Entre los ministros destacan Blairo Maggi, uno de los mayores cultivadores de soja en todo el mundo, quien asumió la cartera de Agricultura. Y el nuevo titular de Justicia y Ciudadanía reprimió manifestaciones en San Pablo.
Por Eric Nepomuceno
Desde Río de Janeiro
Formal y legalmente, Michel Temer es presidente en ejercicio. Es decir: interino, provisional. En la práctica, sin embargo, estrena un gobierno que se pretende efectivo, y para permanecer hasta el último día de 2018. Para tanto presentó ayer al país su gabinete. De salida, dos indicios interesantes: redujo el número de ministerios de 32 a 22. Además de ministerios, juntó otros y eliminó secretarías de Estado que tenían rango ministerial. Un rápido vistazo a lo que desapareció o perdió espacio indica lo que se podrá esperar del ‘gobierno de salvación nacional’, como se anunció ayer con aires solemnes. Cultura dejó de ser ministerio, pasó a ser parte de Educación. Por el masivo rechazo de intelectuales y artistas al golpe institucional consagrado en la madrugada de ayer, no hubo sorpresa. Las secretarías de Derechos Humanos, Igualdad Racial y Mujeres desaparecen, y los temas antes bajo su cargo pasan al ministerio de Justicia y Ciudadanía (antes, solo Justicia). A tiempo: Alexandre de Moraes, nuevo ministro, fue abogado personal de Eduardo Cunha, mentor del golpe institucional que tuvo su mandato de diputado suspenso por el Supremo Tribunal Federal. Hasta ayer era secretario de Seguridad Pública de San Pablo, y se destacó por una costumbre peculiar: a cada manifestación de estudiantes de secundaria despachaba la Policía Militar con armas de guerra para reprimirlos.
Siguiendo la misma línea, el nuevo titular del Gabinete de Seguridad Nacional, que abarca todo el servicio de represión e inteligencia del “gobierno de salvación nacional” general Sergio Etchegoyen. Cuando la Comisión de la Verdad difundió su informe final, denunciándolos crímenes del Terrorismo de Estado que vigoró durante la dictadura cívico-militar (1964-1985), Etchegoyen clasificó el documento como irresponsable. Es que su padre, el también general Leo Etchegoyen, aparece denunciado (con base en diversos testimonios) como violador y torturador.
Ya el nuevo titular de Trabajo, Ronaldo Nogueira de Oliveira, es pastor de una secta evangélica electrónica. Como diputado, presentó un proyecto de ley que preveía que las empleadas domésticas perderían, en sus vacaciones aseguradas por la legislación, los días en que hubiesen faltado al trabajo.
En el reparto del gobierno el partido de Temer, el PMDB, quedó con seis ministerios, el mismo número que tenía en el gobierno de Dilma Rousseff. El PSDB, derrotado en las cuatro últimas disputas presidenciales, vuelve al ruedo con fuerza: tres ministerios. Otro que vuelve al gobierno es el derechista DEM, a quien le tocó Educación (y Cultura). Su nuevo titular se llama Mendonça Filho y no se conoce ningún antecedente de su actuación en el área ni de Educación, y menos de Cultura. Su partido, a propósito, presentó este año 89 proyectos en la Cámara de Diputados. Solamente dos tenían una ligera relación con temas culturales.
Una característica común a los integrantes del gabinete: son todos hombres, blancos y muy ricos. Entre ellos, Blairo Maggi, multimillonario, uno de los mayores cultivadores de soja en todo el mundo, y que asume, por supuesto, la cartera de Agricultura. Maggi es uno de esos terratenientes que padecen ataques de urticaria a la simple mención de las palabras “reforma agraria”.
Otra característica presentada por los integrantes del “gobierno de salvación nacional”: 30% de ellos están bajo investigación judicial, por corrupción, inclusive el indicado para Planificación, Romero Jucá, en cuyas manos estará parte importante de la captación de inversiones y del proyecto de asociaciones entre el sector público y el privado.
Hubo, como suele ocurrir, los nombramientos de “consuelo”: José Serra, del PSDB, dos veces derrotado por el PT en sus intentos de alcanzar la presidencia, quería la cartera de Hacienda. Al darse cuenta de que habría resistencias insuperables, se animó con Planificación. Para consolarlo, le dieron Relaciones Exteriores. En todo caso, al menos es un nombre nacionalmente conocido, lo que le da al gobierno un cierto barniz.
Otro conocido ampliamente es Henrique Meirelles, que asume el ministerio más poderoso, Hacienda. Para facilitar su trabajo, en el discurso de asunción el presidente interino Michel Temer anunció que pretende “revaluar el tamaño del Estado”. También habrá una serie profunda de reformas, y el interino destacó, entre muchos otros, específicamente dos puntos: la legislación laboral y el sistema de jubilaciones. Todo eso, sumado, a los oídos de un neoliberal de pura cepa como Meirelles suena a Brahms. Vale recordar que el mismo financista fue presidente del Banco Central durante las dos presidencias de Lula. Pero su radio de acción, por supuesto, era mucho más limitado.
Una curiosidad: el gobierno igualmente ilegítimo nacido del golpe de Estado de 1964 se llamaba de “renovación nacional”. El de ahora, de idéntica raíz, se autonombró de “salvación nacional”. Con semejante equipo, lo único que parece absolutamente seguro es que cada uno de ellos no tendrá salvación frente al tribunal de la historia.
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