Una multitud recibió a Macri en la Casa Rosada bajo un calor agobiante

Una multitud recibió a Macri en la Casa Rosada bajo un calor agobiante

Tras jurar en el Congreso, Mauricio Macri fue recibido por una multitud en la Plaza de Mayo. El pronóstico anunciaba 33 grados de máxima y no falló. Bajo un sol radiante, miles de seguidores se reunieron este jueves al mediodía para esperar el desembarco del líder del PRO y su gabinete en la Casa Rosada. 

Desde temprano, la Plaza se fue poblando de fanáticos que vinieron desde todos los barrios porteños, pero también del Interior y el Conurbano. El dispositivo de seguridad interrupió el tránsito en la zona y desde el Parlamento y desplegó decenas de vallas para cercar las calles aledañas, dejando el paso libre dentro de un corralito al descapotable que trasladó a Macri y su esposa Juliana Awada. 

La Cantera Popular de la UCR fue la primera en levantar su bandera roja y blanca frente a la Casa de Gobierno. Le siguieron el PRO de Santiago del Estero, Ucedé, el peronismo disidente de Almirante Brown, el partido correntino ECO, Fe, la Juventud del PRO y la radical. El matancero Miguel Saredi bajó dos micros escolares llenos de contribuyentes. La barra de Platense aportó los bombos y tropetas.

El calor fue tan agobiante que a casi nadie le falta la botellita en la mano. Los vendedores ambulantes vendían el agua de medio litro a $ 20. Los más chicos se refrescaron en las fuentes de la Plaza como si fueran piletas, mientras los más grandes agitaban folletos o viejas boletas de Cambiemos para hacerse de viento fresco. Las más coquetas se abanicaban. Otras protegieron las cabezas con elegantes sombreros estilo Panamá. Muchos aprovecharon las sombras de las altísimas palmeras que rodean a la Pirámide para esconderse del sol rajante. Desde allí, escucharon y vieron el acto por las pantallas gigantes. Lás cámaras y la estructura de caños que sostuvieron las torres de sonido fueron las mismas que utilizó el día anterior Cristina de Kirchner para despedirse tras 8 años de mandato.

Antes de las 12, cuando la partida del vehículo de Macri del Congreso se tornó inminente, miles de personas se agolparon de repente en las vallas que limitaban el camino. Sacaron fotos, cantaron "sí se puede, sí se puede", sacaron más fotos y le recordaron a Cristina que ya era "calabaza". Desde las oficinas cercanas bajaron a la calle y los que se quedaron salieron a los balcones. Los empleados de la AFIP, Banco Nación, Ministerio de Economía y los edificios que encajonan a la Plaza subieron a las terrazas y azoteas. Otros se asomaron por las ventanas, se apostaron en las puertas de los comercios o se treparon a los canteros, rejas y bancos públicos. 

Juan Carlos, un empresario ruralista de 56 años, no se soltó un segundo de la valla. Estaba desesperado por ver al nuevo jefe de Estado. "Lo primero que hay que resolver es la economía", sintetizó.

María Emilia, de 33 años y empleada de una empresa tecnológica, le pidió a Macri "que si encuentra un ñoqui o un corrupto, lo eche del Gobierno". En otro tono, pero igual de acalorado, Juan Ignacio, de 27 años, señaló que quiere que el presidente "saque al país adelante sin divisiones".

Los bares del centro de la ciudad con aire acondicionado se llenaron de entusiastas vecinos que no querían perderse el discurso en el Congreso. El clima era festivo y de alegría. Muchos llegaron con globos celeste y blanco y con banderas argentinas. En la Plaza, la ofrecían a $ 80. El bombón helado a $ 10. A diferencia de la despedida de Cristina, hoy no se mezcló entre la gente el humo de las brasas y el olor a chopiran, hamburguesa y bondiola. Eso queda para otras convocatorias. El único choripanero de la Plaza se fue en seco: no vendió nada.

El único momento de tensión se vivió cuando un grueso grupo de intolerantes insultaron y agraviaron a las Madres de Plaza de Mayo que realizaron la tradicional ronda de los jueves, una vez que el descapotable estacionó en el playón de Presidencia y las vallas se abrieron de par en par. Sin Hebe de Bonafini, las madres y un centenar de militantes kirchneristas se abrieron paso entre los macristas que les impregnaron todo tipo de afrentas. Incluso, intentaron frenar el lento marchar de las "viejas". A coro, exultantes, los reunidos por Macri les gritaban: "Sí se puede, sí se puede". Los que acompañaba a esas mujeres que todavía buscan a sus hijos desaparecidos replicaban: "Madres de la Plaza, el pueblo las abraza".

El auge de la convocatoria que lanzó Macri por Facebook se palpó cuando recibió los atributos, el bastón y la banda, y la posterior salida al "balcón de Perón". Néstor y Cristina de Kirchner no lo hicieron. Pero el exjefe de Gobierno porteño se asomó con un micrófono en mano junto a Awada, la pequeña Antonia,Gabriela Michetti, el novio de la vice, Juan Tonelli, los fotógrafos oficiales y algunos miembros del gabinete. "Siempre voy a ser sincero y mostrar tal cual son los problemas porque sé que el pueblo argentino es lo suficientemente inteligente para trabajar juntos y resolverlos. Les quiero agradecer. Esta Argentina la construimos todos juntos", expresó eufórico antes de entregarse a la danza, con la ayuda de una cumbia de Gilda.

Pasadas las 14, la ceremonia había finalizado y comenzó la desconcentración. Se sentía la fatiga del rayo de sol. Los oficinistas volvieron a sus tareas y los venidos de lejos regresaron a sus hogares. Hoy, la Plaza de Mayo y todos los que la visitaron fueron testigos de la asunción del sexto presidente elegido por el voto popular desde el retorno de la democracia.

Comentá la nota