Talleres clandestinos: condenan a capataces a 13 años de prisión

Talleres clandestinos: condenan a capataces a 13 años de prisión

La Justicia porteña condenó a trece años de prisión a los capataces que manejaban el taller clandestino que se incendió en el 2006 en Caballito y dejó un saldo de seis muertos, cinco menores de edad.

La esclavitud laboral alcanzó un poco de justicia este martes, cuando la Justicia porteña sentenció a 13 años de prisión efectiva a los dos capataces del taller textil clandestino incendiado en 2006 en Caballito, donde murieron seis personas de nacionalidad boliviana, cinco de ellas menores de edad.

Además, el fallo ordenó que se investigue a los dueños de las marcas para las que trabajaba el taller así como a los inspectores y a la policía.

El 30 de marzo de 2006, un cortocircuito desató el incendio en el taller clandestino de Luis Viale 1269, el lugar en el que, además de trabajar, vivían 64 personas, entre ellas 38 menores de edad. Buena parte de los trabajadores provenían de Cantón Cohana, un pueblito muy pobre de Bolivia, a 100 kilómetros de La Paz. Las llamas comenzaron por la tarde, en el primer piso, donde estaban los colchones y algunos niños dormían en ese momento, pero enseguida se extendieron a la planta baja, y también provocaron daños que terminaron por desplomar la planta superior. En el fuego, murieron Juana Vilca, de 25 años y que estaba embarazada, Wilfredo Quispe Mendoza, de 15, Elías Carbajal Quispe, de 10, Luis y Rodrigo Quispe Carvajal, ambos de 4, y Harry Rodríguez, de 3.

En el inmueble había un solo baño con ducha, sin agua caliente; durante el juicio, los testigos recordaron que durante la madrugada se formaban largas colas para poder bañarse. El taller tenía una habilitación del año 2001, pero los testigos afirmaron que nunca fue inspeccionado en los cinco años siguientes. Todos dormían hacinados, en “habitaciones” hechas con telas y tabiques. Cuando los contrataron, les dijeron que les pagarían entre 70 centavos y un peso con 20 por cada prenda confeccionada. El compromiso de pago nunca se cumplió. Los que tenían familia recibían 100 pesos por semana y los solteros sólo 50 pesos. Trabajaban desde las 7 de la mañana hasta las 22 o 23, de lunes a sábados.

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