Historias surgidas en el seno de un pueblo que se indignó

El miércoles se vivió un aniversario más del nacimiento de la figura de mayor estatura histórica del país. Haber quitado al ejército emblema de San Martín, exasperó a Yapeyú
YAPEYÚ (Enviados Especiales). El impacto del celular aún sigue sorprendiendo, a cinco años de comenzar su masiva entrada en el campo popular. Una manifestación hoy abarata totalmente sus costos de convocatoria, con la amplificación inmediata del boca a boca satelital. Eso sí, se requiere un hecho que inflame la memoria.

“El domingo la Cristina se lleva los granaderos”. Esto reflejaba un mensajito que el miércoles pasado aún guardaba Marta en su teléfono móvil. Quizás que no lo borre jamás, tal vez, esta maestra de la Escuela General San Martín, la 127 de Guaviraví, localidad distante a ocho kilómetros de Yapeyú, un paisaje rural correntino más que un pueblo; a lo mejor desee atesorar esa minúscula frase hecha comunicación, con el único motivo de resguardar un activador de la memoria.

Cada vez que lo lea, recordará que por primera vez, desde que al General San Martín se lo homenajea en la gigantesca Plaza de Armas de Yapeyú, ya sea en su onomástico como en su necrológica, en ese amplísimo espacio verde a orillas del río Uruguay, que rodea el Templete donde se resguardan las cenizas de sus padres, no contó con integrantes de su ejército insignia. Los Granaderos a Caballos, elenco símbolo que lo acompañó en sus epopéyicas batallas libertadoras hasta el Perú, las que tejieron su paso a la inmortalidad.

El “Cristina” del mensajito refiere al nombre de la presidente de la Nación. El miércoles pasado, cuando los yapeyuenses recordaron el 231 nacimiento del Libertador de América, todo el pueblo, desde el habitante que no pisó a esa Plaza de Armas y miró desde la vereda, como el que estaba en el predio; los mozos de los bares aledaños; las simpáticas chicas que atendieron -como lo hacen sólo en dos fechas: el 25 de febrero y el 17 de agosto- en un par de quioscos de alrededores; el visitante que había llegado de localidades cercanas, como La Cruz, Alvear, Paso de los Libres, Santo Tomé, Virasoro; los gauchos a caballos venidos de las colonias rurales; y hasta el que ni sabía porqué se había concentrado tanta gente, responsabilizaban a la presidenta de la Nación por la ausencia del ejército emblema de Don José en el acto por su nacimiento.

Todos, absolutamente todos, le atribuyeron a la pareja presidencial, tanto a Cristina como a Néstor Kirchner, que dicho sea de paso ese día cumplía años también; que ni siquiera un reducido grupo de jóvenes Granaderos estuviera allí presentes. Los yapeyuenses, los que habían venido de afuera, como muchos del resto del país que siguieron las alternativas por TV, juzgaron que fue otro desafortunado round más que juegan con Julio Cobos, luego de que la segunda envestidura del país y presidente de Senadores dijera: “mi voto no es positivo”.

El mendocino había arribado la noche contigua al miércoles, se refugió en unas exclusivas cabañas que dan al Río Uruguay, según algunos, para otros en una estancia cercana; presenció la Cantata al Libertador, que siempre se representa en la madrugada del día de cumpleaños, y fue protagonista excluyente de la ceremonia llevada a cabo entre las 10 y las 13 del miércoles 25.

Por su anuncio de ir a presidir los actos conmemorativos y por la convocatoria desde Buenos Aires del Ejército de Granaderos, cuyo único destacamento de formación está en el pueblo correntino, se avivó y amplificó un suceso que comenzó el miércoles anterior al miércoles de cumpleaños.

Indignación yapeyuense

En la mañana del 18 de febrero, el intendente radical Adán Gaya recibió notificación desde el Ministerio de Defensa. En la misiva, cursada a través del Ejército Argentino, le hacían saber que el domingo 22 los Granaderos debían partir en un colectivo charter, para llegar a participar en los actos centrales nacionales que se desarrollarían en Buenos Aires y que en un primer momento iba a dirigir la Presidente de la Nación, luego Nilda Garré, ministra de Defensa, fue quien presidió.

Ese miércoles 18, cuando Adán Gaya habló por primera vez en una radio y se inició la trascendencia del hecho, el aire de Yapeyú fue cruzado por incesantes mensajitos que iban y venían; los programas de radio -desde el cumbiantero al folklórico-, el noticiero como el deportivo, comunicaban algo con lo que los yapeyuenses empezaron a sentir que se les estaba faltando el respeto. De ahí a organizar la pueblada de intentar detener el colectivo de Vía Bariloche, que finalmente se los llevó, fue tan fácil como encender un pastizal después de una larga sequía.

“Fue un momento de alegría e indignación y tristeza, raro, pero se dio esa mezcla, por un lado al ver al pueblo unido e indignación porque se llevaban nuestros Granaderos, el orgullo del pueblo” comenzó describiendo Marta, la maestra que aún guardaba el mensajito. A su lado, su directora, Patricia Miró, no dejaba de asentir detrás de unos enormes anteojos espejados que le ayudaban a pelear contra el insoportable sol de la mañana.

“Era algo insólito, inaudito, no lo podíamos creer. Te lo tenían que contar cuatro veces para que lo creas. ‘No puede ser’, era la expresión más común. El miércoles el intendente recibió la notificación y comenzó a salir en las radios. Empezaron a llover los mensajitos de celulares. Le pedíamos que no los deje ir y el domingo se juntó toda la gente y rodeó al colectivo, con un montón de banderitas argentinas y ¡Argentina! ¡Argentina!”.

El intendente Gaya precisó que las invitaciones al acto habían sido cursadas tanto a la presidente como al vice y que éste aceptó, hasta que “el miércoles (18) me informó el Ejército Argentino, a través del Regimiento de Artillería, que los actos centrales se realizarían en Buenos Aires y que debía acatar la órdenes de la superioridad”, destacó a El Territorio.

Desde una esquina que mira al edificio que resguarda el Templete, los restos del lugar donde se crió el prócer en cuestión, en la misma manzana donde se levanta la única unidad sanitaria de Yapeyú y que se cae a pedazos, observó la ceremonia Julio Solano, su padre tuvo como bisabuelos a una de las cuatro parejas fundadoras de Yapeyú, tiene linaje de pionero. Sus tatarabuelos fueron destinados a los territorios que vieron nacer Yapeyú en medio de puro monte, “tardaron un mes en carreta desde Corrientes capital. El abuelo de mi papá nació acá”. Contó que “un intento para lo que ahora ocurrió ya hubo para el 17 de agosto pasado, que era la primera vez que iba a venir Cobos. Ahora vino y sucedió, pero ya habían amenazado con esto, pero no creíamos que iba a ocurrir”.

Sobre el estado de ánimo del pueblo fue contundente: “Es total la indignación lo que se siente. Desde mis 4 años que me acuerdo, hoy tengo 45, fue el acto más grande del país, no sabe usted cómo se ponía esta Plaza de Armas”. “El ejército argentino venía en masa. Eso fue hasta la primera presidencia de Menem. Luego desguasó al Ejército Argentino y todo decayó. Antes, al aniversario del fallecimiento siempre venían los presidentes y Menem sacó un decreto de que ya no era obligatorio que asista la primera envestidura. Antes venían regimientos enteros, de Misiones y Corrientes”.

Pan y circo

A unos metros, Ramón Luciano Díaz, que anda en los 60 y hace doce años es chofer de la única ambulancia del pueblo, tras la finalización de Solano acotó que “a través de la radio empezó a enterarse la gente, no sé porque tanta indignación, ni el sable de San Martín está en Yapeyú. Ese día fui a hacer un servicio a una parturienta, la gente del pueblo se enojó, pero los políticos lo que están haciendo hoy es circo, circo para los diarios”, se enojó.

Ya en la Plaza de Armas, mientras el locutor estallaba en los parlantes con palabras grandilocuentes hacia la presencia ilustre, una joven mujer que, junto a su madre muy paqueta, portaba una pancarta adversa al gobierno nacional, cerraba reafirmando que la palabra que más resumía el estado de ánimo en la Plaza de Armas: “me causó indignación, desde un primer momento, que confundan la historia con la política. Además, San Martín bregaba por la unidad del pueblo, se fue de la Argentina para no estar en un bando y otro, volvió y no pudo desembarcar. Es indignación lo que se siente”.

Un muchacho que las acompañaba, luego de sacar unas fotos al colorido y bullicioso gentío que copó el espacio público explicitó que “el domingo pasado mucha gente cerró el arco de entrada al pueblo, para no dejar pasar al colectivo con los Granaderos. Unos doscientos yapeyuenses salieron y los escoltaron desde que salió del Regimiento de Granaderos, mientras otros ya estaban cortando el paso en el arco de acceso. Había mucha bronca y se agitaban banderas argentinas por todos lados, se percibía mucha tristeza”

Historias tejidas con palabras candentes, las de un día en que El Libertador se quedó sin sus Granaderos a Caballos.

Una leyenda que se tejió en 12 años

La mayoría de los Granaderos de José de San Martín fueron correntinos en el debut en San Lorenzo. El Sargento Cabral fue el símbolo en esa batalla, pero fueron más de 100 correntinos los que integraron el cuerpo que armó San Martín para iniciar su lucha por la libertad de medio continente.

El 16 de marzo de 1812 marca el momento en que el Libertador, apenas llegado al suelo natal, inicia su obra con la creación de una unidad modelo, que sería su predilecta y que justificaría siempre, con creces, la confianza y el orgullo de su Jefe.

Desde el 3 de febrero de 1813, en el mencionado combate de San Lorenzo (su bautismo de fuego: 120 Granaderos enfrentaron con derroche de valor y sin límites a 250 bizarros españoles), hasta Ayacucho en 1824, el Regimiento de Granaderos combatió en todos los teatros de operaciones en que se luchó por la libertad y seis países americanos supieron de su valor y disciplina.

En ese lapso se actuó en veinte campañas, sus efectivos participaron en ciento diez acciones de guerra y conquistaron 22 condecoraciones. Nuestro país les confirió los títulos de Benemérito de la Patria en Grado Eminente y a su vez Colombia los designó Benemérito en Grado Eminente.

En agosto de 1824 se define la Independencia del Perú, en la Batalla de Junín, donde “Granaderos de Colombia”, “Granaderos de los Andes” y “Húsares de Colombia”, compiten con valor y arrojo, cubriéndose de heridas y gloria. En diciembre de ese año, con la derrota y rendición de los españoles en la Batalla de Ayacucho, se cumple así el vaticinio y anhelo del Gran Libertador: “Liberado Perú, América es libre”.

El presidente Figueroa Alcorta les confirió la función de ser escolta presidencial, denominándoselo como Regimiento Granaderos a Caballo.

YAPEYÚ (Enviados especiales). Los lugareños, que aún mastican su dolor e indignación por el hecho del miércoles pasado, pero a la par confiesan que el pueblo ya no vive del máximo héroe, que ya no hay apego por la historia y que el turismo que antes era incesante, con entradas de dos o tres horas por parte del visitante que pasaba por la ruta Nacional 14, hace años que decayó notablemente.

Los principales recursos del que se aferran los yapeyuenses es de la gran presencia, aún, de las fuerzas armadas en el lugar (Ejército Argentino, Gendarmería y Prefectura) y a un cambio que se está viviendo en la zona rural: el pino y el eucalipto van reemplazando a los emprendimientos agropecuarios más comunes hasta hace unos años.

Esto en la economía local, en la historia del miércoles pasado, el cambio se dio en la formación militar que acompañó el acto por el aniversario del nacimiento de San Martín. Los Granaderos fueron reemplazados por un grupo de Cazadores Correntinos, y por si hacía falta aplacar tamaña ausencia, desde Mendoza llegaron granaderos de utilería, que arribaron la noche anterior para protagonizar la cantata mendocina El Sueño del General, en la que narran los momentos cruciales de la vida del héroe máximo.

Junto a Belgrano y San Martín

Por iniciativa del historiador correntino Juan Carlos Raffo se convocó al Cuerpo de Cazadores Correntinos, para que representen el lugar de Granaderos de a Caballo. Entonces, diez hombres de la Policía de la Provincia de Corrientes vistieron el verde uniforme que caracteriza al Primer Cuerpo de Milicias que armó Corrientes para defender la soberanía nacional en las Invasiones Inglesas.

Los Cazadores Correntinos han tenido el honor de acompañar muy de cerca a las dos figuras máximas de la argentinidad. Manuel Belgrano al fundar Curuzú Cuatiá el 16 de noviembre de 1816 ya contó a su lado con los combatientes correntinos que frenaron al invasor inglés en los corrales de Miserere.

Los Granaderos de utilería

Desde la capital mendocina, luego de remontar 26 horas de ruta, uniendo varias puntas del ovillo carretero del país, hasta Yapeyú, llegó una compañía oficial de la otra provincia en la que San Martín es Dios. Se trataba de un grupo de artistas que encarnan una comedia musical titulada El Sueño del General. Ante la ausencia de los Granaderos oficiales, se convirtieron en los Granaderos de utilería, ideales para el polémico miércoles que les tocó vivir en tierra yapeyuense.

“A Sueños la representamos anoche en el anfiteatro. Somos un elenco provincial, que lleva seis años representando esta misma obra, estuvimos en el Senado de la Nación, San Juan y todos los departamentos de Mendoza”, contaron los actores en el pueblo donde se inició el derrotero del Libertador, explicando que no fueron empujados a llegar por obra y gracia de la presencia del mendocino estelar en la actual discordia, Julio Cobos, sino que hace rato que estaban planeando llegar a Yapeyú.

Julio García, a cargo del personaje Las Heras, explicó que “nos motivó a venir que compartimos historia. Parte de lo que contamos en la obra, transcurre en Yapeyú, y desde un principio estaba previsto venir a conocer donde comenzó la historia, conocer su tierra de origen, su gente”.

Andrés Iacopini, representó a San Martín en Yapeyú, debido a un reemplazo, ya que el Don José original está haciendo temporada en Mendoza. “El hecho de hacer esta obra es un orgullo muy grande, no solo por la envergadura de lo que representa San Martín para los argentinos y latinoamericanos, hay un puente muy grande entre Yapeyú y Mendoza, es un musical épico”.

“Tiene mucha aceptación, un público maravilloso el de Yapeyú. Se rompió el micro, llegamos cerca de las 3, la gente igual estaba esperando y se quedó, bajamos del colectivo y nos subimos al escenario, eso y estar en la cuna del Libertador, conlleva mucha emoción intrínseca. Lástima que la política empañó la cuestión histórica”.

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