La gestión de Felipe Solá hace equilibrio entre internas, los varados y el Mercosur

La gestión de Felipe Solá hace equilibrio entre internas, los varados y el Mercosur

Las tensiones con los socios de la región por el libre comercio dejaron al descubierto las diferencias en un área clave

 

Avances y retrocesos, decisiones que generaron revuelo regional, internas e interrogantes sobre el rumbo de la Cancillería definieron la política exterior de los primeros cinco meses del gobierno de Alberto Fernández.

Con la atención del ministerio que conduce Felipe Solá centrada mayoritariamente en la repatriación de los argentinos varados en el exterior por la pandemia del coronavirus , la Casa Rosada protagonizó en los últimos meses una serie de cruces inesperados con otros gobiernos. Hubo cortocircuitos con Chile, Suecia y Bolivia; provocó una crisis interna en el Mercosur que dejó al bloque al borde de la parálisis, y reformuló las alianzas regionales que heredó de la gestión anterior, aunque quedó políticamente aislada y debió retroceder en algunas decisiones por presiones internas de los diplomáticos de carrera, con quienes erosionó su vínculo tras promover cambios en su régimen de jubilaciones.

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Coronavirus hoy en la Argentina y el mundo: minuto a minuto

 

El anuncio de la Argentina de levantarse de la mesa de negociaciones externas del Mercosur, acompañado por declaraciones del Presidente que despertaron especulaciones por una eventual ruptura, fue el mayor conflicto diplomático que enfrentó el Gobierno. La medida generó una ola de críticas de la oposición y el malestar del resto de los socios del grupo, que amenazaron con elaborar mecanismos alternativos para continuar con las conversaciones por tratados de libre comercio con otros países excluyendo a la Argentina, lo que generaría un daño profundo a la competitividad. Solá debió aclarar que el país "permanece" en el Mercosur.

Diez días después de ese anuncio, el secretario de Relaciones Económicas Internacionales, Jorge Neme, volvió a reunirse con representantes de los socios para plantearles las preocupaciones de la Argentina respecto de la apertura comercial, pero ratificó que se debe "avanzar conjuntamente" con los acuerdos comerciales teniendo en cuenta la protección de los sectores vulnerables.

Mientras en la Cancillería niegan que se haya tratado de una marcha atrás y afirman que todo se trató de estrategia de negociación, un exfuncionario de peso que frecuentó el Palacio San Martín hasta diciembre del año pasado admitió que el devenir de la decisión oficial fue un reflejo de las internas entre el albertismo y "el kirchnerismo combativo y dogmático".

"Fue una mala decisión", admitió, sorprendido, un oficialista que conoce al detalle los engranajes de la diplomacia local.

En medio del revuelo, el Presidente buscó bajar la tensión con una comunicación telefónica de media hora con Luis Lacalle Pou, presidente de Uruguay, que se alineó detrás de Brasil para avanzar en los acuerdos comerciales.

Por ese tema no hubo comunicación con el gobierno de Jair Bolsonaro, con quien el Gobierno tiene un vínculo tenso.

Fernández y Solá modificaron el esquema de alianzas políticas de la Argentina, moderaron la participación en el Grupo de Lima y se acercaron al Grupo de Puebla, un conjunto de dirigentes de centroizquierda sin poder real que publica declaraciones apoyadas por la Argentina con cuestionamientos a -entre otros- la Unión Europea y Estados Unidos, con el que Fernández busca mantener un vínculo sin sobresaltos.

Al mismo tiempo buscaron acercarse a México y a Uruguay -cuando aún no había asumido Lacalle Pou-. En el transcurso de ese plan, la Argentina quedó políticamente aislada en el bloque. Hoy, el Gobierno tiene diferencias con los cinco países que limitan con nuestro país.

Además de los cruces con los socios del Mercosur, también hubo choques con Chile y con Suecia, luego de que Fernández comparara la efectividad de su plan para combatir el coronavirus con la de esos países.

Las decisiones inesperadas y los conflictos sorpresivos también se generaron puertas adentro de la Cancillería. La más resonante fue la designación fallida de Luis Bellando a la embajada en el Vaticano. Tras presiones internas, se dio marcha atrás.

Solá debió enfrentar otro frente interno, ante los diplomáticos de carrera que elevaron el tono cuando se avanzó con las modificaciones en el régimen de jubilaciones. En pleno debate, el gremio de los diplomáticos le recordó al canciller que por la normativa vigente sus jubilaciones no entraban en la categoría de "privilegio".

 

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