Macri, Gutiérrez, y el principio cierto de la dificultad

Macri, Gutiérrez, y el principio cierto de la dificultad

Será muy difícil para Omar Gutiérrez cerrar frentes de conflicto con los gremios estatales en poco tiempo, si es que en realidad pretende esto el Gobernador, que ha hablado poco del tema, y se ha concentrado en desdramatizar el asunto, ubicándolo como un tema más de los tantos que afronta el Estado en los que estará él mismo presente.

Gutiérrez se ha limitado, por ahora, en insistir en que el diálogo es la única herramienta disponible para negociar el espinoso asunto de cómo manejar la masa salarial global de la Provincia, aumentada de manera peligrosa en los últimos años, inflada por la burbuja de Vaca Muerta, y alimentada por la convicción histórica del MPN acerca de la infalibilidad de sus políticas desarrollistas.

Pero la realidad volcará todo su contenido, aun el desagradable, en una semana con cierto frenesí. Coinciden factores: los primeros paros estatales de la gestión; el posible bloqueo de los puentes; la desobediencia ante el amague de imposición de un protocolo de desalojo de cortes de ruta; la constatación de que los tiempos del gobierno de Macri se disparan sin que el Presidente pueda hacer un cronograma creíble para los gobernadores.

El gobierno neuquino ha acumulado todo el dinero que ha podido en estos dos primeros meses de gestión, pero necesita más tiempo, y fundamentalmente, necesita que se destraben dos cuestiones que maneja Macri, una con Alfonso Prat Gay –la negociación con los holdouts-, la otra con Juan José Aranguren, los precios del gas.

Si hay acuerdo con los holdouts (podría llegar antes de la visita de Barack Obama, el presidente estadounidense, al país, el 23 y 24 de marzo), Neuquén tendrá libre vía para colocar sus bonos en dólares, y podrá solucionar el financiamiento de todo el año sin mayores dificultades. Si se fijan los nuevos precios del gas, aumentarán los recursos por regalías, entrará el sector petrolero en una fase más tranquila, y el gobierno de Gutiérrez podrá hacer un presupuesto un poco más real que el dibujo presentado el año pasado.

Enfocado desde este ángulo, la negociación con los gremios no tiene perspectiva de acuerdo cierto antes de un plazo que va de los 30 a los 60 días. Por ende, el conflicto puede empezar y continuar, y el gobierno de Gutiérrez tener que convivir con medidas de fuerza, alteración del funcionamiento del espacio público, y un clima beligerante que no parece ser el que desea esta gestión, como en realidad ninguna gestión lo ha deseado nunca, salvo tal vez algunos tramos de los gobiernos de Jorge Sobisch, cuando se jugó al límite en muchas oportunidades.

Es lógico que el gobierno se aplique por ahora con mucha concentración al tema docente. Se hizo una oferta como para inaugurar la negociación, con la mitad del porcentaje que se especula podría pagarse como incremento. El gremio conducido por Marcelo Guagliardo anunció un paro, que se cumplirá este lunes, de relativa incidencia pues las clases no han comenzado. Amenaza, precisamente, con no empezar las clases. Si esto ocurre porque no se logra un acuerdo en esta semana, implicará un primer fracaso para Gutiérrez, tenga o no tenga razón el gobierno, pues la ciudadanía (que ha abierto crédito a los nuevos gobiernos, aunque acotado en el tiempo) verá la recurrencia del conflicto y sentirá inevitablemente la cruda evidencia de los desaciertos argentinos, una vez más.

Si se considera que el acuerdo con el resto de los gremios tal vez tarde más tiempo todavía, y que al mismo tiempo está en marcha el ajuste vía suspensiones y jubilaciones en el sector petrolero, puede considerarse inaugurada la etapa de asunción de la realidad impiadosa en Neuquén: ya no se sostiene con burbujas ni palabras acerca del venturoso futuro.

Hay petróleo importado (llega esta semana un barco con petróleo de Nigeria) y una interna feroz entre economistas del gobierno nacional (Prat Gay, Melconian, Sturzeneguer) que enfoca, por orden del mismo presidente Macri, el tema inflación como central. El petróleo importado es un paso hacia ese combate, pues el bajo precio internacional permitiría sostener sin aumento los combustibles un tiempo más. A costa, eso sí, de retrasar la producción local y alimentar la carencia por otro lado. Es la frazada corta petrolera: si importo, tapo la cabeza y destapo los pies; si no importo, tapo los pies y me queda la cabeza al aire, pues tengo que aumentar el precio de la nafta y contribuir al aumento del índice inflacionario, haya o no INDEC que lo mida.

Esta compleja situación servirá como sustento previo al discurso de Gutiérrez que inaugurará sesiones en la Legislatura provincial. Ese discurso, en medio de esta coyuntura urgente, será importante, tanto por lo que se diga en su texto, como en lo que no se diga. No es este un año electoral, por lo que la política importa solo en lo que hace a su esencia misma, es decir, la resolución de problemas, con el único resultado aceptable, que es mejorar la calidad de vida de los ciudadanos en una etapa determinada por la gestión de quien gobierna.

Gutiérrez no está encerrado ni acotado en sus posibilidades. Estas situaciones suelen ser, casi siempre, consecuencia de las acciones del mismo gobernante. Hasta ahora, ha sembrado un estilo abierto y descontracturado, pero con una enorme prudencia a la hora de referirse a cuestiones de fondo, esas que hacen al estado de las cuentas públicas, y por ende, al respaldo que tendrá la provincia para enfrentar situaciones de complejidad creciente.

Los gremios estatales difícilmente hagan fácil este proceso de sinceramiento. Vuelve a ponerse en el tapete el obsesivo tema del Estado como explicación a todo lo que se hace en Neuquén. Se verá si se sale apuntando a una transformación real, o si se insiste en sostener el mismo esquema.

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