Correa se encamina a un control total del Congreso ecuatoriano

Correa se encamina a un control total del Congreso ecuatoriano
Por Carolina Brunstein

Eso le facilitará imponer sus programas más controvertidos. Entre ellos figura la legislación sobre la prensa.

Rafael Correa celebró casi hasta la medianoche su abrumadora victoria del domingo, y ya estaba ayer a las 6 de la mañana en el Palacio de Carondelet, retomando su agenda. Había mucho para festejar: además del contundente 56,9% de votos que obtuvo, su movimiento Alianza País se encaminaba a alzarse con la mayoría absoluta en el Congreso unicameral. Ese paso le allana el camino para radicalizar, su “revolución ciudadana”. Es decir lograr apoyo para su más controvertidos proyectos, entre ellos el que regula la prensa.

Los quiteños volvieron a su rutina, en una mañana que comenzó fría y lluviosa. Durante el día, casi a cuentagotas, se fueron conociendo los resultados de la elección para la Asamblea Nacional, el congreso unicameral, que tendrá a partir de mayo 137 bancas (se agregan 13, para equiparar con el crecimiento de la población).

Aunque al cierre de esta edición no estaban los resultados definitivos -que se difundirán “en unos días”, según el Consejo Electoral-, Alianza País tenía, según las proyecciones, un 51%. Frente a una oposición fragmentada y muy golpeada luego de esta elección, el oficialismo derrumba así una de sus últimas trabas.

La primera de las legislaciones será posiblemente la de comunicación, temida por medios periodísticos privados que se ven venir un fuerte control de los contenidos. La prensa “manipuladora” y “corrupta” como la llama el régimen, se ha convertido en la gran enemiga del gobierno de Correa que sostiene que la prensa debería ser un servicio público y no en manos privadas. El oficialismo insiste que su propósito es “democratizar” los medios.

Los resultados electorales reflejaron claramente lo que aquí repite la enorme mayoría de los ecuatorianos. En sus seis años de gobierno, Correa, un economista de 49 años, ha mostrado un gran carisma y, sobre todo, gestión. Se construyeron y mejoraron caminos, se hicieron escuelas y hospitales, se dieron subsidios al transporte, entre otras medidas que lograron mejorar las condiciones de vida de los sectores históricamente más postergados.

Aunque el mandatario se distanció en estos años de los grupos de izquierda que le dieron el apoyo necesario para llegar al poder en 2007, cumplió con su promesa de llevar adelante planes de contención social entre los más pobres. “La gran mayoría de los votantes ha visto mejoras en su vida cotidiana”, explica a esta enviada Wladimir Sierra, director de la escuela de Sociología de la Universidad Católica de Ecuador.

Ahora, afirma, el oficialismo “podrá aprobar con más libertad las leyes de comunicación y de reforma al Código Penal, dos normas fundamentales para acallar las críticas y ejercer una mayor coerción social”. Sierra advierte que “estas leyes en realidad no son fundamentales, pero servirán para distraer la atención y poder avanzar en otro tema clave que es la minería”.

La explotación minera es un eje central del enfrentamiento entre el gobierno y el movimiento indígena, que se opone a la extracción a gran escala que busca impulsar Correa. El gobierno ha perseguido a los aborígenes e incluso les ha cerrado una radio a una enorme tribu del Amazonas.

Esta discusión es de gran importancia en el país, señala el analista político Mauro Cerbino. “La izquierda y el movimiento indígena no lograron argumentar con suficiente fuerza”, explica.

“Con este triunfo aplastante, las voces de resistencia se verán disminuidas”, señala Cerbino a Clarín. Así, se podría aprobar una ley sobre el agua y otra sobre tierras, también bloqueadas por sectores indígenas y de izquierda, muy relegados en los comicios.

Aunque las voces críticas del gobierno vaticinan que en este nuevo mandato se reforzará el estilo verticalista del presidente, este investigador de Flacso opina que Correa ya no tiene motivos para la confrontación y que es posible que queden espacios para el debate.

Tras los festejos, se abren ahora grandes desafíos. Uno, central, será diversificar la economía del país para dejar de depender del precio del petróleo, uno de los principales productos de exportación, junto con otras materias primas. El presidente lo tiene claro, y entre sus propuestas figura el cambio de la matriz productiva. “Sustituir exportaciones primarias por las de bienes de mayor valor agregado y no exclusivamente dependientes del sector extractivo” es un objetivo central del plan de gobierno. Pero no se han anunciado medidas concretas. Será un reto clave para los próximos cuatro años.

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