Florencia, la primera mujer en controlar a más de 30 mil presos

Florencia, la primera mujer en controlar a más de 30 mil presos

Es abogada y tiene 38 años. Fue asesora en casos de violencia de género. Desde 2012 recorre los 55 penales de Buenos Aires. Habla por primera vez y cuenta cómo su familia tomó su nuevo trabajo.

Carlos Eduardo Robledo Puch es el preso más legendario que tiene el Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB). Hace 42 años que está encerrado en la vieja cárcel de Sierra Chica, un penal donde todavía sobrevuela el fantasma del sangriento motín de la Semana Santa de 1996.  

María Florencia Piermarini  no había nacido cuando “El Angel de la Muerte” ocupaba las tapas de todos los diarios. Con 38 años, es la actual jefa del SPB y nada menos que la primera mujer en la historia en ocupar ese cargo. Antes que ella, pasaron 42 directores. Y 74 años.

De Lanús, ex asesora en casos de violencia de género, casada con un abogado y madre de una nena de 4 años, es la máxima autoridad en las 55 cárceles bonaerenses, la mujer que controla a 30 mil detenidos, entre ellos a personajes legendarios como Robledo Puch o Luis “el Gordo” Valor.

Su imagen se destaca en la escenografía carcelaria que ofrece la Unidad 9 de La Plata, el lugar elegido para hacer las fotos. Con vestido estampado en blanco y negro y blazer al tono, atraviesa el patio que lleva a uno de los pabellones más antiguos. “A veces se acercan a dejarte alguna carta”, cuenta sobre su relación con los internos. “En otras oportunidades te piden que hagas una gestión con su causa judicial,

a veces te piden acercamiento familiar, depende la unidad, pero en líneas generales hay buen trato”, agrega en su primera entrevista desde que asumió el cargo, en febrero de 2012.       

—¿Cómo tomó su familia la propuesta de convertirse en jefa del Servicio Penitenciario?

—De manera natural. Me lo propuso el ministro (por Ricardo Casal). Era un desafío. En realidad, mi contacto con las cárceles arranca como asesora del doctor Albarracín. Ingreso a trabajar con él y dentro de la órbita de la subsecretaría está el Servicio Penitenciario Bonaerense, así que venía trabajando en la temática desde hacía bastante tiempo. Y en 2012 surgió esto a raíz del fallecimiento del otro jefe, y me propusieron asumir.

—¿Su hija no le ha hecho preguntas?

—No, mi hija va a cumplir 4 años así que no me ha hecho preguntas, por ahora no.

—¿Su marido?

—Mi marido está acostumbrado. Me conoció cuando hice la especialización en Derecho Penal y trabajaba como abogada de la matrícula, daba clases en la UBA, o sea que ya me conocía transitando el ámbito de la cárcel, así que está acostumbrado a esto.

—¿Cuesta más siendo mujer?

—Es un trabajo muy complejo independientemente del género, es complejo porque es muy grande el servicio, porque hay muchas cuestiones complejas a resolver. La función penitenciaria es sumamente compleja en términos de garantizar la custodia, el trato y el trabajar para que esa persona cumpla su pena y vuelva a la sociedad, se incluya e ingrese a la órbita del medio libre. Se cumple una función social muy complicada, y eso es lo más complejo que veo, independientemente del género y de que seas jefe o director del SPB, director de la unidad o ministro de Justicia. Es compleja la tarea desde ese lugar.

—¿Le cambió la cabeza el hecho de estar en contacto con detenidos?

—Sí, te cambia la cabeza. Te cambia la cabeza en pensar el trato diario con la gente, con quien está preso, el personal. Se vuelven personas de carne y hueso que tienen problemas. Para mí el servicio penitenciario en sí siempre me pareció un desafío a trabajar, por lo que hay para hacer; hemos hecho un montón en estos dos años y medio pero hace cinco que trabajo en el Ministerio de Justicia y desde fines de 2007 ha habido muchísimos avances.

—¿A ellos no les llama la atención la figura de una mujer joven como jefa del SPB?

—En el contexto de encierro he visto mucho respeto, siempre son muy respetuosos y el personal penitenciario, siempre predispuesto. En las cárceles transitan a diario jueces, fiscales, ONGs, todos los días recorriendo, a veces realizando actividades, y se desenvuelven con total normalidad.

—¿Por qué cree que en los últimos años no se ha podido bajar la superpoblación carcelaria?

—Tiene más que ver con que se modifican las condiciones en cuanto a lo que son los delitos, la descentralización de la Justicia, la investigación por parte de los fiscales, tal vez mayor presencia policial en la calle y también lo cierto es que el delito a veces cambia y es más violento, y eso hace que haya un incremento. Desde 2007 a la fecha, se incorporaron al sistema 9 mil plazas, se crearon las alcaidías departamentales y se está proyectando la construcción de más y la ampliación de algunas unidades, y también la reparación y ampliación de pabellones.

—Desde la Comisión Provincial de la Memoria, señalan que el panorama en las cárceles bonaerenses es cada vez peor, con un crecimiento notable de la población y condiciones negativas para el alojamiento.

—El ministro firmó una resolución el viernes pasado por la que conformamos una mesa de trabajo permanente integrada por el Ministerio de Justicia, la Procuracion y la Secretaría de DD.HH. de la Corte. También van a participar organismos no gubernamentales, como el CELS y la Comisión de la Memoria. Lo que creemos es que eso aporta y mejora esto de generar buenas prácticas y protocolos para ir monitoreando las condiciones de detención dentro del servicio.

 

“Vamos a investigar a fondo el tema Grassi”

Los privilegios de que gozaba Julio César Grassi, condenado a 15 años de prisión por abuso y corrupción de menores, en el penal de Campana, desataron una crisis en el Servicio Penitenciario Bonaerense), cuando un informe televisivo dejó en evidencia el desvío de donaciones y que tenía cinco celulares y televisión por cable. “En el caso Grassi, puntualmente creo que se actuó rápidamente, enseguida se apartó a los funcionarios que, en principio, estaban implicados y tenían responsabilidades directas sobre el control de todo lo que tuviera que ver con las condiciones de detención del padre y nos pusimos a disposición de la Justicia para investigar a fondo todo lo que conllevó esto que trascendió en los medios”, respondió Piermarini.

—¿Cómo hizo para tener cinco celulares?

—Los celulares están prohibidos, el uso está prohibido dentro de cualquier cárcel del SPB. Por eso, lo primero que uno hace es apartar al director de la unidad porque es una norma conocida por todo el personal que tiene a cargo las unidades.

—¿No recibieron ninguna denuncia previa al informe?

—Nosotros tomamos conocimiento a raíz de la denuncia y por eso actuamos al otro día en forma inmediata y apartamos a quien había que apartar.

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