Mario Negri: "El Gobierno de Alberto Fernández se está aislando y debilitando"

Mario Negri:

El presidente del interbloque de JXC dialogó con PERFIL sobre la gestión de Fernández; la centralidad de Cristina Kirchner; su vínculo con Máximo y la necesidad de "adminsitrar las diferencias" de la oposición.

El titular del Interbloque de Juntos por el Cambio, Mario Negri, ve al Gobierno debilitado. Y sin un rumbo ni un plan económico. "Alberto (Fernández) fue funcionario y operador político, pero hace un año estaba paseando a Dylan, no construyendo una candidatura a presidente", dispara en diálogo con PERFIL. Considera que la estrategia inicial de aislamiento estricto para enfrentar la pandemia estuvo bien pero que la tensión económica hizo que se abriera la cuarentena "porque sino estallaba sola". 

PERFIL: - ¿Cómo ve al presidente Alberto Fernández?

- Sucede una situación muy particular. Se acaban de cumplir 4 meses de pandemia y 7 meses de gestión. Arrancó una gestión caracterizada con opiniones de si estábamos frente a un gobierno bifronte o la construcción de Cristina o del Presidente en ejercicio. De golpe irrumpió el virus, cambió el escenario, a él le dio empoderamiento significativo y muchos pensaron de buena fe que con aquel discurso que planteó de romper la grieta y buscar consenso arrancaba. Eso se fue diluyendo. Ingresamos bien, lo digo con el diario del lunes, al aislamiento como único recurso pero estaba claro que iba a venir la tensión entre la salud y la economía. El trató de bajarle la tensión a eso. Pero rápidamente ese conflicto de aislamiento y cuarentena que permitía rearmar el sistema de salud entró en tensión con la situación económica y hoy abrieron porque sino la cuarentena iba a estallar sola. Pero lo hacen en el momento en el que el pico se está elevando más. Por otro lado ese empoderamiento social no lo convirtió en uno político en términos de transición y se fue aislando interna y externamente. Hay una percepción de que la verdadera constructora del resultado electoral y del poder, que fue Cristina, tiene una fuerte incidencia en las decisiones del gobierno. El presidente parece más abocado a la pandemia y algo de la deuda, temas que ella casi no habla y por el otro ella desarrolla una estrategia a mucha velocidad que ha rodeado la manzana de todos los lugares donde la Justicia tiene algo que ver con el pasado de su gestión. Eso generó niveles de tensión muy fuerte.

- ¿El Presidente no quiere o no puede plantear esa separación?

- Es una decisión personal. Nosotros solo podemos ir a los hechos. En el último tiempo tuvo contradicciones fuertes entre lo que dice y lo que hace después y eso ayuda a pensar que hay un contexto de debilidad en el gobierno. Ratifica que la presidencia de Alberto es el resultado de una estrategia construida por el kirchnerismo y no por él.

- Eso no puede sorprender.

- No. El kirchnerismo cree que no solo ganó por los errores del gobierno anterior sino porque hay mucha gente que tiene deseos de volver a lo que hicieron antes. Eso es un fuerte error. El camino internacional fue muy ideologizado, muy con la marca del kirchnerismo. Nos levantamos hasta de una silla del Mercosur, casi perdemos una política de Estado y no tuvimos estrategia aceitada ni siquiera a los efeccos del coronavirus. A lo sumo los viernes comparar cual tenía mas muertos y pedir disculpas al día después. Acá el problema noes Bolsonaro. No podemos vivir el uno sin el otro. Ahí no veo un rumbo claro. Tampoco vi un trazo grueso de la Argentina hacia la complejidad del mundo que vivimos. No veo un rumbo. Es más, dijo muchas veces que tenía un plan y que ya lo iba a mostrar y ahora acaba de decir que no hace falta uno justo en medio de la negociación de la deuda.

- Usted nota que se fue empantando cada vez más.

- Comenzó poniéndole más atención a buscar equilibrio dentro de la interna que lo llevó como candidato a Presidente más que a jugar fuerte a lo que en su discurso decía que el país necesitaba. El Presidente fue mas hacia lo de Cristina que ella hacia el Presidente. Es decir hacia el modelo que el kirchnerismo tiene. Por ahí no es el camino.

- ¿Puede un Presidente ir por su propio camino sin estructura de poder propia?

- El es el resultado de la estrategia de poder de Cristina y no viceversa. Esto no es peyorativo. El fue funcionario y operador político, pero hace un año él estaba paseando a Dylan (su perro), no construyendo una candidatura a presidente. Creo que internamente se aisló mucho. La oposición lo acompañó en todo desde un principio. Luego hubo tentación de concentración del poder. Ante una crisis asíuno comienza a ceder derechos. Es la cuarentena mas larga donde se cedieron más libertades y eso se hace en beneficio de los demás pero le entregas el poder al Estado. Tenés un Senado que es practicamente el escritorio de Cristina. En Diputados logramos en sesiones mixtas en acuerdo con Sergio Massa hacer funcionar el Congreso por vía de excepción por proyectos comunes. Es el único lugar del mundo con la Justicia casi 4 meses de feria. Atendió a través de una ventana. Cuando abrieron la puerta fue para resoluciones polémicas para beneficios de funcionarios del pasado.

-  Usted ha planteado que la culpa es compartida.

- Absolutamente. La oposición no puede mirar a un costado ni el gobierno puede pensar que llega como fundador sin tener nada que ver con el pasado. Hay un punto de inflexión. Él conduce una transición entre la peste y la debilidad económica. Hoy el mundo está dentro de la incertidumbre.

- ¿Cómo era y cómo es su vínculo con Máximo Kirchner?

- Normal, como presidente de bloque. Él antes no tuvo un rol activo mientras estaba al frente Agustín Rossi. Hoy tenemos un diálogo responsable y maduro. Volver a la normalidad parlamentaria nos van a permitir debates mas profundos, no solo proyectos de acuerdos. Está llamado a cumplir un papel muy importante en el futuro. Pero la agenda la tiene que poner el Presidente. El último día que hablamos virtualmente le planteamos esta necesidad. Nos dijo que tenía un plan de pospandemia pero no lo dio a conocer. Hubo niveles de tensión política que solo las creó el Gobierno, la oposición no tuvo nada que ver. Independientemente de la vida por Vicentin y sus problemas con la Justicia, la tensión política que se armó fue por la iniciativa de un Gobierno que por un decreto se quiso quedar con una empresa concursada, aunque luego haya pedido disculpas. Así, una serie de hechos más: desarmado la oficina de testigos protegidos, anunciar que cambian la ley del arrepentido, la tensión dentro del Consejo de la Magistratura. Hay un contexto que no tiene que ver con las prioridades de la Argentina. Hoy no es prioridad saber cuantos jueces de la Corte Suprema va a haber, sino como la gente va a volver al trabajo.

- En algún momento ambos sectores, oficialismo y oposición se tendrán que sentar. Entonces, ¿si Fernández no se aleja de las políticas kirchneristas da la sensación de que no hay forma de negociación?

- En realidad el Gobierno cree que se autosatisface en iniciativa y en capacidad de maniobra y eso es un error. Los problemas son superiores. Se está aislando y debilitando. La magnitud de la crisis obliga a otra cosa. Nosotros tenemos la predisposición. Para caminar hacia eso hay que volver a la normalidad de los poderes.

- ¿Cómo hacen para avanzar con dirigentes extremistas en el medio?

- Los extremos no solo autosatisfacen el pensamiento de sectores de la sociedad que son importantes pero no mayoritarios. Eso no arroja un resultado hacia adelante, no moviliza, en todo caso estratifica, paraliza. Los extremos es lo lo más cómodo. Lo más difícil es, a pesar de las diferencias, vos puedas tener un horizonte parlamentario de acuerdos mínimos.

- Hacia adentro, ¿en Juntos por el Cambio el líder es Mauricio Macri?

- Este gobierno no tiene ni 7 meses y lo veo más envejecido en relación al tiempo que lleva de gobierno. Falta un programa, un proyecto, no tiene plan y estamos hasta sin presupuesto. Por el lado de la oposición, Juntos por el Cambio, el primer acto de reconocimiento que tenemos es que perdimos, no ganamos. Eso presupone que eso requiere un repaso sereno, sin autoflajelarse. No perdimos con el futuro, sino con el pasado inmediato. Aquel que frenamos en 2015. Hay que replantearse ese grado de confianza con la sociedad para ampliar la base de sustentación que te acompañó para llegar al 41%. Eso indica que hay que recrear una alternativa. Las consignas del 2015 no sirven. Necesitamos una base de acuerdo y tener un proyecto republicano y de desarrollo económico y sustentable.

- ¿Y los liderazgos?

- Yo no entro en esa discusión. Lo peor que le puede pasar a una coalición es que los dirigentes distribuyan los liderazgos. Eso los consolida la gente en la medida en que se gane en confianza. Lo que si creo que es que en una coalición, más cuando uno es oposición, la receta que no se puede olvidar nadie es administrar las diferencias. Esa capacidad da la capacidad de permanencia de la coalición. No nos podemos dar el lujo de ponerla en una situación de estabilidad. No por competencia electoral, sino por un tema de desequilibrio de poder en la Argentina. Tenemos orígenes distintos y miradas diferentes, pero hay que administrar las diferencias. Recién van 7 meses faltan 3 años y medio de gobierno.

 

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