterior. En los mejores tiempos de Lula, Brasil fue la voz de América latina ante las potencias, e incluso se analizó darle un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, pero la crisis erosionó su imagen como líder regional
Corrupción. El 53,7% de los 513 diputados de Brasil tiene o tuvo cuentas pendientes con la justicia, según la organización Transparencia Brasil; el propio Temer prometió no interferir en las acciones judiciales por el escándalo de corrupción en Petrobras
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