Llora Cristina: a Macri le volvió la suerte

Por: Carlos M. Reymundo Roberts. Está pasando lo que el kirchnerismo más temía. Era el gran cuco de la campaña. Si por algo cruzaban los dedos Cristina y Alberto era por eso.

¿La aparición de nuevos cuadernos de Centeno? ¿Otro video tipo los hijos de Lázaro Báez contando millones en La Rosadita o tipo Josecito López en algún convento? ¿El descubrimiento de un pozo rebosante de dólares en algunas de las decenas de propiedades de los Kirchner? ¿Una cuenta en las Seychelles? ¿La confesión de De Vido o de Boudou desde la cárcel: "La verdad, nos afanamos todo y un poco más también"? ¿Un audio en el que se escucha a Cris decirle a Parrilli: "Che, pelotudo, comprale un disfraz de títere a Alberto y mandáselo de parte mía"? No. Muchísimo peor. El principal fantasma del Frente de Todos los Bolsos era que apareciera el único factor contra el que, de tan poderoso, saben que no pueden luchar. Su bestia negra. Un enemigo invencible: la suerte de Macri. Sí, cuando el viento de la buena estrella le empieza a soplar, ya ni siquiera vale la pena presentar batalla. Hay que entregarse. Y apareció. Con tanta fuerza que Cristina podría prolongar sine die su estadía en Cuba, Alberto está analizando proponerse como jefe de campaña de Pichetto y Massa juraría ante los santos Evangelios y ante una foto de Arjona dedicar el resto de sus días a combatir el kirchnerismo.

El azar, la fortuna, explican toda la trayectoria de Macri. Nació en cuna de oro, lo mandaron a estudiar al Newman para que maridara con educación sajona su cultura italiana, en la Facultad de Ingeniería de la UCA lo adoptó un compañero unos años mayor que él (voy a poner solo sus iniciales: JB) que lo sentaba a estudiar y lo llevó como de la mano por los meandros de la carrera.Franco lo puso al frente de empresas, pero rodeado por expertos. Cayó en Boca en el momento justo, le fracasaron Bilardo y Veira, y entonces convocó a Bianchi, que le daría cuatro títulos nacionales y cinco internacionales: la gestión más exitosa en la historia del club. Se lanzó a la política exactamente en el momento en que el país clamaba "que se vayan todos" los políticos tradicionales. Después tuvo suerte al ser elegido diputado, al ganar las elecciones para jefe de gobierno porteño, al ser reelegido porque había tenido la suerte de hacer una buena gestión, y fue tocado por la varita mágica cuando Cristina llevó a Aníbal "la Morsa" Fernández como candidato en la provincia. La misma varita le hizo sacar de la galera a Mariú Vidal, el mayor cuadro que haya dado la derecha en 50 años. Es insoportable este tipo: cuando el viento lo impulsa, hacete a un lado.

Hasta que los dioses -las musas, diría Serrat- pasaron de él. Lo abandonaron, hace cosa de un año y medio. Macri sin suerte es como cualquier mortal. Macri sin suerte se endeuda (nos endeuda) hasta las orejas, se le cierran los mercados, le viene una sequía monumental, Estados Unidos le sube las tasas, el dólar se desboca, su gabinete pierde el rumbo, crecen la recesión, la inflación, el desempleo y la pobreza. Mucha mala leche. El caso de los cuadernos, en agosto del año pasado, le dio un respiro. Duró lo que un lirio, porque la corrupción será todo lo espantosa que quieran, pero la gente termina pensando que peor es una inflación mensual del 4%, no llegar a fin de mes y quedarte sin laburo. Fruto de ese Macri desahuciado por la fortuna es la recuperación de Cristina en las encuestas. La varita ahora estaba con ella y le sugiere nombrar a Alberto: su mejor jugada en muchos años. Sinceramente se vende, o se regala, como pan caliente. Los radicales amenazan con romper Cambiemos. Días de tempestad para el Gobierno. Todo está servido para que el Frente de Todos los Bolsos se encamine hacia un triunfo seguro en las PASO y en octubre. Cristina canta victoria y manda a llamar a Centeno: lo quiere otra vez a cargo de la logística de recaudación. Si volvió Massa, dice, también puede volver él.

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El problema es que a Macri nunca hay que darlo por muerto. Desde el fondo de su infortunio se le ocurre hacer una última gestión ante su amigo Trump para que convenza al talibán del FMI, David Lipton, de que el Banco Central no tenga límites para frenar el dólar. Lo consigue. Cambia el viento: cae el billete, caen las tasas, cae el riesgo país, cede la inflación. Un ángel de la guarda (dicen que se llama Alberto Pierri) se presenta en Olivos una noche y le susurra al oído: "Pichetto". Los planetas empiezan a alinearse. En el cierre de alianzas y candidaturas, Máximo y Cristina siembran de camporistas todas las playlists. Uh, papita pal loro, festeja Durán Barba. Mauricio se pone al teléfono y encara personalmente las gestiones para cerrar el acuerdo Unión Europea-Mercosur, que no se había conseguido en 20 años. Arregla con Brasil y con Francia, los dos huesos más duros. Al país se le abre un mercado de 500 millones de consumidores que están entre los más ricos del planeta. Alberto Fernández se apresura a decir que el acuerdo es un desastre, y en realidad lo que quiso decir es que es un desastre que en plena campaña estos turros hayan logrado el acuerdo por el que su jefa tanto luchó y tanto fracasó. Me llama Máximo y balbucea, entre lloroso y resignado: "Salió Veira, llegó Bianchi".

¿Planetas alineados? Fue la semana del mejor eclipse que hayamos visto nunca. Con un Macri así no se puede. Es un afano. Suspendanló.

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