Construyen dos plantas de tratamiento de residuos

Construyen dos plantas de tratamiento de residuos
La Legislatura aprobó su construcción. Se ubicarán linderas al Parque de los Niños y al Indomaericano. Se busca cumplir las metas establecidas en la Ley de Basura Cero.
La ciudad de Buenos Ai­res contará, por primera vez, con dos plantas de tratamiento de residuos en su territorio. El proceso previs­to logra reducir enormemente la cantidad de basura y no incluirá la incineración, tan temida y re­chazada por los grupos ecologis­tas. Pero nada es gratis: los esta­blecimientos estarán emplazados en dos de los espacios verdes más importantes con los que cuenta el distrito.

Las plantas tratarán la basura orgánica y la convertirán en com­post, un valioso abono orgánico para la tierra. Una estará ubicada en la desembocadura del arroyo Medrano, frente al Parque de los Niños, en Núñez. La otra, próxima al Parque Indoamericano, la terce­ra área verde de la ciudad, lindera al Autódromo.

La instalación de las dos plan­tas fue aprobada por la Legislatu­ra a través de dos leyes: una, para el cambio de zonificación de los te­rrenos donde se ubicarán, ya que necesitan al menos seis hectáreas libres; la otra, para crear dentro del Código de Planeamiento Urbano la figura de “higiene urbana”. Bajo esa rúbrica también fueron inclui­dos otros 13 establecimientos que ya forman parte de la logística de la basura en la Ciudad. Se trata de los “centros verdes” donde tra­bajan los cartoneros, de los espa­cios donde las empresas recolecto­ras guardan sus vehículos y de los centros de transferencia donde se acumulan los deshechos que irán a los rellenos sanitarios.

La localización de las plantas fue muy discutida en la Legislatu­ra y durante las audiencias públi­cas, ya que la ciudad no está en condiciones de seguir perdiendo espacios verdes. La Organización Mundial de la Salud (OMS) sugie­re un estándar de 10 m2 de área verde por habitante. En Buenos Aires, hay 6,2 m2. Con este gua­rismo ocupa el noveno lugar en un ranking de diez ciudades ame­ricanas elaborado por la ONU.

La Legislatura aprobó la ini­ciativa con 46 votos positivos y 12 abstenciones, entre las que se contaron los diputados del bloque SUMA+, Marcelo Ramal (FIT), Vir­ginia González Gass (PSA) y Paula Oliveto (Coalición Cívica).

La legisladora Karina Spalla, autora del proyecto, destacó du­rante la sesión que “es la prime­ra vez que la Ciudad va a brindar su propio territorio para avanzar en la resolución del problema de la basura”. Para la diputada Pau­la Penacca (FpV) “es una nueva oportunidad para que el Gobier­no de la Ciudad pueda generar conciencia para cumplir con la Ley de Basura Cero”.

El diputado Pablo Bergel (Ver­de al Sur en Unen) expresó que “las afectaciones de los predios no tuvieron en cuenta las opinio­nes de las comunas” y que “las plantas de tratamiento no gene­ran una reducción significativa de residuos. Si la Ciudad necesita es­pacios, puede comprarlos o ex­propiarlos, pero no avanzar sobre espacios verdes”, agregó.

Por su parte, el radical Juan Nosiglia (Suma + en Unen) su­brayó “la importancia de ordenar los residuos y profundizar la tarea de reciclaje”, pero deploró que el asunto no se hubiera tratado en la Comisión de Ambiente.

El nuevo procedimiento

La figura de “higiene urbana” introducida ahora en el Código de Planeamiento indica cómo debe ser la gestión integral de los Residuos Sólidos Urbanos (RSU) en los 15 predios donde se trata la basura.

Según los planes oficiales, so­bre las cinco mil toneladas de des­perdicios que generan los porte­ños, las plantas de tratamiento situadas en la Ciudad se encar­garán de procesar mil toneladas cada una. ¿De qué forma? A par­tir del tratamiento mecánico bioló­gico (MBT, por sus siglas en inglés), que combina la clasificación y tra­tamiento mecánico y biológico de la parte orgánica de los residuos.

Este sistema se utiliza para re­ducir la cantidad de residuos que se disponen en el relleno sanitario a través de la recuperación de los materiales reciclables y la estabili­zación de los biodegradables. La etapa mecánica de clasificación comienza con la separación de re­siduos secos y húmedos.

De forma manual se recupera de los residuos secos el papel, plás­tico y vidrio, para su posterior en­fardado y comercialización. Luego, tanto la línea de elementos secos como la de húmedos pasan a tra­vés de un sector con tecnología de imanes, donde se retiran los meta­les. Hoy funciona una en el relle­no sanitario de José León Suárez, que fue financiada y construida por la Ciudad de Buenos Aires. Por cada millar de toneladas que pro­cesa, recupera unas 600. En cada galpón de la planta de José León Suárez funciona una plataforma de separación y clasificación de re­siduos, que cuenta con tres líneas operativas, donde se realiza el tra­tamiento mecánico a los residuos secos. Mientras que el área donde se disponen los residuos orgánicos (llamada de bioestabilización) dis­pone de 12 túneles de hormigón armado de 818 toneladas de capa­cidad para tratar esa basura.

Los metales son recuperados de forma automática mediante un separador magnético. Los residuos húmedos son llevados a la plata­forma donde serán tratados. Allí se los coloca en los biorreactores, el lugar donde la basura se conver­tirá en compost.

El biorreactor permanece ce­rrado herméticamente durante 23 días y es monitoreado por un siste­ma computarizado para controlar temperatura, oxígeno y humedad durante el tratamiento. Finalizado ese plazo, se obtiene material bio­estabilizado que se utiliza como primera cobertura del relleno sa­nitario para que actúe como filtro biológico de la basura que allí se deposita (biofiltro).

La Ciudad ya tiene una planta que trata los residuos provenien­tes de las edificaciones, conocidos como áridos, y suma otras 2.200 toneladas. Las dos nuevas plantas contarán con la misma capacidad.

La tecnología de tratamiento mecánico biológico está siendo uti­lizada en ciudades del Reino Unido, de Italia, Alemania y, especialmen­te, España, para reducir la cantidad de desechos que se entierran en los rellenos sanitarios. También se usa en San Francisco, en los Estados Unidos. Gracias a este método –y a una fuerte campaña de concien­tización– esa ciudad ha conseguido reciclar el 80% de su basura.

Basura cero

El gobierno porteño asegura que estas medidas eran necesa­rias para poder cumplir con la ley de basura cero, una norma apro­bada en 2005 que compromete a la Ciudad a reducir la cantidad de residuos que deposita en el relleno sanitario de José León Suárez, ac­tualmente al borde del colapso.

El gobierno porteño se había comprometido ante su par de la provincia de Buenos Aires a redu­cir hacia fines de este año en un 78 por ciento las 5.000 toneladas de basura que entierra, meta que to­davía se encuentra lejos de poder cumplir. Gracias a que el Ejecutivo nacional le aprobara a la Ciudad la anexión de un terreno dentro del Coordinación Ecológica Metropo­litana Sociedad del Estado (Ceam­se), el gobierno macrista obtuvo otros cinco años de respiro.

Mientras tanto, la Ciudad fir­mó hace un mes el contrato de recolección de basura por el cual desembolsará 30.000 millo­nes de pesos en 10 años. Segui­rán las mismas cinco que recogen los residuos desde hace una déca­da: Cliba –perteneciente al Grupo Roggio–, Industrias Metalúrgicas Pescarmona, Urbasur –de Trans­portes Olivos–, Aseo y Ecología Sociedad Anónima, Nittida (Gru­po Emepa) y Ashira. El gobierno les adelantó 1.300 millones de pesos para la compra de camio­nes de carga horizontal. De este modo, se podrán vaciar los con­tenedores que ya están instalados en casi todos los barrios de la Ciu­dad de Buenos Aires.

La semana pasada, Facundo Di Filippo, ex legislador e integrante del Colectivo por la Igualdad, de­nunció en el fuero penal a Edgar­do Cenzón, ministro de Ambien­te y Espacio Público, y al jefe de Gobierno de la Ciudad, Mauricio Macri, por implementar los con­tratos de recolección de residuos sin cumplir con los pasos legales, entre los que está que la Legisla­tura evalúe el contrato.

Como la concesión de reco­lección es por más de 10 años, el pliego tendría que haber sido puesto a consideración y aproba­do por los diputados porteños.

El nuevo sistema también in­cluye los contenedores: los de co­lor negro serán responsabilidad de las empresas; los verdes (con material reciclable), responsabili­dad de los cartoneros. Y trae otra novedad: los camiones pasarán los siete días de la semana.

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