Con una iniciativa impulsada por Argentina y otros países de la región, la OEA debatía anoche una declaración para apoyar el diálogo en Venezuela y respaldar “los buenos oficios” de una misión de Unasur y varios ex presidentes para superar la crisis en ese país. El documento, propuesto por la presidencia del Consejo Permanente hoy en manos argentinas, fue avalado por EE.UU., Brasil, México, Colombia, Canadá, México, Perú, Honduras, Panamá, Costa Rica, entre más de 20 estados. Suaviza la iniciativa del Secretario General de la OEA, el uruguayo Luis Almagro, que el martes había invocado la Carta Democrática, que promueve sanciones que podría terminar incluso en la expulsión del país bolivariano del foro regional.

El jefe de la OEA había argumentado sin eufemismos que en ese país hay una “alteración del orden constitucional”, lo que desató la ira del presidente Nicolás Maduro. Almagro había llamado a “sesiones urgentes” entre el 10 y el 20 de junio para tratar la Carta. Aparentemente la convocatoria seguiría intacta, aunque el contexto cambiaría si se activa el diálogo.

“El consejo permanente declara su fraternal ofrecimiento a la hermana República Bolviariana de Venezuela a fin de identificar, de común acuerdo, algún curso de acción que coadyuve, mediante un diálogo abierto e incluyente con todos los actores políticos y sociales, a la búsqueda de soluciones frente a la difícil situación que atraviesa dicho país”, dice la declaración que intentaba ser consensuada ayer en Washington. El punto clave es que contempla “el acuerdo” del Gobierno venezolano como condición para cualquier gestión de diálogo, mientras que la iniciativa de Almagro es activada contra la voluntad del gobierno venezolano.

Hasta ahora Maduro ha considerado que la OEA, sobre todo su secretario general, busca la injerencia en los asuntos internos de Venezuela y escucha solo a la oposición y no al Gobierno. La declaración respalda la iniciativa de los ex presidentes José Luis Rodríguez Zapatero de España, Leonel Fernández de la República Dominicana y Martín Torrijos de Panamá, para “la reapertura de un diálogo efectivo entre el Gobierno y la oposición (para) favorecer la estabilidad política, el desarrollo social y la recuperación económica”. También da apoyo a cualquier otra iniciativa de diálogo “que conduzca, bajo el pleno respeto de los DD.HH. de manera oportuna, pronta y efectiva a la solución de las diferencias y la consolidación de la democracia representativa”. La sesión del Consejo Pemanente, presidida por el argentino Juan José Arcuri, había comenzado con una protesta de Venezuela. Su representante, Bernardo Alvarez, dijo que quería que la reunión se suspendiera porque el país involucrado no había participado en la redacción del documento. “Desde hace dos días han habido una serie de reuniones informales organizadas desde la delegación de Argentina para tratar este tema. Nosotros nos enteramos, pero no fuimos invitado ni participamos”, chicaneó Alvarez.

Por eso, luego de un cuarto intermedio, se inauguró una nueva sesión que incluía, además de la argentina, una propuesta venezolana. Los dos proyectos coincidían en apoyar la mediación de los ex mandatarios y Unasur. Pero el de Caracas insistía en “buscar el pleno respaldo a la institucionalidad democrática y constitucional” del Gobierno y rechazar “cualquier intento de alteración del orden constitucional”. El embajador venezolano señaló: “Si se quiere apoyar a Venezuela lo primero que hay que hacer es apoyar a su gobierno legítimo, legal y constitucional”. Bolivia, Nicaragua y algunos países caribeños apoyaron la moción.

Brasil dijo que debe haber “diálogo entre todos los sectores sociales para “buscar soluciones que favorezcan la estabilidad jurídica y el respeto por los derechos humanos”. EE.UU. y Canadá dijeron que pese a que querían una declaración “más dura”, bajaron la demanda en aras del consenso. Venezuela siguió protestando porque no fue incluida en el diálogo informal previo, pero varios países argumentaron que Caracas estaba al tanto de lo que sucedía y era consultada. El argentino Arcuri recogió el guante: “Esta presidencia actuó de absoluta buena fe, nunca ocultó nada y, si bien es cierto que algunas delegaciones no participaron con su presencia en la distintas instancias, siempre tuvieron en sus manos todos los textos. No vamos a aceptar ningún argumento de que se ocultó absolutamente nada”. Arcuri hace malabares desde su sillón. Es acusado por Venezuela, pero también por algunos sectores que dicen que es demasiado blando con ese país porque busca beneficiar la candidatura de Susana Malcorra en la ONU, algo que él y la propia canciller desmintieron.