El grupo que lidera Orlando Canido, responsable de las populares gaseosas Manaos, acaba de concretar una jugada clave: por u$s74 millones, compró la empresa que manejaba Cunnington, una marca con fuerte presencia en kioscos, autoservicios y almacenes de todo el país.
La operación incluyó todo: la planta de producción en Llavallol, los derechos sobre la marca, contratos con proveedores, acuerdos comerciales vigentes y hasta la flota de distribución.
A diferencia de las compras que suelen encabezar gigantes multinacionales, esta negociación fue directa, sin bancos de inversión ni estudios especializados en fusiones. Según trascendió, el propio Canido llevó adelante las charlas con los dueños de Prodea, la empresa que manejaba Cunnington hasta ese momento.
Detrás de la compra también se encuentra la estrategia de mantener las marcas separadas: Manaos continuará como la opción económica y popular, mientras que Cunnington buscará plantarse como competidor directo de Coca-Cola, pero con una identidad propia.
Una marca trayectoria y llegada
Más allá del nombre, Cunnington representa un valor estratégico por varios frentes. Con décadas en el mercado, logró mantenerse vigente gracias a su mix de precios accesibles y una fuerte presencia en puntos de venta donde las grandes marcas no siempre logran entrar: almacenes, autoservicios y kioscos de barrio.
Aunque es conocida por su agua tónica, el catálogo es mucho más amplio: incluye sabores como cola, lima-limón, pomelo y versiones sin azúcar. Su principal diferencial siempre fue el mismo: estar en todas partes sin depender de grandes campañas publicitarias.
Uno de los activos más codiciados por Manaos fue la planta de Llavallol. Desde ese predio se produce y embotella toda la línea Cunnington, con capacidad para abastecer tanto al AMBA como a buena parte del interior. La incorporación de esa planta fortalece la logística del grupo, reduce costos y le permite expandir cobertura territorial.
Además, la red de distribución capilar que construyó Cunnington —apuntando a comercios de cercanía— encaja perfecto con los planes de expansión de Manaos, que busca crecer en zonas donde los gigantes internacionales aún no tienen tanta fuerza.
El plan detrás de los u$s74 millones
La compra de Cunnington no es una movida aislada: forma parte de un plan de expansión más amplio que viene impulsando Orlando Canido, el empresario detrás de Refres Now (la empresa de Manaos).
La estrategia es clara: mantener las dos marcas operativas con equipos independientes, pero coordinando logística e infraestructura para reducir costos y aumentar eficiencia. La planta de Llavallol y la red de distribución de Cunnington son claves para reforzar la llegada de Manaos a zonas menos cubiertas.
Canido ya tiene experiencia en detectar oportunidades de mercado y moverse rápido. Su recorrido incluye desde la distribución de bebidas como Bieckert y Crespi hasta haber tenido vínculos con Coca-Cola y Pepsi. Su primer gran salto en las gaseosas fue con Sao, y luego con Manaos, que se convirtió en una de las marcas más vendidas del país.
Ahora, el modelo se replica: producción a gran escala, promociones agresivas y una narrativa basada en el consumo masivo. La incorporación de Cunnington le permite al grupo ir más allá del segmento económico y apuntar también a consumidores que buscan marcas más tradicionales o premium.
Con más infraestructura, más volumen y mayor capilaridad territorial, Canido no solo consolida a Manaos: se posiciona como uno de los jugadores que puede competir —con otra lógica— contra las grandes multinacionales del rubro.
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