La verdadera Máxima Zorreguieta, según su biógrafo

Máxima Zorreguieta no es una clásica reina. Su camino hasta allí estuvo plagado de anécdotas diferentes a las del resto de la gente con sangre azul.
La vida de esta argentina que hoy llega al trono de Holanda es contada con lujo de detalles "Máxima. Una historia real", biografía escrita por Gonzalo Álvarez Guerrero y Soledad Ferrari. Álvarez Guerrero habló con ámbito.com acerca de la infancia, la adolescencia y la adultez de quien se convirtió en la primera reina argentina.

P.: ¿Cómo define a Máxima?

Gonzalo Álvarez Guerrero: Máxima es la chica argentina, tercermundista, inmigrante que va a ser reina de una de las monarquías más poderosas de Europa. Lo más valioso en lo que está sucediendo es este cruce entre realidades diferentes y que marcan un poco cómo está el mundo hoy, esa cosa globalizada. En Holanda, como en todos esos países de Europa hay una discriminación muy fuerte sobre Latinoamérica y los países del Tercer Mundo. Y de repente la supervivencia de la monarquía holandesa depende de una chica latina. Eso es lo más interesante en Máxima y ese va a ser su desafío también: que cada vez que se equivoque en algo no dejen de recordarle su origen latino.

P.: En el libro se mencionan las diferencias económicas con sus compañeras del Northlands, su lucha con la balanza y las presiones de su madre, ¿cree que fue una chica feliz?

G.A.G.: Sí, tuvo una buena infancia. Una de las virtudes que tiene Máxima es que la mayoría del tiempo se las arregla para ser feliz. Es una chica que lucha bastante por su felicidad y por hacer lo que quiere. Lo que nosotros tratamos de relatar en el libro, que nos sorprendió al comienzo, es que Máxima no es la chica de clase alta que cuenta el cuento de la Reina. Es una chica de clase media real, sus padres no son profesionales, no tienen una sola hectárea propia, él era solamente un técnico en la Sociedad Rural que hizo bien su trabajo y por eso llegó a un cargo tan alto en la Dictadura. Máxima vivió siempre en un departamento de 120 metros en Recoleta, donde sigue viviendo la familia. No es la chica privilegiada que se supone.

P.: ¿Cómo es la relación con su familia?

G.A.G.: Es extraño eso ahora. Ella tiene muy buena relación con su padre, son muy parecidos. También con Martín, su hermano siguiente, el que vive en Villa La Angostura. Inés, su otra hermana, es como su protegida, siempre tiene problemas de salud y Máxima la ayuda mucho. Con su madre siempre es una relación tirante, se llevan bien, se quieren, pero la madre marcó mucho la vida de Máxima. Ella tuvo siempre tuvo una pelea histórica con su peso, siempre tuvo que estar luchando para no engordar; y la madre fue muy insistente con eso desde muy chica.

P.: ¿Cuál cree que es su ideología política y su posición respecto a la Dictadura?

G.A.G.: Es lo más difícil de definir. Todo lo que hay ahí no se sabe si es armado o no. El padre claramente es un personaje muy difícil para la historia argentina. Fue un altísimo funcionario civil durante la Dictadura, manejando el mayor presupuesto del país, que era la Secretaría de Agricultura y Ganadería. Estaba comprometido con la Dictadura, tiene un pensamiento ultraconservador y antidemocrático. Su hija va a ser reina de una de las monarquías parlamentarias democráticas más importantes del mundo. Holanda es un país con una democracia muy duradera y muy fuerte, entonces los holandeses están preocupados con eso: Máxima va a educar a la futura reina, la tiene que educar con valores democráticos. En ese papel es difícil saber qué hizo Máxima. En principio, parece que al principio creía lo que le decía el padre, que en Argentina hubo una guerra y que no hubo desaparecidos. Luego hace una reconversión, nosotros tenemos mails donde ella habla con amigas y empieza a preguntarse cuál era la verdad. Incluso tuvo una reunión secreta con Estela de Carlotto para hablar del tema de los bebés restituidos. No se cuánto hay de cierto en su reconversión, yo le creo pero no podría afirmarlo.

P.: ¿Cuál es su papel actual en las decisiones de Estado?

G.A.G.: Ninguno. Ella va a ser reina de consorte. Oficialmente no tiene ninguna decisión. Pero tiene un matrimonio muy estable con el futuro rey, con mucho diálogo, y se supone que la va a consultar mucho. Otra función fundamental es la imagen: Máxima le devolvió frescura y carisma a la Casa Real.

P.: ¿Estaba Máxima en búsqueda de un candidato poderoso al momento de conocer a Guillermo?

G.A.G.: No podría decirlo. Lo que sí se es que ella se creó una vida un poco de mentira, siempre estuvo con compañías que eran financieramente más elevadas que ella. Siempre le fue bien con eso. Creo que si no se hubiera casado con el príncipe podría haber hecho una carrera financiera o económica medianamente buena en una corporación multinacional. No tuvo antes que Guillermo novios millonarios. Ahora, cuando vio al príncipe se habrá tentado: se habrá enamorado un poco de él y un poco del poder que representaba.

P.: ¿Cómo fue exactamente su primer encuentro con Guillermo?

G.A.G.: Lo que sabemos es lo que nos contó Cynthia Kaufmann, quien los presentó. Máxima estaba de novia con Dieter Zimmermann, que era un alemán que vivía en Nueva York y trabajaba en la Bolsa. Kaufmann había sido compañera de ella en el Northlands y se veían bastante, ella sí pertenecía a una familia bastante adinerada y al círculo de celebrities sociales de Nueva York. Los convenció a los dos, al príncipe y a Máxima, terminan arreglando un encuentro y desde allí no se volvieron a separar.

P.: ¿La Casa Real la aceptó de inmediato?

G.A.G.: Ella enseguida cayó bien, sobre todo a la reina. También porque fue muy fuerte la posición del príncipe, que dijo que estaba enamorado y que no iba a dejar a su novia por más que se lo pidieran. Lo que resultó más difícil fue la aceptación del padre. Para la monarquía y el Parlamento es muy duro que su reina sea hija de un alto funcionario de una dictadura feroz en Latinoamérica.

P.: ¿Cree que tener una reina argentina influye en algo en el país?

G.A.G.: No, depende de cómo actúe Máxima. Hasta ahora los números de la relación bilateral desde que Máxima es princesa no se modificaron, cayeron un poquito incluso. Lo que sí creo que sucede es que Máxima despierta cierto interés, se preguntan qué es Argentina. Sí se registró, por ejemplo, crecimiento del turismo holandés en Argentina. Pero no creo que Argentina soluciones sus problemas sociales o políticos por tener a Máxima de reina.

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