Frente a la crisis del Covid-19 la ONU reafirma la necesidad de cerrar basurales y controlar el manejo de residuos en Latinoamérica

Frente a la crisis del Covid-19 la ONU reafirma la necesidad de cerrar basurales y controlar el manejo de residuos en Latinoamérica

Los vertederos y basurales son de las principales fuentes de peligrosos gases de efecto invernadero que dañan el medio ambiente y que afectan a la salud de quienes se exponen a estos. Este mes, la ONU volvió a insistir en la necesidad de cerrar estos sitios en Latinoamérica, debido al daño que se está produciendo en el aire de la región. Esta medida ya se ha adoptado en algunos lugares de la región, en donde se han instalado plantas de reciclaje y rellenos sanitarios para un mejor manejo de basura. 

Desde hace varios años que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) viene promoviendo el cierre de basurales en América Latina y El Caribe, para mejorar la calidad del aire de la región. Sobre todo en los países en desarrollo, en donde se ve tremendamente afectado por la desregulación y aglomeración de estos sitios de abandono de residuos.

Este 7 de septiembre la institución volvió a referirse al tema. Es más, presentaron recomendaciones para una gestión adecuada de los residuos. Dentro de estas se encuentra el cierre de vertederos como herramienta de limpieza de aire. Para ejemplificar esto, se puso el caso del vertedero Estructural, ubicado fuera de Brasilia, capital de Brasil.

En este sitio a cielo abierto se recibía más de 2.700 toneladas métricas de basura municipal al día, esto lo convertía en el más grande de la región. Fue cerrado en 2018, tras cerca de 50 años de operación. Igual que en otros lugares, acá no se separaban, compactaban ni cubrían los residuos, solo se quemaban de vez en cuando. Tampoco “contó con sistemas de impermeabilización del suelo ni de captura de gases”.

La peligrosidad de los vertederos que no cuentan con un plan de manejo adecuado, pone en amenaza el bienestar de las comunidades colindantes, especialmente de quienes trabajan en los lugares o de personas que van en búsqueda de artículos en buen estado. Además, el impacto al medio ambiente con gases tóxicos presentes en el aire y agua, significa un daño prolongado para dichos ecosistemas, que no se soluciona solo con el cierre de un basural.

En Chile, según el catastro realizado el 2018 por la Subsecretaría de Desarrollo Regional y Administrativo (Subdere), hasta la fecha, se podían encontrar “124 sitios de disposición final de residuos sólidos activos”. Estos se dividían en 30 rellenos sanitarios, 8 rellenos manuales, 38 basurales y 48 vertederos. Sumado a esto, habían más de 50 sitios cerrados/abandonados en el país, alrededor de 26 de estos no contaban con ningún plan de cierre, por lo que se ve en el documento.

Otra dificultad es la de algunos basurales que continúan siendo considerados operativos, a pesar de ya haber superado su vida útil establecida. Según una nota de La Tercera, publicada en abril del 2019, 43 de los sitios activos ya habían cumplido su vida útil hasta la fecha. 

Un caso es el de Chiloé, que el año pasado se vio colapsado de basura. Es importante considerar que en Ancud, el vertedero municipal, que inició operaciones en 1985, tenía solo 27 años de vida útil -por lo que debiese haber sido cerrado en el 2012- y se estableció su fecha de cierre recién para el 2020.

¿Qué significa que se acabe su vida útil? Esto se refiere a que ya no pueden almacenar más residuos de manera controlada, es decir, ya no son funcionales según el estándar ambiental. Esto significa que, desde ese momento, debiesen ser gestionados de manera adecuada para no producir más daño al medio ambiente.

Daños

En la región, alrededor de 145.000 toneladas de residuos se destinan diariamente a vertederos a cielo abierto. En el mundo, estos sitios aún reciben cerca del 40% de la basura producida. Solo la desintegración anaeróbica de estos artículos hace que se emita metano y dióxido de carbono.

Estos gases invernaderos dañan tremendamente el medio ambiente. Sobre todo el metano, que tiene un poder contaminante 28 veces más alto que el del dióxido de carbono. El cierre de un vertedero no elimina la expulsión de estos gases de la basura, los cuales siguen siendo un peligro para los habitantes de los alrededores.

Uno de los principales conflictos ambientales ocurre con la quema de residuos. Esta acción es fuente de carbono negro, “un componente clave de partículas ultrafinas PM2.5, que no sólo pueden alojarse en los pulmones de las personas sino entrar en el sistema sanguíneo y aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, respiratorias y cáncer”, según indica la ONU.

La incineración de la basura es un problema que se puede ver relacionado también con los basurales ilegales y con los incendios forestales, por ende, es de especial atención para un correcto manejo de los residuos de un país. 

Por otro lado, se calcula que, al año, aproximadamente 330.000 muertes prematuras en Latinoamérica y El Caribe, se deben a la mala calidad del aire. La exposición a esto provoca severos problemas respiratorios.

“Se calcula que de continuar con las actuales tendencias, los basurales a cielo abierto serán responsables de entre 8 y 10% de los gases de efecto invernadero en 2025”, indicó en el reporte de la ONU, Atilio Savino, editor jefe del reporte Perspectiva de la Gestión de Residuos en América Latina y el Caribe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, PNUMA, y ex presidente de la Asociación Internacional de Residuos Sólidos (ISWA).

“Cerrar estos vertederos es clave para enfrentar dos de los más grandes retos que enfrenta la humanidad ahora: la crisis climática y la pandemia de la COVID-19”, añadió. 

¿Qué se puede hacer?

Dentro de los sitios de abandono de residuos existentes, son recomendables los rellenos sanitarios, debido a que requieren de mayores estudios de los lugares y contemplan medidas para evitar la contaminación del subsuelo. 

Sin embargo, para la institución internacional, es el cierre definitivo de los basurales, sumado a un plan regulatorio, una de las herramientas que permitiría ir mejorando la calidad de aire de la región.

Al tomar esta medida, se pueden instalar lugares de reciclaje o plantas de biogás. Estas últimas permiten captar el metano que se produce con los residuos acumulados en estos sitios, lo que podría aportar energía a las ciudades cercanas. 

Ahora en el sitio del vertedero Estructural se pueden encontrar instalaciones de reciclaje y, un poco más lejos de la ciudad, se instaló un relleno sanitario. “Se calcula que con esta medida se evitará al menos 70% de las 1.4 millones de toneladas métricas equivalentes de dióxido de carbono (CO2e) que el basural habría generado hasta 2050”. 

Lo mismo se ha hecho en otros países de la región. El 2016, en la capital de Nicaragua, se clausuró el vertedero “La Chureca”, el cual se ubica próximo a un sector de mucha pobreza. Desde la municipalidad establecieron que los habitantes que rodean este sitio presentaron graves enfermedades respiratorias, e incluso se redujo la esperanza de vida a 50 años. 

En este lugar hoy se puede encontrar “un relleno sanitario, una planta de reciclaje y un programa de inclusión social integral, que incluyó la construcción de viviendas para 258 familias, nuevas oportunidades de trabajo y acceso a servicios de salud”.

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