El Gobierno habilita a satélites extranjeros a competir con la empresa estatal Arsat

El Gobierno habilita a satélites extranjeros a competir con la empresa estatal Arsat

En los últimos meses, desde el Ministerio de Comunicaciones se otorgaron permisos para brindar servicios satelitales, pese a que el Arsat II aún no tiene vendida su capacidad

Con la publicación en el Boletín Oficial de la Resolución 850 el pasado 3 de octubre, el Ministerio de Comunicaciones autorizó formalmente a la empresa Satélites Mexicanos (SatMex) "a proveer servicios satelitales" en las mismas bandas en las que opera Arsat II, que aún cuenta con capacidad ociosa sin comercializar. La medida se suma a la tomada el 3 de agosto, por la que la cartera a cargo de Oscar Aguad autorizó a New Sky Satellites (del consorcio europeo SES) a hacer lo propio (Resolución 33432); a otra del 19 de agosto, en la que se habilitó a la francesa Eutelsat, y otra más del 26 de agosto por la que se permitió a DirecTV iniciar un "plan piloto" de provisión de internet satelital en zonas rurales de la provincia de Buenos Aires.

La seguidilla de autorizaciones "entran en abierta contradicción con la Ley de Desarrollo Satelital (sancionada en noviembre de 2015), cuyo espíritu era otorgar prioridad a Arsat y su cadena de proveedores locales", advirtió Alfredo Moreno, computador científico y delegado gremial en Arsat.

 

 

Aunque las resoluciones se fundan en un artículo de la Ley Satelital que permite a satélites de otros países brindar servicios en el territorio nacional, siempre que exista un acuerdo de reciprocidad, lo cierto es que Argentina no está haciendo uso de esa cláusula.

 

 

Consultado al respecto, un vocero de Arsat señaló que "las autorizaciones son un tema regulatorio, corresponden al Ministerio de Comunicaciones", cartera con la que, paradójicamente, este diario no pudo comunicarse, ya que "los funcionarios del área se encontraban en actividades fuera del país" .

 

 

La política de "cielos abiertos" instaurada por la administración macrista sembró preocupación entre el personal de Arsat, en su mayoría, científicos y tecnólogos que podrían emigrar de discontinuarse el proyecto satelital argentino. A esto se suma la postergación sin fecha de inicio de la construcción del Arsat III (el tercero de los ocho satélites previstos por Ley de aquí al 2035), y la notoria sub ejecución presupuestaria (al mes de mayo, apenas se habían gastado un 6% de los fondos asignados, según un reporte de la Asociación Argentina de Presupuesto), que prácticamente sólo se habían destinado a pago de sueldos.

 

 

La compañía estatal fue creada en 2006 para proteger las posiciones orbitales asignadas a la Argentina por la UIT (Unión Internacional de Telecomunicaciones), y que el país estaba por perder. Actualmente cuenta con tres unidades de negocios: TDA (Televisión Digital Argentina), Datacenter (cuya órbita pasó al ministerio de Modernización para ejecutar un plan de digitalización del Estado), y el desarrollo satelital, alrededor del cual gira una industria de fabricación de satélites, a cargo de Invap, y más de 50 proveedores pymes.

El actual presidente de Arsat, Rodrigo de Loredo, había admitido a este diario en julio que "se está buscando financiación internacional para llevar adelante los proyectos".

 

 

En tanto, la nueva gestión desestimó el plan de desarrollo satelital elaborado internamente por la compañía, y contrató a Mc Kinsey para la formulación de un nuevo plan de negocios. Por su trabajo de 16 semanas, la consultora cobrará $ 12,5 millones, "equivalentes al salario de cinco profesionales argentinos con Pos-Doctorado cobrando $ 50 mil mensuales cada uno durante cuatro años", comparó Diego Hurtado, director del Centro de Estudios de Historia de la Ciencia de la Universidad de San Martín. Según un informe de la Satellite Industry Association, la industria satelital mundial (construcción y equipamiento, lanzamiento y servicios) facturó u$s 203 mil millones en 2014 y crece al 9,5 % anual; un mercado en el que hasta ahora sólo juegan Argentina y otros 9 países.

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