Biocombustibles y medio ambiente: la otra cara de una pelea que no es sólo económica

Biocombustibles y medio ambiente: la otra cara de una pelea que no es sólo económica

Mientras se discute en el Congreso el proyecto que prorroga el régimen de promoción, expertos advierten sobre el impacto ecológico que tiene la producción que favorece la descarbonización de la matriz energética

Prorrogar o no prorrogar: ¿Esa es la cuestión? Así aparece presentado, a primera vista, el debate sobre la ley que promueve la producción de biocombustibles en la Argentina. Sin embargo, no es tan simple. La norma fue sancionada en 2003 y establece que, del combustible que sale del surtidor debe tener un corte obligatorio de 12% de bioetanol -que se produce con el alcohol de caña o maíz- (nafta) y 10% biodiésel -a partir de aceite de soja- (gasoil). Vence el 12 de mayo.

A pesar de que el año pasado el Senado le dio media sanción a la prórroga, ahora en Diputados apareció un proyecto del oficialismo que permitiría bajar el porcentual obligatorio de corte, lo que implicaría que muchas pymes se vean forzadas a cerrar.

Mientras la política zanja sus diferencias en el Congreso, el debate sobre la descarbonización de la matriz energética del país y la diversificación siguen ausentes. Así lo consideran las fuentes consultadas por Infobae, respecto de este tipo de combustible.

“Argentina, al no ser a nivel mundial gran productora de petróleo, y por ende estar al margen de las decisiones, diversifica la matriz energética y da trabajo en el interior del país. A partir de la ley, se generaron 54 plantas -empresas pymes- en 10 provincias. La mayor parte de las empresas están en Santa Fe, y el 80% del biodiesel que se produce en el país sale desde acá. Se buscaba que esas pymes, en gran medida de capitales nacionales, sean proveedoras de las petroleras. Al vencer la ley, las empresas no tendrán más obligación de comprar los cortes. Por ende, esas empresas se funden. No es que las petroleras digan `los biocombustibles son malos`. No los quieren porque ellos no lo producen. Hoy al menos. Pero, en energía, es mucho más beneficioso estratégicamente que existan muchos proveedores”, explica a Infobae Verónica Geese, ex secretaria de Energía de Santa Fe y cofundadora de la Liga Bioenergética de las Provincias.

“Se da esta tensión entre las provincias que producimos a partir del recurso natural y vivo -energías renovables- y del otro lado una corporación que responde al sector petrolero (provincias y empresas). Desde hace 100 años el petróleo se extiende en lo que es la matriz productiva del país. Los temas energéticos se tratan de esta manera, con esa lógica. El sector de biocombustible es como una hermanita menor”, agrega.

Para Geese, la meta de la Argentina debería ser la descarbonización de la matriz energética, hoy más del 80% de la generación proviene del gas o del petróleo. Y cree que los biocombustibles podrían ser ese puente. “El objetivo mundial se traduce en descarbonizar la matriz energética y las actividades que realizamos: pasar todo lo que consumimos a energías renovables que emitan menos carbono. El petróleo, cualquiera sean sus productos, tienen una gran emisión. La idea es ir reemplazando esos productos fósiles tanto para los autos, colectivos, etc como para la electricidad que utilizamos. Si la Argentina no lo hace -tiene compromiso internacionales que asumió- se le complica”, dice.

Sin embargo, en el gobierno nacional no piensan lo mismo. Durante el informe que dio el secretario de Energía de la Nación, Darío Martínez, en Diputados lo dejó claro: “En 25 años un motor a combustión va a estar cuestionado; va a pasar y hay que tenerlo en cuenta”, dijo el funcionario nacional. Argumentó que el gas supone menor emisión de CO2, plantea precios más baratos que combustibles líquidos derivados del petróleo y posee mayor eficiencia calórica tanto en GNP como GNL y GNC.

Para Martínez la nueva norma debe observar la irrupción de la electromovilidad y el país tiene que advertir que el hidrógeno será otro actor central del nuevo escenario energético mundial, al menos en los planes a futuro.

“Es claro que eligen el gas como puente de transición energética. Hoy la Argentina importa gasoil, no estamos sustituyendo con el biodiesel gasoil que se produce en Neuquén. No tiene sentido que el petróleo siga pujando, desafiando, haciendo lobby para importar un producto. No tiene sentido que una buena iniciativa se cambie para empeorarla”, agregó Geese.

Las ONG ambientalistas tienen una mirada más relacionada con el uso de los recursos ecosistémicos y de qué forma estas producciones los afectan. Para María Marta Di Paola, analista de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales: “Hay una retroalimentación entre el mercado de la energía y el de los alimentos y eso no se debate seriamente. Claramente hay una competencia en el uso de recursos y una afectación en el precio. Esto lleva al alza el precio de los alimentos. no es una mirada ambiental, es de una mirada de la economía agraria y de equidad en el acceso a los alimentos”.

La experta recuerda que el Programa de Medio Ambiente de las Naciones Unidas (Pnuma) sostiene que “las reducciones de gases efecto invernadero debidas a la producción de biocombustibles a menudo no serán suficientes para compensar los problemas de biodiversidad que surgen del aumento de la conversión del uso de la tierra”. Es decir, que tampoco serían la solución ideal.

Para la Fundación Vida Silvestre Argentina: “Los biocombustibles son una herramienta tecnológica que aparece como una alternativa energética renovable que contribuiría a la mitigación del cambio climático. Sin embargo, también se ha visto que pueden potenciar una mayor presión de conversión de áreas naturales, así como la competencia por el uso del suelo para la producción de alimentos. La producción de biocombustibles a partir de cultivos o el uso de biomasa de residuos de cosecha (necesarios para la nutrición del suelo) debe analizarse con mucho cuidado. Las energías renovables a promover deberían ser aquellas que no compiten con la alimentación ni comprometen la fijación de carbono en los suelos.”

Geese también acuerda con esta visión. “Es el mismo debate que con las energías renovables. No llegaron para que cinco empresas se conviertan en un modelo de concentración. La idea es que el acceso a la energía sea cada vez más democrático y esté en más manos, no en menos. Es por eso que creemos que esta ley fue buena e innovadora en su momento porque apostaba al desarrollo local”, indicó.

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