Sólo 50 familias permanecen en el asentamiento del barrio Pirayuí

Sólo 50 familias permanecen en el asentamiento del barrio Pirayuí
Las altas temperaturas y las fuertes lluvias de los últimos meses fueron los aspectos claves para el abandono de las tierras tomadas. Javier Romero, delegado de la zona central, comentó a época que de las 350 familias que había en ese sector, hoy sólo quedan treinta.
La toma de terrenos en el barrio Pirayuí marcó un precedente en la provincia. Para muchos fue un hecho inédito en el país. Los primeros ocupas comenzaron a asentarse entre el 6 y 7 de julio, intensificándose el Día de la Independencia del año pasado. De acuerdo al censo realizado por la Justicia, 1.600 fueron las familias que tomaron tierras en ese punto de la ciudad; hoy sólo permanecen 50.

Por diversas circunstancias, miles de personas que decidieron tomar terrenos en el barrio Pirayuí hoy ya no están. Uno de los factores principales es el climático. Las altas temperaturas y las fuertes lluvias de los últimos meses fueron los aspectos claves para el abandono. A esto hay que sumarle la falta de agua y energía en algunas de las precarias casas de la zona.

En la mañana nublada e inestable de ayer, época realizó una recorrida por el asentamiento y pudo verificar el estado en que se encuentra el mismo.

En principio, el sector que se encuentra entre las viviendas del Pirayuí viejo y el puente blanco es uno en los que mayor cantidad de personas permanecen. Justamente éste es uno de los lugares ocupados.

Norma Sosa, 38 años, junto a sus seis hijos fue una de las primeras en tomar la decisión de asentarse en el Pirayuí - ocurrió el 6 de julio -.

“En el mes de junio me separé de mi marido, sufría maltrato psicológico y físico, no tenía dónde ir; me enteré que estas tierras eran fiscales y decidí meterme”, comentó ayer en contacto con uno de los periodistas de época.

Sosa recordó ese día como si fuera hoy. “No puedo creer que ya pasaron seis meses. Aquel 6 de julio lo recuerdo como si fuera hoy. Hacía mucho frío y junto a mis hijos y familiares decidimos ingresar a este terreno. Primero lo hicimos con una carpa y luego fuimos agregando estructuras de maderas y restos de chapa de zinc”, comentó la mujer.

Sosa informó que se encuentra desocupada y con dos hijos discapacitados. Desde el año 2007 está inscripta en el Instituto de Viviendas de Corrientes (INVICO).

“Hay veces que mis hijos me piden un pedazo de pan y no puedo dárselo. De todas maneras saco fuerza de donde no tengo y salgo a afrontar la vida, hago changas y con eso mantengo a mi familia”, agregó.

“En estos seis meses pasamos las mil y unas. La tormenta del 29 de noviembre fue terrible ya que se voló el techo. En otra jornada lluviosa subí a reparar la chapa y se desmoronó. Eso me produjo lesiones en la cadera que hasta hoy siento”, remarcó Sosa quien, además, agregó que está conforme con el lugar ya que lo considera tranquilo y seguro. “Acá encontré la paz que no tenía en el barrio Progreso. De acá me sacan sólo si me dan un lugar mejor”, concluyó.

Otra de las zonas con mayor presencia de gente es el denominado sector central. El mismo está ubicado entre las 50 Viviendas del Nuevo Pirayuí y el puente negro del barrio Doctor Montaña. Allí se encuentran 30 familias. Así lo confirmó a época Javier Romero, delegado de ese sector. En cuanto a las negociaciones comentó que todo está paralizado. “Tanto en lo judicial como en lo que hace al Gobierno nacional, provincial y municipal quedó congelado”, dijo el delegado. Asimismo anticipó que en febrero o marzo podrían reactivarse las conversaciones, aunque se mostró seguro al afirmar que los que decidieron permanecer se quedarán hasta las últimas consecuencias. “En mi sector hay 30 familias que padecieron las consecuencias del frío, del calor, de las tormentas y todo lo que significa estar en condiciones precarias. A esta altura me animo a decir que lo que resistimos lo haremos hasta las últimas consecuencias”, agregó.

Romero recordó los primeros días de la toma e informó que el censo realizado por la Justicia marcó que habían 1.600 familias. De esa cantidad, sólo medio centenar permanece en el asentamiento.

De más está decir que los ocupantes de los terrenos eran conscientes de los riesgos que corrían. Los que decidieron aguantar buscan a diario la manera de subsistir. En algunos sectores lograron conectarse a la red de agua y del servicio eléctrico. “El 23 de diciembre tuvimos un intercambio de palabras con la Policía porque no nos dejaba realizar la conexión de luz. Luego pudimos concretar nuestro propósito gracias a la intervención de la Jueza”, dijo Romero.

Hoy sólo un grupo de habitantes de la zona central tiene luz y agua. Algunos vecinos manifestaron a época que hay personas que solicitan el pago de 300 pesos para que bajen el tendido eléctrico a cada casa.

Nuevos habitantes

Mientras miles de ocupas decidieron retirarse del asentamiento del Pirayuí, algunos optaron por instalarse. Es el caso de dos familias. El primer caso es el de Natalia y Aníbal, una joven pareja con cuatro hijos pequeños. Estaban alquilando en el barrio Anahí y por problemas económicos decidieron buscar un techo en este asentamiento.

Hace una semana la familia está allí. La tormenta del sábado le provocó daños enormes en la precaria vivienda. La lluvia mojó los colchones, ropas y las pocas cosas que tienen.

“Necesitamos la colaboración de la gente. Tuvimos que venir acá por la falta de recursos. Nos desalojaron porque no podíamos seguir alquilando. Lamentablemente sabíamos que podíamos encontrarnos con estos inconvenientes pero tenemos la esperanza de progresar en este terreno”, comentó Natalia.

Gloria Torres es otra de las nuevas habitantes del asentamiento. A diferencia del caso anterior, esta hace un mes. Junto a su marido César también vivían en una casa alquilada.

Por los inconvenientes económicos decidieron acercarse a los terrenos tomados. Luego de dialogar con uno de los delegados pudieron conseguir un espacio. Hoy sueñan con quedarse y edificar su vivienda.

“Estamos dispuestos a pagar por el terreno. Aquí hay mucha gente trabajadora y con una extrema necesidad de vivienda. Muchos no podemos pagar los montos que se pagan en alquiler”, dijo Torres.

Torres es una de las pocas que no cuenta con agua ni luz. “Pedimos que la DPEC y Aguas de Corrientes puedan conectarnos estos servicios básicos. Llegaron a conectar en algunos sectores pero acá no lo hicieron”, comentó la mujer que no pierde la esperanza de terminar su vida en esos terrenos.

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