¿Malena ya fantasea con la versión massista del Plan 16K?

¿Malena ya fantasea con la versión massista del Plan 16K?

Galmarini cuestiona las construcciones personalistas desde un claro massacentrismo. Es hija de la pòlítica. De fuerte personalidad, tiene perfil propio. Es la segunda figura más influyente en el FR.

La compañera de la vida de Sergio Massa es, también, su principal socia política. Como explica Letra P en la entrevista/perfil que publica aparte, Malena Galmarini es mucho más que una suerte de primera dama del Frente Renovador. Dura, visceral y omnipresente, pero también magnética hacia adentro del espacio que conduce su marido, esta mujer que aprendió a caminar en una casa saturada de dirigentes políticos es, claramente, la segunda figura más influyente de una fuerza política que, a pesar de sus críticas a las construcciones personalistas, es nítidamente massacentrista: un universo en el que todo gira alrededor del líder. Ella no usa el apellido de casada ni es (por diferentes razones) Cristina Kirchner. Y asegura que no mata por un cargo. Pero acaso en su cabeza ya aparezca la fantasía de ser para Massa lo que CFK fue para Kirchner. Para que esa ilusión llegue a convertirse en una posibilidad, mucha agua deberá correr por debajo del puente, pero la historia reciente ofrece el antecedente de una secuencia de acontecimientos cuya eventual réplica podría ser la plataforma de realidad de lo que es, por ahora, apenas un garabato de ciencia ficción.

En 1995, el Frepaso, una formación de centro izquierda construida a partir de desprendimientos del peronismo (el Grupo de los Ocho diputados que rompieron con el PJ menemista) quebró el bipartidismo justicialista-radical que había regido la política argentina por 50 años. Con cinco millones de votos para la fórmula Octavio Bordón – Carlos Álvarez, la fuerza emergente relegó a la UCR en las elecciones que, de todos modos, determinaron la continuidad deCarlos Menem en el poder. Cuatro años después, esa agrupación vería en una coalición con la UCR la chance de sacar al PJ del poder y terminaría entregándoselo a los radicales: fue a una interna imposible por las diferencias insalvables de aparato y, encima, con Graciela Fernández Meijide como candidata.

El final de este proceso no es el que querría la dupla Massa-Galmarini, pero sí el comienzo. Este fin de semana, en Mar del Plata, el diputado nacional dejó en claro que quiere ser el Frepaso de esta década. O sea: pretende que el Frente Renovador (una formación construida también a partir de desprendimientos del peronismo, aunque en este caso del kirchnerista) sea la cuña que quiebre el nuevo bipartidismo vigente aprovechando el debande del PJ y los problemas de gestión del PRO. ¿Massa tiene pinta de progresista, como Chacho? No, para nada. Pero ensaya una alquimia que puede resultar atractiva para la clase media, que es la franja del electorado que, se dice siempre, define las elecciones, como él define ahora las votaciones en el Congreso. Parado en el medio de la avenida del medio, el de Tigre busca barrer votos de las dos veredas. Por eso prepara una mermelada que incluye seguridad jurídica, mano dura con el delito y un sistema productivo con eje en las pymes y el mercado interno para beneficio de la clase trabajadora. Un peronismo republicano no populista, vendría a ser. En Mar de Plata, el eslogan fue “Ni ajuste ni corrupción”. O sea: ni macrismo ni kirchnerismo.

¿Puede andar? Imposible saberlo. Lo cierto es que, frente a la propuesta neoliberal de ajuste impopular que el PRO consolida en el ejercicio del poder y ante la ausencia de buenos productos electorales en el peronismo orgánico, la figura de ese Frankenstein –Massa es eso: un diseño de laboratorio- gana envergadura en el escenario electoral 2017/2019.

Por eso cabe la pregunta: ¿Malena fantasea con una versión massista del Plan 16K, aquel que preveía –hasta que la muerte de Néstor Kichner lo alteró definitivamente- la alternancia de los cónyuges por cuatro mandatos en la Casa Rosada?

A favor de Galmarini está la creencia marxista de que la historia se repite dos veces. En contra, el temor a que la primera réplica sea una tragedia.

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