El accionar policial cambia los objetivos por la crisis

El accionar policial cambia los objetivos por la crisis

La Policía Federal, la de la Ciudad y la Bonaerense tendrán nuevos roles. Cuáles serán las medidas que se vienen ante el alargamiento de la cuarentena.

 

Las balas son más rápidas y efectivas que las palabras. Y en toda crisis la seguridad ocupa un rol central. En una coctelera imaginaria, pero cargada de cierto realismo urbano, se podría decir que sin crisis no hay méritos, que en ellas se es consciente del peligro y que si hubiera información, no existiría. El coronavirus puso a la Argentina en una crisis y el rol de las fuerzas de seguridad será fundamental para salir de la mejor manera posible de ella. Pero la escalada del conflicto impondrá un nuevo manejo de la seguridad y las fuerzas policiales tendrán otros objetivos.

Desde que se implementó la cuarentena obligatoria. Las cifras lo dicen todo: desde el viernes hasta el martes, las fuerzas federales demoraron a más de 20 mil personas y detuvieron a 1.200. En lo que se refiere a la revisión de vehículos, se secuestraron 543 automóviles: 302 por parte de efectivos de la PFA; 161 de la GNA; 55 de la PNA y 25 la PSA. Por su parte, la Policía de la Ciudad, que también integra el Comando Unificado, ya detuvo a 192 personas y demoró, notificó o trasladó a su domicilio a otras 672.

A partir de esos números, queda claro que a medida que la cuarentena se alargue el control policial se deberá profundizar ya que será cada vez más complicado tener a la gente en sus casas. A eso se suman, dos preocupaciones que distintos funcionarios policiales coincidieron en señalarle a Noticias Urbanas: el peligro de que aumenten los robos a las casas y comercios. El otro tema es la contención social ante la profundización del parate económico que trae aparejada la crisis actual.

Este medio dialogó con un importante comisario de la Policía Federal que le adelantó lo que viene. “Va a haber cierre de pasos para futuros controles nocturnos. Una puesta a prueba de un cordón de seguridad con la Provincia de Buenos Aires y el mantenimiento de controles aleatorios en zonas rojas, como las villas de la Ciudad. A eso se sumarán controles de hospitales y clínicas, supermercados y estaciones de servicio”, explicó el uniformado.

Pero eso no es todo. También se reducirá el horario de funcionamiento de ciertos comercios que todavía permanecen abiertos. Menos horario de apertura para facilitar el control policial. “Estamos a horas de un toque de queda nocturno, se está ajustando todo para controlar las calles de noche”, agregó el integrante de la Policía Federal. Todas esas medidas tienen que ver con que la policía no descarta “cierta indisciplina social” con el alargamiento del encierro.

Es más, desde la Policía de la Ciudad se alertó a los vecinos que extremen las medidas de seguridad al abrir las puertas de sus casas, para evitar alguna visita no programada e inesperada. Todo esto para evitar robos.

Luis Vicat, abogado, licenciado en seguridad y exjefe del Área Especial de la Policía Bonaerense, le explicó a Noticias Urbanas en qué situación se encuentra la gente ante la prolongación del encierro. “Resulta necesario mensurar las distintas formas de violencia que acompañan a una pandemia. En la Violencia Centrífuga, el efector generalmente tiene su espacio dentro de un grupo en donde las relaciones interpersonales se van labilizando, al igual que los frenos inhibitorios, de la mano de la frustración que, se sabe, genera agresión. Así surgen conflictos intrafamiliares que pueden acarrear violencia de género o simple violencia derivada del confinamiento. A esto hay que agregar  las nuevas reglas de juego para la convivencia, como colas obligadas, horarios coactivos de desplazamiento. La proyección en figuras de autoridad que se perciben como hostiles también contribuyen a desafíos, inconductas o simplemente delitos. Eludir la cuarentena o idear formas de burlarla es un claro ejemplo”, explicó Vicat.

En esa misma línea agregó: “Al mismo tiempo, los sujetos que viven esta realidad pueden sufrir las consecuencias de la Violencia Centrípeta, es decir la que proviene de afuera y hacia su entorno. La Resiliencia Delictiva se agudiza en procura de bienes que el victimario necesita y, más allá de los hechos de violencia tradicionales, que se ven dificultados por la relativa ausencia de potenciales víctimas en el afuera, recurre a determinados ardides para lograr el ingreso a propiedades ya no por la fuerza sino apelando a la ansiedad, cuando no a  la desesperación de quienes de pronto se ven impedidos de usar servicios elementales como agua, luz, comunicaciones telefónicas o cibernéticas o el supuesto ofrecimiento de bienes escasos -de la mano de la especulación en muchos casos- como el alcohol en gel, sobredimensionado en sus poderes que pueden emularse por otros medios, como el jabón por ejemplo”.

Según la policía, la situación se hace más conflictiva en los barrios más humildes. “Los operativos que se pueden ver en CABA, tanto de parte de miembros de Policía de la Ciudad como de Fuerzas Federales, están bastante bien realizados, pero uno de los principales problemas siguen siendo las villas: existen en la Argentina más de 4300 villas, las cuales sumarían más de 330 km cuadrados (Capital tiene unos 203 km cuadrados). A pesar de lo que indican las estadísticas oficiales, en CABA viven en dichas villas entre 350 mil y 400 mil personas. Incluso se hace muy difícil conceptualmente separar, por ejemplo, la 1-11-14 de los contiguos barrios Illia y Rivadavia. Conforme lo que puede observarse a simple vista, en las villas más grandes -1-11-14, Oculta, Lugano, Zavaleta y Retiro- la cuarentena en los hechos es bastante mínima: tienen abiertos muchos negocios y la gente circula alegremente las 24 horas del día, y con vehículos que continuamente entran y salen sin ningún control. Objetivamente, resulta muy difícil imponer pautas sociales o sanitarias en sectores tan marginales. Y mucho más cuando en todas esas villas existen territorios o zonas liberadas, protegidas por jefes policiales y encubiertas por políticos, jueces y fiscales, explicó Jorge Rodríguez, exasesor del ministerio de Seguridad de la Nación en la época de Nilda Garré y autor del libro “Laboratorios de cocaína en la Ciudad de Buenos Aires”.

Por último, hay que señalar que en la propia Policía Bonaerense se vive un profundo malestar por la falta de los insumos necesarios que se necesitan para protegerse en el trabajo diario en la calle frente al coronavirus.

La situación es compleja, pero está claro que la seguridad cambiará sus objetivos y se profundizará un mayor rol de control. Nadie sabe quién irá más rápido: si las palabras o los hechos.

fin.

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