"Disparé sólo una vez"

"La última imagen que tengo del delincuente es cuando lo veo tomando a mi hijo desde atrás y poniéndole el cuchillo en el cuello. Después vino corriendo hacia mí. Ahí saqué el arma y alcancé a hacer un disparo", declaró ayer bajo juramento de decir la verdad el ex ministro del Interior del duhaldismo, Jorge Rubén Matzkin, en el juicio que se le sigue a Jonathan Paolo Pérez por el robo en la casa de su hijo Jorge David Matzkin.
Cuando no había terminado de pronunciar la frase, el presidente del tribunal de audiencia, Carlos Mattei, lo frenó bruscamente. Le explicó a Matzkin que no avanzara con su relato en esa dirección porque por lo que ocurrió después del asalto deberá ir a juicio oral y público por haber herido a Pérez. El imputado por la fiscalía de abuso de armas, aunque dos abogados de Pérez -primero el defensor oficial Pablo De Biasi y luego el actual defensor, Néstor Lambrecht- afirmaron que existió un intento de homicidio.

Un detalle: difícilmente pueda probar que disparó sólo una vez con su Glock negra calibre 40. Varios policías que declararon el lunes aseveraron que en el medio de la calle hallaron tres vainas. Y ayer, un médico policial, Camilo Muñoz, aceptó que Pérez "tuvo suerte" de que la bala ingresara en la zona intercostal con orificios de entrada y salida. "El orificio impresionaba", describió.

Días después del asalto, en declaraciones públicas, Matzkin había afirmado que disparó al aire, aunque luego admitió que podía haber tirado contra el joven. Pero aclaró: "No es cierto que le haya traspasado el cuerpo, apenas fue un roce".

De todos modos, con lo poco que dijo ayer, Matzkin dio claros indicios de lo que será su versión cuando esté sentado en el banquillo de los acusados. Porque, por ejemplo, cuando se le preguntó en qué estado estaba el ladrón, respondió que "por la forma, agilidad y velocidad" con que tomó el fajo de 10.000 dólares que él había traído y escapó del lugar, "me indujo a pensar que no estaba afectado por nada que pudiera perturbarlo", en alusión a una ingesta alcohólica o a haber estado drogado.

Matzkin, que durante el menemismo fue el número dos de Interior, detrás del ministro Carlos Corach, no se privó de meter presión con sus frases y sus miradas. Fue cuando, ante las palabras de Mattei, y pensando en el futuro juicio, dijo con los ojos clavados en Lambrecht: "Espero que en esa oportunidad podamos estar presentes todos". Fue porque en marzo, el abogado de Pérez permaneció detenido algunas horas por haber intentado ingresar marihuana y cocaína a la Unidad 4. En ese momento acusó a Matzkin de haberle tendido una trampa.

"Pensé que lo secuestraban".

En su declaración, el ex diputado nacional dio más indicios de cuál será su estrategia. Calificó al robo como un hecho "sin precedentes". Dijo que en los contactos telefónicos, Pérez amenazó con matarlo a él, a su esposa, a su hijo y a sus dos nietos. Especuló con que a David "podían haber estado torturándolo". Y en más de una ocasión reveló su temor porque desconocía "cuántos delincuentes" había dentro de la casa y con qué armamento contaban.

La intervención del ex ministro en el hecho se produjo a partir de dos llamados telefónicos que recibió desde la casa de David -ambos viven calle por medio- pidiéndole dinero. "Estaba durmiendo con mi esposa. Era una hora inusual para que sonara el teléfono (alrededor de las 23.45). Y más sorpresa me produjo que mi hijo me hiciera hablar con el delincuente. Yo pensé que lo estaban secuestrando. Sabía que le estaban haciendo algo porque escuchaba quejidos. Me llamó la atención que el delincuente dijera que no llamara a los 'covani' (policías). Nunca había escuchado esa palabra. Por eso, en primera instancia, pensé que no era gente del medio".

- ¿Habla en plural porque creyó que había más personas?

- Claro. Era una incógnita.

- ¿Qué pasó después?

- Hubo un segundo llamado. El delincuente dijo que me apurara con el dinero si quería que liberara a mi hijo y mis nietos. Siempre habló con agravios y en tono amenazante.

Con dos fajos, uno de 10.000 dólares y otro de 10.000 pesos, según declaró, Matzkin cruzó la calle. "Cuando entreabrieron la puerta, y aunque la visibilidad no era perfecta por la hora, distinguí claramente cómo a mi hijo lo agarraban de atrás y le ponían el cuchillo en el cuello. Tenía la cara ensangrentada. El delincuente me dijo que entrara. Me negué porque ignoraba cuántos eran y qué armas tenían. Yo viví situaciones límites, pero jamás de este tipo", remarcó.

"Al delincuente lo vi a tres o cuatro metros -prosiguió-. Nos gritamos. Volvió a amenazarme de muerte. Cuando dejé los fajos, escuché que mis nietos lloraban. Ahí fue cuando vino hacía mí, tomó la plata y continuó corriendo". En ese instante, Matzkin le disparó por la espalda y lo hirió. Pero esa es otra historia. Que se contará en el próximo juicio.

Miradas a los ojos

Matzkin padre, a diferencia de su hijo y su esposa -que lloraron en los pasajes más dramáticos de sus testimonios-, se mostró más duro. Entró y salió de la sala a paso firme. Y no se privó de mirar fijo a los ojos a Pérez. Fue al inicio y al final de su testimonio. El joven de 20 años, que se ha mantenido casi imperturbable en las audiencias, le respondió con la misma moneda: no bajó la vista.

"Dijo que iba a matarnos a todos"

El relato dramático de Jorge David Matzkin lo llevó tres veces a las lágrimas. Fue en los momentos en que refirió lo que vivieron sus dos pequeños hijos. Calificó esa noche de calvario. El impacto llevó a la fiscal María Cecilia Martini a pedir la suspensión momentánea de la audiencia, pero el testigo se secó el llanto con un pañuelo de papel y siguió. A diferencia de su padre Jorge, no miró a los ojos a Jonathan Paolo Pérez, el joven de 20 años que presuntamente ingresó a su casa de Villa Parque el domingo 21 de agosto.

Matzkin hijo es el principal testigo del juicio oral y público que se le sigue a Pérez por robo calificado por escalamiento con armas y privación ilegítima de la libertad. El imputado, que lleva nueve meses detenido, no quiso declarar el lunes, aunque tiene el derecho de hacerlo en cualquier momento.

¿Qué pasó esa anoche en la vivienda de Catriló al 2400 entre las 22 y las 23.45? "Estaba con mis niños en el dormitorio cuando sentí una patada fuerte en la puerta -comenzó describiendo la víctima-. Me tomó de sorpresa. Apareció una persona morocha, muy agresiva, con un cuchillo grande y que insultaba permanentemente. Venía a buscar dinero, preguntaba por la caja fuerte. Yo traté de tranquilizarla, pero cada vez que hablaba me pegaba con el cuchillo. Tajeó y rompió todo lo que pudo. Hasta la nena le pidió que no me pegara".

"Dijo que tenía dos armas. Una que se la tapaba con la remera y otra en la media -prosiguió David-. Yo tenía agarrado a los niños con un brazo y con el otro me cubría. Me exigía que lo mirara a los ojos. Hablaba como un presidiario y en forma despectiva hacia la policía. Escupió, rompió el espejo del vestidor, y hasta quiso atarme con el pijamita del nene, que había tajeado, pero me resistí".

Cuando pronunció esa frase el testigo sintió el impacto de sus propias palabras. Lagrimeó. Lo mismo le pasó cuando contó que el asaltante "amenazaba permanentemente a la nena. Decía que iba a desfigurarle su rostro bonito. Incluso le pasó el cuchillo por la cara".

Matzkin hijo continuó con la cronología: "Estaba todo lleno de sangre y los niños muy asustados. Como me seguía pidiendo dinero, y no tenía, le dije que se llevara todas las cosas de valor. La notebook, el celular y el auto. Le prometí que no haríamos nada. Ahí pensé en llamar a mi padre (Jorge, ex ministro del Interior), pero él desconfió y creyó que estaba activando la alarma. Se puso muy agresivo y rompió todo lo que estaba cerca, el velador, el cable del teléfono y hasta clavó el cuchillo en la almohada".

En un momento, los cuatro fueron del dormitorio al escritorio. "Atravesar ese pasillo de 15 metros fue traumático. Me llevaba con el cuchillo en el cuello, mientras yo abrazaba a mis hijos. Volvió a romper todo lo que pudo. Cuando encontró la computadora con su maletín, quiso cargar todo el botín allí. Me hizo cargar un equipo de comunicaciones en desuso. Después se metió un paquete de cigarrillos finos en el bolsillo. Eran agresiones permanentes. Tomó una bolsa de basura y puso adentro los objetos de valor. Luego volvió a amenazar a la nena. Dijo que se la llevaría a Tucumán y que no iba a verla más. En ese momento empezó a tocarse los genitales". Otra vez las lágrimas. Otra vez la angustia.

"Escuché un disparo".

En otro tramo de la declaración, el testigo contó que el ladrón "en forma desafiante me dijo que sabía quién era, que no estaba solo y que afuera había más gente. Cuando llamé a mi papá, me arrebató el teléfono, lo insultó y le exigió la plata y que no llamara a la policía porque nos iba a matar a todos, a nosotros tres y a mis padres. Y que no hiciera ninguna gilada (sic) porque iba a desfigurarle la cara a la nena. Todo, mientras me ponía el cuchillo en la garganta".

Matzkin hijo contó que hubo un primer intento por ir hasta la puerta de la casa a buscar el dinero, pero que se volvieron porque su padre no había llegado. "Con una mano me apoyaba el cuchillo en la espalda y con la otra me ahorcaba. Entonces me obligó a llamarlo de nuevo. Volvió a insultar a mi papá y le dijo que si no venía nos mataría a los tres". Cuando regresaron al patio, el ladrón "estaba sumamente agresivo. Sentí que mi vida estaba en riesgo. Abrimos la puerta y vi a mi papá. El apoyó los dos fajos (de 10.000 dólares y 10.000 pesos) en el umbral. Le exigió que entrara. Mientras forcejeamos. Cada vez me clavaba más el cuchillo. Me empujó... caí sobre el piso. Ahí fue contra mi padre y le dijo 'te voy a matar'. Desde el piso escuché un disparo. Esta persona corrió, yo intenté correrla, pero me volví para adentro por indicaciones de mi padre".

- ¿Qué se llevó del botín?, preguntó la fiscal.

- Lo que tenía en la bolsa lo dejó adentro de la casa. Se llevó el fajo con los dólares.

- ¿Sus hijos recibieron tratamiento psicológico?

- Tuvieron apoyo en la escuela. La nena está bloqueada. No habla, tiene miedo, está monitoreada por una psicóloga.

David, cuando se las exhibieron, reconoció las prendas que habría usado el asaltante y que fueron halladas en un baldío cercano (un pantalón, una chalina, un gorro de lana y una remera). También el cuchillo y la vaina y el pijama de su hijo.

- ¿Escuchó disparos?, interrogó la defensa.

– Sí escuché, pero no vi disparar a mi padre.

Cifras muy diferentes

La fiscalía, en la acusación, aseguró que el ladrón reclamó 120.000 pesos. David Matzkin habló de distintos montos. Dijo textualmente: "Primero pidió 30.000, después 40.000 y, al final, 100.000 pesos". Su padre Rubén, en cambio, declaró que exigió 80.000 dólares. ¿Y pesos?, preguntó la fiscal. "No recuerdo", contestó. Al final, el asaltante huyó con 10.000 dólares, de los cuales hasta ahora supuestamente los investigadores solamente recuperaron 300, que estaban en el jardín de ingreso a una casa cercana al lugar del hecho.

El cuchillo, la sangre y el portón

David Matzkin dio su versión sobre dos interrogantes. Reiteró que el agresor "nunca estuvo desarmado" y que, cuando huyó, "yo recogí el cuchillo de la calle". El lunes, tres policías, declararon que el arma estaba en la cocina. También aclaró que los dos portones de la vivienda estaban cerrados, por lo que el asaltante debió saltar el muro de 2,30 metros. Dos policías manifestaron que habría ingresado por una puerta.

El ex candidato a diputado nacional por el MID declaró además que "estaba todo lleno de sangre", aunque este punto -no testificaron los médicos que lo atendieron en el hospital Evita- aún no quedó absolutamente claro. Allí "me curaron las heridas y me suturaron", expresó. El forense Juan Carlos Toulouse habló de golpes que hasta pudieron ser provocados "por un bastón". También relató que le pidió al asaltante que no le pegara en la cabeza porque había sido operado de un tumor, pero que sólo recibió como respuesta que "no me hiciera el gil".

Su madre Gervasia Sica -ex secretaria de Educación de la comuna porteña durante la gestión de Saúl Bouer y ex consultora del Banco Mundial- aportó pocos datos significativos. Lloró. Lo que observó lo vi desde su domicilio, en la vereda de enfrente. "Tuve miedo por los niñitos -manifestó-. No sabía cuánto gente había adentro. Pensé que los estaban secuestrando. Vi a mi esposo en el umbral de la puerta y a una persona joven y alta que intentó enfrentarlo. Después se agachó, agarró el dinero y escapó".

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