Los dólares no alcanzan y ya se insinúan nuevas restricciones para las importaciones "de lujo"

Los dólares no alcanzan y ya se insinúan nuevas restricciones para las importaciones

En la interna oficialista hay reproches por el hecho de que las divisas vayan a autos premium. Se analiza cómo canalizar los dólares a rubros prioritarios.

Es una de las cosas más llamativas de la cuarentena: la distorsión de precios relativos hace que, al mismo tiempo que una parte de la población tenga dificultades para sobrevivir, otra con capacidad de ahorro se encuentre con insólitas oportunidades de compra.

Y es así que en el rubro automotor, por caso, se vive un inesperado veranito, con una perspectiva de ventas de al menos 30.000 vehículos en el mes, según prevé la Asociación de Concesionarios. Un fenómeno sólo explicado por la brecha cambiaria: la gente paga los autos en pesos, pero mentalmente los cotiza en dólares, y cuando se calculan los precios de lista con el tipo de cambio "blue", la conclusión es que hay precios de ganga.

El atractivo funciona especialmente en los productos de alta gama. Y esto ocurre por dos motivos: primero, porque el abaratamiento de las marcas de lujo puede llegar a niveles insólitos e irrepetibles; y segundo, porque naturalmente quienes están movilizando el mercado en un momento de crisis son aquellos consumidores con altos niveles de ingreso.

Es así que para marcas como Audi, BMW, Mercedes Benz, Volvo, Jaguar y Land Rover hubo que implementar lista de espera. Y los precios lo justifican. Los llamados "modelos de entrada" al segmento premium, como el Audi A1, tienen un costo de $2,3 millones, lo que convertido al tipo de cambio oficial da unos 33.000 dólares. Pero si se lo convierte al "blue" de su nivel récord, daba menos de 18.000 dólares.

Y, a escala menor, lo mismo ocurre con quienes logran hacer compras desde el exterior vías los canales de comercio electrónico.

Hay sólo un inconveniente en el medio de los festejos de quienes logran estas oportunidades: a los funcionarios no les gusta que los pocos dólares vayan a rubros considerados no esenciales. Y empieza a hablarse de restricciones, ya que a pesar de que se proyecta un superávit comercial de u$s18.000 millones, se teme que sea insuficiente para hacer frente al desplome de la economía.

No es la primera vez que ocurre este fenómeno, claro, sino que ha sido un clásico de los momentos de distorsión cambiaria. Es por eso que los concesionarios dicen que este momento les hace recordar a 2002, cuando tras el colapso del sistema de convertibilidad el dólar pasó de $1 a $4 y entonces, durante los meses en que se mantuvieron los precios invariables en pesos, aquellos que tuvieran dólares hicieron su gran negocio.

Pero también hay un antecedente más cercano. En 2013, durante el segundo mandato de Cristina Kirchner y en el momento más duro del "cepo" cambiario, se produjo un crecimiento de la brecha cambiaria. En ese momento regían impuestos bajos para los autos de gama media y alta, y el mercado estaba relativamente a la importación.

El resultado fue que se produjo el récord histórico de patentamientos de autos cero kilómetro: más de un millón de autos vendidos.

Pero en casi todos los casos se trató de fenómenos de breve duración. Porque o bien el panorama cambiario vuelve a un equilibrio, o bien el Gobierno pone fin a las oportunidades de compras mediante medidas drásticas que limiten esas compras.

Y, de hecho, ya están apareciendo las señales en el sentido de que vendrá una corrección para que los dólares no se "desperdicien" en rubros no prioritarios.

El alto costo de recuperar reservas

Por lo pronto, ya las medidas restrictivas de acceso al dólar implicaron un shock negativo para las importaciones. Tanto que, según los registros del propio Banco Central, un 78% de las empresas no logra pasar los filtros para acceder al dólar al tipo de cambio oficial.

Pero aun así, la corrección no alcanza.

Es cierto que este mes Miguel Pesce pudo darse el gusto de volver a comprar y recuperó u$s1.000 millones –prácticamente todo el superávit comercial-. Sin embargo, sobre mediados de mes se produjo un nuevo quiebre de tendencia, que lo obligó a tener que vender durante algunos días.

Pero aun cuando consiguiera recuperar reservas, hay un debate planteado sobre el verdadero costo económico de ese logro, porque se basa en un desplome de las importaciones, que en mayo cayeron un impactante 31,8%, el doble de lo que cayeron las exportaciones.

Además, hay un agravante. Y es que esa restricción sobre la compra de productos importados genera un efecto secundario negativo, como el encarecimiento en rubros sensibles, como alimentación.

Por lo pronto, hay empresas que ya avisaron que deberán recurrir a la vía –más cara- de conseguir divisas mediante el "contado con liqui", lo que implicará un mayor costo que será trasladado a precios. Son nada menos que 17.500 las firmas que están en dificultades para acceder a las divisas.

La presión ya se hizo sentir, al punto que el pasado jueves el Central accedió a suavizar un poco las medidas restrictivas y permitir el acceso a las divisas a aquellos importadores que habían comprado dólares para cancelar deudas.

Tras las quejas de los importadores, el Banco Central tuvo que flexibilizar la regulación de acceso a las divisas

Es lo que hay

Con todos esos datos sobre la mesa, el diagnóstico que ya se empieza a hacer en los "think tank" cercanos al Gobierno es que la escasez de divisas empeorará en los próximos meses. Y que las actuales medidas restrictivas se empiezan a revelar como insuficientes o poco efectivas.

La oferta privada de dólares es cada vez menor por causa del cepo y la brecha del dólar paralelo. En tanto que la demanda por la "ventanita" de u$s200 del cepo continúa subiendo. La cifra que los compradores minoristas hicieron en mayo duplicó la de abril, y todo indica que la tendencia se acentuará, dada la distancia entre el precio del "dólar solidario" y el del blue".

Por otra parte, el "goteo" de depósitos en el sistema bancario continúa, con una pérdida de u$s1.400 millones desde que se inició la cuarentena.

Y ni siquiera queda a mano el recurso de seguir presionando al sector agropecuario para que apure la liquidación de exportaciones. El debate sobre Vicentin dejó al descubierto que, más allá de la retórica política, no hay mucho más para pedirles a los productores.

Según cifras del consultor Salvador Di Stefano, contrariamente a lo que se plantea, no hay una disminución importante en la exportación agrícola, cuando se la mide en volumen. Sí hay una disminución en dinero, pero se explica por la caída del precio en el mercado internacional.

En números, la liquidación de soja es de 24,5 millones de toneladas, el mismo volumen que se registraba a esta altura del año pasado. Y en rubros como maíz y trigo, la liquidación de este año es incluso mayor. "Ante este nivel de ventas, y las presiones del gobierno, habrá poca soja para noviembre y el precio se terminaría recalentando", advierte el consultor.

Es en ese marco que crece la inquietud en despachos oficiales sobre nuevas medidas para impedir que se deterioren las cuentas externas.

Pero claro, después de haber puesto un cepo estricto, de haber restringido el comercio exterior, de haber dificultado al extremo las operatorias del "contado con liqui" y el "dólar bolsa", ya se empieza a agotar el arsenal de medidas cambiarias.

Eso deja dos opciones: o se acelera la devaluación del tipo de cambio oficial, o se empieza a dosificar de manera discrecional qué importaciones son prioritarias y cuáles no.

En cuanto a la primera opción, el Gobierno le tiene desconfianza porque puede acelerar la inflación. Por otra parte, no hay margen para mover el tipo de cambio

El uso de los dólares, bajo la lupa

Y es ahí donde empiezan a escucharse las propuestas que apuntan a que las regulaciones no deben limitarse a restringir la demanda de dólares, sino también a dirigir la importación. Y aparecen reproches en la interna, que apuntan al contrasentido de usar los dólares escasos para la importación de productos de alta gama.

"¿Qué es lo que estamos importando? No sea cosa que ocurra como en otras épocas, donde gastábamos las divisas en autos de lujo", planteó Roberto Feletti, ex viceministro de Economía del kirchnerismo. El ahora funcionario del Senado reclamó al Gobierno "más audacia" para tomar "medidas profundas", ante la perspectiva de meses más complicados.

En la misma línea habló otro ex hombre fuerte de la gestión cristinista. Guillermo Moreno, quien en su momento tenía la lapicera para marcar qué se podía importar y les obligaba a los importadores a hacer exportaciones compensatorias, salió a reclamar mayor "planificación" en la gestión de las divisas.

"En realidad, el mecanismo adecuado para estas circunstancias en las que el 'bien' más escaso de la economía es el dólar es el de regular las importaciones antes de la realización de las compras, y no el de condicionar sus pagos, exponiendo a las empresas a las consecuencias jurídicas que pudieran acarrear", escribió el funcionario en una columna de opinión.

También puso como ejemplo la proliferación de ventas de autos importados y ofertas de viajes al exterior. Y marca el contraste con la incertidumbre sobre si se podrá contar con divisas para importar insumos industriales.

El ex secretario de comercio, Guillermo Moreno, reclamó una planificación de importaciones que canalice los dólares a los rubros "prioritarios"

 

Además, en los últimos días se supo sobre un "paper" elaborado en el Instituto Patria, consistente en una medida cambiaria que obligara a acelerar dramáticamente la oferta de divisas por parte de los exportadores. Implica el congelamiento del tipo de cambio exportador a partir de una fecha determinada, como forma de desincentivar la especulación de quienes retienen producto en los silobolsas.

Por ahora, la propuesta pareció tan radical que ni asustó a los propios funcionarios del Central. Pero en todo, la sola existencia de estas iniciativas es un síntoma sobre la preocupación de los funcionarios por el tema cambiario.

Y la situación da lugar para que recobren protagonismo los funcionarios que han defendido las políticas más extremas al respecto. Como Mercedes Marcó del Pont, actual titular de la AFIP, a quien muchos apuntan como una de las ideólogas del plan económico.

Ya desde la asunción de Alberto Fernández, Marcó del Pont había planteado en reuniones internas la necesidad de avanzar con la "desdolarización", una de las asignaturas pendientes de la gestión de Cristina Kirchner.

"Es ingenuo pensar que nuestro bimonetarismo se arregla simplemente con una medida del Banco Central", advertía la funcionaria, que se sintió reivindicada cuando hasta el macrismo tuvo que aceptar que el cepo cambiario era inevitable. Y, con ese crédito a su favor, apuntaba a que en la gestión de Alberto F. se debía lograr un acuerdo social que incorporase las regulaciones cambiarias como "parte de una política macroeconómica permanente".

Si hubo un momento en que se vio en toda su magnitud la dificultad para el acceso a los dólares, es este. Es lo que llevó al diagnóstico oficial de que se necesitará agrandar más todavía los superávits comercial y de cuenta corriente.

Lo cierto es que quien quiera aprovechar para comprar un auto importado a precio de ganga, debería apurarse. Todo apunta a que la oportunidad no va a durar mucho más.

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