Las diferencias que subyacen en las controversias del Concejo

Las diferencias que subyacen en las controversias del Concejo

Por Ramiro Melucci

La polémica del giro dejó a la intemperie las tensiones en el oficialismo y la oposición. En Juntos por el Cambio hubo divergencias sobre la estrategia para contrarrestar la embestida. El Frente de Todos y Acción Marplatense siguen sin sintonizar.

La polémica por la eliminación del giro del expediente de las fotomultas a la Comisión de Educación, que durante la semana mantuvo en vilo al Concejo Deliberante y hasta lo privó de dos reuniones sobre el presupuesto 2022, puede leerse de dos maneras. Como una discusión baladí en medio de los problemas que aquejan a la ciudad o como una controversia a todo o nada por la suerte de uno de los proyectos claves del intendente Guillermo Montenegro.

Podría tratarse de una cuestión de perspectiva. Mirado desde lejos daría la sensación de que es un debate insustancial: que pase por una u otra comisión no sería el punto central si, al fin y al cabo, todo se resuelve en el recinto. Observado más de cerca adquiere las dimensiones de un contrapunto que, de acuerdo a cómo se resuelva, define las posibilidades del convenio que firmó el municipio con la Universidad Nacional de San Martín.

Las interpretaciones están cruzadas por los intereses políticos de cada bloque. El oficialismo planteó de entrada que la discusión era una pérdida de tiempo. Pretendía disimular el error de reemplazar un giro por otro con el método rudimentario de sacar una hoja y poner otra. También buscaba esconder la maniobra de quitarle a una comisión con clara mayoría opositora la posibilidad de discutir el expediente.

El Frente de Todos y Crear Juntos, los bloques que ejercen la oposición más férrea a Montenegro, insistieron en que la Comisión de Educación debe debatir las fotomultas. No comparten el argumento oficialista de que no incumbe a esa comisión el tratamiento de un convenio con una universidad vinculado a la seguridad vial. La persistencia opositora tiene una motivación adicional. En Educación, comisión que preside Mariana Cuesta (Frente de Todos), el convenio tendría un camino tortuoso, lleno de espinas, que lo conduciría con el tiempo a un solo lugar: el archivo.

Juntos por el Cambio lo sabe. Las desprolijidades cometidas en la eliminación del giro explicarían ese temor. En el medio, Acción Marplatense se inclinó hacia la postura oficialista de que no pase por Educación. Fue en la reunión de Labor Deliberativa del miércoles, cuando Horacio Taccone no acompañó una moción de la kirchnerista Virginia Sívori para que se restableciera el giro original y se discutiera en una sesión. El Frente de Todos vio en esa posición un guiño a Montenegro. “Uno más”, maldicen los que nunca creyeron en el acercamiento que podía derivar del encuentro que mantuvieron a fines del año pasado Gustavo Pulti y Fernanda Raverta.

La postura podría configurar en verdad una apuesta propia del pultismo: la mayoría que conforman el Frente de Todos y Crear Juntos en la Comisión de Educación le quitaría a Acción Marplatense centralidad en la discusión del expediente. En cambio, si evita esa cancha, el bloque se convierte durante gran parte del resto del partido (las comisiones de Legislación y Hacienda) en árbitro. El rol que más le gusta desempeñar.

Aquella decisión de no acompañar la restitución del giro original no fue el único gesto que distanció al partido de Pulti con los embates del resto de la oposición. El día que debía asistir el secretario de Obras, Jorge González, a exponer sobre el presupuesto en la Comisión de Hacienda, Taccone bajó al recinto, al igual que el interbloque de Juntos por el Cambio, para dar testimonio de su desacuerdo con el freno al tratamiento del cálculo de gastos y recursos municipales.

Acción Marplatense tampoco firmó el pedido de sesión extraordinaria. Solo compartió con los otros dos bloques del frente opositor, a principios de la semana pasada, la solicitud de reunión urgente a la presidenta del Concejo, Marina Sánchez Herrero, que se terminó haciendo cuando la radical quiso (en el día y horario establecidos para la Comisión de Labor Deliberativa).

 

La Comisión de Educación le quitaría a Acción Marplatense centralidad en la discusión del expediente. En cambio, si evita esa cancha, el bloque se convierte durante el resto del partido en árbitro. El rol que más le gusta desempeñar.

 

Las coincidencias y desavenencias opositoras son apenas una parte de lo que dejó la controversia del giro. La otra, menos visible, fueron las intrigas que afloraron en el propio oficialismo por el manejo de la situación.

Hubo al menos tres episodios que no convencieron a todos los integrantes de Juntos por el Cambio. La forma poco diplomática con la que se modificó el giro, germen de las duras acusaciones del kirchnerismo (que agitó la opción de una denuncia penal). La incauta redacción del comunicado que sostuvo que el expediente de fotomultas no tenía estado parlamentario porque los giros a las comisiones no habían sido considerados en sesión, que le entregó en bandeja a la oposición el argumento para redoblar la presión mediante la suspensión del tratamiento del presupuesto, todo un exceso. La decisión de no aceptar antes el encuentro de jefes de bloque solicitado por la oposición. “¿Qué vamos a hacer cuando seamos nosotros los que necesitemos una reunión urgente?”, se preguntaban los que vacilaron ante la estrategia de no dejarse imponer los tiempos.

Al cabo de la semana la táctica viró. La presidenta citó a sesión extraordinaria para el día que pidieron los concejales del Frente de Todos y Crear, a pesar de que el reglamento le daba la opción de postergar la convocatoria.

En la sesión de mañana directamente se discutirá el convenio con la Universidad de San Martín. La oposición aprovechará la caja de resonancia que brinda el recinto para defenestrarlo y tenderle un manto de sospechas. Ya empezó a hacerlo al cuestionar que se estén colocando las cámaras cuando el tratamiento legislativo ni siquiera comenzó. Para salir airosos, los concejales del intendente deberán esmerarse en la defensa.

En lo estrictamente reglamentario se necesitan dos tercios de los votos para aprobar o archivar el proyecto. Nadie los tiene, por lo que volverá a comisiones, donde iniciará otro recorrido colmado de incertidumbre.

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