Los testigos ratificaron que la cárcel era otro lugar en el que se torturaba

Los testigos ratificaron que la cárcel era otro lugar en el que se torturaba

En la cuarta jornada del proceso hubo varios testimonios que señalaron que allí se aplicaba picana eléctrica, se les daban golpes a los apresados y hubo hasta simulacros de fusilamiento. También se denunciaron tormentos a menores en la Comisaría Primera.

En la cuarta jornada del juicio por delitos de lesa humanidad cometidos en Junín durante la última dictadura cívico militar se puso de manifiesto las torturas que se aplicaban en la cárcel de nuestra ciudad, que en ese momento todavía estaba en construcción y funcionaba como un centro clandestino de detención.

La primera en hacer referencia a esto fue Imelde Sanz. Según su relato, sufrió dos secuestros: en el primero de ellos, en julio de 1976 en el que, estuvo 14 días en la Comisaría Primera encapuchada y amordazada, en donde le hacían interrogatorios en los que le "golpeaban la cabeza contra la pared".

Al tiempo la soltaron. "Hubo que reconstruir la casa, la economía y el espíritu", recordó Sanz.

Sin embargo, más adelante volvieron a detenerla y ahora sí, la llevaron a la cárcel en construcción: "Ahí sentía las sesiones de tortura, los gritos, hasta que en un momento me tocó. Me acostaron en un camastro, me pusieron trapos mojados en el cuerpo y me pasaron la picana eléctrica. Me decían: ‘¿cuál te gusta más, el dedo gordo?´  Me preguntaban si tenía amigos que militaban, a quién conocía, era insoportable".

También explicó que a varios detenidos los sometían "a interrogatorios plurales, hacían preguntas, golpeaban, pateaban, decían ‘no le pegués tan fuerte que esta grita´, era como una sala de tortura en conjunto".

En una oportunidad que pidió un médico y estaba sin capucha vio que quien vino era el doctor Aldo Chiacchietta (uno de los acusados en este proceso), a quien ella conocía. "Lo que pasó en ese momento fue una tremenda desilusión porque no podía creer que esa cosa hierática que me mirara no me conociera", sentenció.

Posteriormente fue trasladada a San Nicolás y meses más tarde fue liberada.

El caso de Siervo

Ariel de Siervo también fue detenido en la madrugada del 24 de enero de 1977 y luego de un paso de algunas horas por la Comisaría Primera, fue trasladado a la cárcel.

Ahí, de Siervo también sufrió tormentos: "En un momento dado me vinieron a buscar dos personas, me llevaron caminando hacia un lugar donde me hicieron subir una escalera, me tiraron en una suerte de cama y empezaron las torturas con la picana eléctrica. Era desesperante porque siempre que me torturaron fue en los órganos genitales y las encías, además de otros lados, como el dedo gordo del pie, que me quedó tres veces más ancho de lo que era".

Para de Siervo era angustiante cada vez que lo iban a buscar y subía esa escalera porque significaba que iban a volver los martirios.

"En una de las sesiones de tortura -relató- como gritaba mucho me taparon la boca con una toalla o algo por el estilo, y empecé a perder la sensibilidad y el conocimiento. En ese momento me dieron dos paros cardiorrespiratorios. Cuando recuperé el conocimiento, me estaba atendiendo un médico que frenó la tortura. Lo único que pude escuchar es que hablaba con otra persona y le dijo que el caso era grave, que no me torturaran más y lo más conveniente sería llevarme al hospital. Su interlocutor contestó ‘de ninguna manera, este de aquí no sale, y si se muere, los matamos a todos´. El médico era Aldo Chiacchietta".

La aplicación de la picana en las encías le provocó la caída de todos sus dientes.

Pero esos no fueron los únicos tormentos, ya que sufrió dos simulacros de fusilamiento: "Nos decían ‘te vamos a fusilar´, alguien hacía de sacerdote y pedía que recemos las últimas oraciones, y decían: ‘apunten que vamos a fusilar a fulano´, y ‘fuego´, y tiraban tiros al aire o a los costados".

Más testimonios

Otro de los detenidos en el operativo del 24 de enero de 1977 fue Armando Álvarez, que prestó declaración ayer y también señaló que sufrió tormentos estando en la cárcel. "Nos torturaron con picana eléctrica y todos los chiches", sostuvo, irónico.

Allí un "militar petiso" le dijo dos veces "que iba a ser ejecutado". También vio en el lugar al doctor Chiacchietta.

Después fue trasladado a la Comisaría Primera donde otro de los acusados en este juicio, Francisco Manzanares, le tomó declaración le dijo que "si tenía que empezar de nuevo, no tendría problemas en hacerlo", algo que Álvarez atribuyó a la posibilidad de volver a torturarlo.

Luego fue trasladado a San Nicolás, donde lo recibieron con "una flor de paliza". Según declaró, allí un coronel le dijo: "Agradecé que te pegamos porque a Torretta" (y se pasó la mano por el cuello), haciendo referencia al desaparecido juninense Hugo Torretta.

Finalmente, Graciela Ciappesoni recordó que su marido, el escribano Víctor Edmundo Pajoni, le contó que "lo torturaban en la cárcel" diciéndole que ella estaba detenida, cuando en realidad, ya la habían liberado.

Además, afirmó que su esposo le dijo que "el doctor Chiacchietta estaba presente en las sesiones de tortura".

Otros testigos

En la jornada de ayer también declararon: Juan Munafó, detenido en 1976; Eduardo Luis Álvarez, apresado en Vedia; Rodolfo Durán, detenido en la Comisaría Primera; Gustavo Peris, hijo de Imelde Sanz; Ana María Astudillo, ex esposa de Ariel de Siervo; Rosa María Lanfranco, propietaria de una librería; el gremialista Juan Carlos De Biasi; Ana María Rinaldi, ex pareja de Armando Álvarez; Elva Fontanes de Martín, viuda del ex detenido Juan José Martín; su nieto, Juan Manuel Pavón; Mary Mitchell (ver recuadro) y Lidia Real, hija de Pedro Real, secuestrado en el verano de 1977.

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