En noviembre se cumplirán nueve años del asesinato de Nora Dalmasso en Río Cuarto. Y, por primera vez desde el 25 de noviembre de 2006, la comunidad pidió justicia por ese crimen. En la marcha #NiUnaMenos de la semana pasada aparecieron pancartas con su rostro sonriente entre otras que reclamaban por otras mujeres muertas. La causa hoy espera la designación de un nuevo fiscal, ya que el que tuvo desde el inicio renunció hace diez días, entre fuertes críticas por el estancamiento de la investigación.

Nunca la comunidad de Río Cuarto había pedido el esclarecimiento del crimen. Hubo una marcha popular, pero fue para reclamar la libertad de un albañil que fue detenido al inicio de la causa. Gastón Zárate se convirtió en "el perejil" del caso.

Hace una semana, el juez Daniel Muñoz aceptó la renuncia del fiscal Javier Di Santo y señaló que el caso refleja un "estado de letargo procesal". La última actuación data de hace casi dos años, cuando la querella pidió una copia del expediente. El crimen no tiene imputados y su investigación -que tuvo trascendencia nacional- está sin brújula.

Di Santo pidió apartarse después de los cuestionamientos del Observatorio de Derechos Humanos de la Universidad Nacional de Río Cuarto, coordinado por Hernán Vaca Narvaja. Le apuntó haber incurrido en una "omisión de persecución a los delincuentes".

"Hay un cambio en la sociedad, pero también en la Justicia -dijo Vaca Narvaja a LA NACION-. Di Santo dio un paso al costado antes de que el juez de Control lo separara. Hay elementos acumulados en la causa para actuar; no se aclaró el crimen porque no hubo voluntad."

Di Santo argumentó que quería "darle transparencia al proceso" y defendió su investigación y el trabajo que realizó desde 2006. En la aceptación, Muñoz destaca que en el caso, "cuyas alternativas trascendieron con visos de preocupación a distintos estamentos de la sociedad, deviene probable que el paso del tiempo y la falta de resultados hayan incidido negativamente en el ánimo del investigador".

Al reemplazante de Di Santo lo debe designar el fiscal general, Alejandro Moyano. El crimen estuvo siempre rodeado de rumores sobre presuntos amantes y un juego sexual que habría terminado en la muerte de Nora. También hubo trascendidos de su posible conexión con el poder político. Con el paso del tiempo la investigación se diluyó.

La última actuación relevante fue el sobreseimiento definitivo del hijo de Nora, Facundo Macarrón (que hoy es abogado y trabaja en la Capital), quien, por una muestra genética que apareció en su habitación -donde se encontró el cadáver-, fue acusado de "abuso sexual gravemente ultrajante y homicidio calificado por el vínculo" contra su madre.

El cuerpo de la mujer fue encontrado el domingo 26 de noviembre de 2006 en la cama de su hijo, en su casa del barrio Villa Golf, en Río Cuarto; estaba desnuda y había sido ahorcada con el cinto de una bata. Desde un comienzo hubo polémica por la falta de preservación de la escena del crimen y por la cantidad de gente que pasó por allí.

Había regresado de una salida con amigas. Su marido, Marcelo Macarrón, ese fin de semana estaba en Punta del Este, en un torneo de golf. La existencia de sus rastros genéticos en las sábanas y en el cinto de la bata la justificó diciendo que había mantenido relaciones con su esposa tres días antes del crimen.

Además del hijo de Nora estuvieron imputados Rafael Magnasco, ex asesor del gobierno provincial, a quien se la vinculó sentimentalmente, y Zárate, el albañil que había trabajado en la casa y que estuvo preso un día.

Juan Dalmasso, hermano de Nora, es el querellante y el único de la familia que va a los tribunales. Admite que la investigación está parada y sin dirección desde hace tiempo. Insiste en criticar que siempre se abordara el hecho como un "crimen pasional" y que se tratara a Nora "como si mereciera lo sucedido"..