Corrupción en Brasil. Romero Jucá, ministro de Planificación, pidió licencia. Se divulgó un audio en el que trama un pacto para sacar a Dilma.
Por Eleonora Gosman
La situación política en Brasil tomó la velocidad de un bólido. Y, como ocurre con los asteroides cuando ingresan a la atmósfera, corre el riesgo de desintegrarse. Ya hay una primera renuncia ministerial, disfrazada de “licencia del cargo”: se trata del ministro de Planificación Romero Jucá, quien asumió hace apenas 12 días cuando el presidente interino Michel Temer fue elevado a la condición de jefe del Palacio del Planalto. Lo que provocó la salida de este político, considerado clave dentro de la nueva estructura de poder, fue la revelación de un diálogo donde se evidenció “un pacto” para silenciar las investigaciones sobre las coimas de Petrobras.
También demostró que el juicio contra la presidenta Dilma Rousseff fue una maniobra política, armada por estos parlamentarios para tratar de salvar su piel. Los diálogos del ahora “ministro licenciado” Jucá, que fueron grabados en forma secreta, el político los mantuvo con su “amigo” (en sus propias palabras) Sergio Machado, ex titular de la estatal Transpetro (subsidiaria de Petrobras). La transcripción, y los audios, fueron publicados por el diario Folha de Sao Paulo. Y muestran que las votaciones parlamentarias para el enjuiciamiento de la presidenta Rousseff, primero en Diputados (el 17 de abril) y luego en el Senado (el 11 de mayo), obedecieron exclusivamente a una operación para “detener la hemorragia” causadas por las investigaciones del juez de Curitiba Sergio Moro en lo que se conoce como “petrolao” o también operación “Lava Jato”. De las palabras de Jucá, un hombre clave dentro del interinato de Michel Temer, surge que en la evaluación de ese grupo político, hoy en el Palacio del Planalto, la jefa de Estado no podía, o no quería, parar las averiguaciones del magistrado Moro. El drama para el Congreso es que éstas involucran a más de medio centenar de diputados y senadores, con sospechas de corrupción. La lista de estos políticos incluye a buena parte de la cúpula del PMDB y varios de los ministros del presidente provisorio.
En conferencia de prensa, ofrecida a toda prisa al mediodía, Jucá se valió de los argumentos más convencionales para rebatir al diario Folha. Habló de “manipulación de las informaciones” a partir de la transcripción de los audios. Sólo que Folha los puso a disposición de quien quisiera escucharlos en su página web (www.uol.com.br). Y no hay manera de disimularlos. Los diálogos comienzan cuando el ex funcionario Sergio Machado, que dirigió la Transpreto, mencionó el riesgo que existe en relación a las delaciones de los empresarios presos. Sostuvo, en ese encuentro con Jucá a mediados de marzo, que podría haber “un efecto cascada” con las prisiones de empresarios y las delaciones consecuentes a las que se acogían, para obtener los beneficios de una reducción de penas. Esto fue lo que ocurrió desde que Moro inició sus indagaciones sobre las coimas en la petrolera.
Primero afectaron al PT, al que pertenece Rousseff. Luego involucraron a una parte sustantiva de los líderes políticos. Machado mencionó, entre ellos, a varios de la socialdemocracia: Aécio Neves y José Serra. Sobre el primero, dijo: “Se lo van a comer”. Del segundo existió apenas una mención del apellido. Lo cierto es que Machado le exigió a Jucá montar “una estructura” para impedir que su caso fuera enviado a Curitiba, donde actúa el juez Moro. Trascendió, a última hora, que este ex directivo de una subsidiaria de la petrolera estatal, se apresta a negociar un acuerdo de “delación premiada” (o sea, a la figura del arrepentido) con el procurador general Janot. Según Folha, Machado es investigado en la Corte Suprema por serias sospechas de que está involucrado en la corrupción de Petrobras. El ex ejecutivo es considerado un hijo político del presidente del Senado Renan Calheiros que, al igual que el interino Temer, es uno de los dirigentes máximo del PMDB. En declaraciones que el empresario había hecho, en noviembre pasado, a la Policía Federal de Brasil, había admitido que tuvo contactos fluidos con otro de los grandes lobistas de este esquema: el “cambista” Fernando Soares. Es más: tanto Soares como el ex ejecutivo de Petrobras, Paulo Roberto Costa, sindicaron a Romero Jucá, a la sazón senador federal, como receptor de coimas de Transpetro.
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