Kicillof profundiza un nuevo modelo en IOMA con el presidente bajo la lupa

Kicillof profundiza un nuevo modelo en IOMA con el presidente bajo la lupa

Busca terminar con el cobro de adicionales, algo que ya lo enfrentó con agremiaciones médicas. Sostiene a Giles por pedido del ministro Kreplak.

 

La continuidad en su cargo de Homero Giles pendió de un hilo, cuentan en los despachos de la gobernación. A principios de diciembre, cuando terminó de definir la reestructuración de su gabinete, Axel Kicillof manejó la posibilidad de desplazar de su cargo al director de IOMA, el médico sanitarista formado en Cuba y alineado a La Cámpora. El gobernador, dicen los que lo conocen, no terminó el año conforme con la gestión y quiso removerlo, pero finalmente decidió congelar la movida por un pedido expreso del ministro de Salud, Nicolás Kreplak.

El episodio podría haber sido uno más dentro de semanas de movimientos intensos en buena parte de las áreas del gobierno bonaerense, donde se crearon nuevos ministerios, áreas y se produjeron cambios de caras. Pero en la gobernación fue leído como una suerte de aviso sobre cómo pretende Kicillof que se encare en este segundo tramo de mandato la gestión al frente de la obra social de la provincia de Buenos Aires, un gigante con más de 2,5 millones de afiliados que acumula deudas, demoras y deficiencias en las prestaciones.

El desempeño de Giles será evaluado por la dinámica que tomen en los próximos meses las medidas anunciadas por el gobierno para el IOMA, en el marco del relanzamiento de la gestión que hizo Kicillof hace apenas algunas semanas, en donde puso a la obra social como uno de los temas principales.

Básicamente, Kicillof ordenó pisar el acelerador para extender a todo el territorio bonaerense el modelo de los “Policonsultorios IOMA”, un sistema que permite a los afiliados recibir atención médica sin pagar los habituales honorarios adicionales que cobran muchos de los profesionales que atienden a través la obra social y que le generó a la provincia un virulento enfrentamiento con agremiaciones médicas bonaerenses, como las de La Plata y Tandil.

La gestión al frente de IOMA de Giles, integrante de la Fundación Soberanía Sanitaria y uno de los redactores del proyecto de reforma del sistema sanitario que agitó durante 2021 Cristina Fernández, tuvo sobresaltos desde el minuto uno.

Su desembarco generó cuestionamientos por parte de quienes señalaban el alineamiento directo de Giles con la gestión de Daniel Gollan y Kreplak. Luego, vino la pandemia que sacudió todo el sistema sanitario y que obligó a encarar una modernización tecnológica para llevar la presencialidad a la virtualidad y cubrir las necesidades sanitarias de todo el territorio bonaerense.

Pero el costado más conflictivo del IOMA sin dudas está vinculado a lo que tiene que ver estrictamente con la gestión de una obra social que acumulaba, al momento de comenzar la gestión Kicillof, unos 10 mil millones de pesos de deuda y se encontraba “quebrada”, según la descripción que hacen funcionarios de gobernación.

Las deudas acumuladas en la gestión anterior y en los últimos dos años traen innumerables y cotidianos inconvenientes a los afiliados, que muchas veces no pueden acceder a una práctica, a una prótesis o a un medicamento por la decisión de proveedores a los que se les acumulan pagos de cortar el servicio.

Pero el rojo también trae inconvenientes políticos. Intendentes propios y de otras fuerzas llevaron una y otra vez en los últimos meses a la gobernación los reclamos por las deudas que IOMA mantiene con sus comunas a partir de las prestaciones que dan los médicos de las salas u hospitales municipales a sus afiliados.

Los retrasos en los pagos, que afectan tanto a afiliados como a prestadores, es uno de los aspectos sobre el que puso énfasis Kicillof en la previa a los anuncios del relanzamiento de gestión para la obra social.

“El trámite lo podés resolver rápido, pero si tenés deuda con los prestadores y deciden cortar la entrega de medicamentos, prótesis o prácticas, no te sirve de nada”, resumieron en la gobernación a este medio.

“IOMA tiene 60 años y hace 30 que sufre un deterioro sostenido. En 2019 tuvo su segundo déficit después de 2001. Recibimos una obra social endeudada, rota. Debía a los proveedores 10 mil millones de pesos. Totalmente quebrada. Después de avanzar en cambios estructurales y brindar toda la atención necesaria durante la pandemia iniciamos una nueva etapa”, afirmaron en la gobernación, en el marco de esos anuncios.

El relanzamiento del IOMA tiene varios puntos en agenda. Primero, un compromiso de cobertura 100 por ciento para prestaciones del primer nivel de atención y en medicamentos ambulatorios para patologías crónicas no transmisibles de mayor prevalencia. Además, un nuevo vademecum actualizado donde, por ejemplo, se amplíen los medicamentos oncológicos gratuitos. Kicillof anunció además un del plan de digitalización para agilizar los trámites y el lanzamiento de una app.

Pero sobre todo en la nueva etapa se redoblará la apuesta con el principal foco de conflicto derivado de la gestión de Giles, el nuevo modelo de atención para afiliados a IOMA. El mecanismo se traduce en los llamados “Policonsultorios IOMA”, que desde la gestión presentan como una forma de sumar capacidad de respuesta pero con médicos que no cobran por la consulta más que lo que les paga la obra social, a diferencia de la mayoría de los sanatorios y clínicas privadas.

“En todos lados los médicos cobran adicionales y es un cobro indebido. Con esto le damos a los afiliados la posibilidad de que vayan a atenderse y no paguen absolutamente nada”, explican sobre el modelo. “Lo que queremos hacer es ampliar la oferta prestacional de IOMA, que los afiliados tengan libre elección de los médicos con los que se atienden sin tener que pagar esos cobros indebidos”.

Los Policonsultorios IOMA, en rigor, no son centros médicos que dependan directamente del organismo, sino emprendimientos de efectores privados de salud que se agrupan para atender allí en forma exclusiva a afiliados de la obra social sin cobrar ningún adicional. IOMA, como hace con cualquier otro prestador, analiza antecedentes, hace inspecciones y eventualmente habilita.

Guerra con médicos

El sistema abrió una batalla con colegios profesionales, como la Agremiación Médica Platense (AMP), que denunció que IOMA se encaminaba a un modelo que lo iba a llevar a asemejarse al PAMI. “Es la ‘pamización’ de IOMA”, denunciaron los médicos, quienes además reclamaban por los atrasos en los honorarios, por lo que terminaban percibiendo sumas escasas por los servicios a afiliados.

El conflicto, que incluyó denuncias por parte de IOMA sobre maniobras de estafas que llevaron a cortar los convenios con la AMP, se extendió durante meses y replicó en otros puntos de Buenos Aires. En Tandil, el Círculo de Médicos presionó por un aumento del 100 por ciento en los honorarios, lo que abrió una pulseada con el gobierno, desde donde contraatacaron señalando que los médicos hacían cobros indebidos a los pacientes de IOMA.

En Tandil hay ahora dos Policonsultorios IOMA que concentran buena parte de la atención a quienes tienen la obra social del Estado.

“En el fondo, hay una pulseada y una reacción por el negocio de la medicina. Este modelo le saca ‘clientes’ y por eso reaccionan”, explican cerca de la gestión sanitaria bonaerense.

Con esos antecedentes, Kicillof quiere acelerar la expansión de ese modelo. Para el final de su gestión, en 2023, va a haber 200 nuevos Policonsultorios IOMA, que se van a sumar a los 40 que actualmente funcionan. Una apuesta ambiciosa que revolverá el hormiguero.

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