La Ruta Verde suma más paradas y su modelo de reciclaje se impone con éxito en ocho localidades bonaerenses

La Ruta Verde suma más paradas y su modelo de reciclaje se impone con éxito en ocho localidades bonaerenses

Coca-Cola apoya la iniciativa que ya cuenta con 460 puntos de recolección distribuidos en Chivilcoy, Alberti, Carmen de Areco, Chacabuco, Junín, Moquehuá, San Antonio de Areco y Salto.

En el marco del Día Mundial del Medio Ambiente visitamos esta iniciativa, que cuenta con el apoyo del Sistema Coca-Cola de Argentina y Compromiso Eco. En lugar de que cada ciudad gestione sus propios residuos, Ruta Verde apela al trabajo en equipo agrupando la recolección en puntos de acopio intermedios, lo que se traduce en una mayor eficiencia de recursos y reducción de gastos. 

Una grúa hace malabares en el corazón del Parque Industrial de Chivilcoy, en la provincia de Buenos Aires, para bajar un enorme contenedor de un camión. Tiene la quirúrgica tarea de acomodarlo justo en un lugar donde no moleste al tránsito pero que, al mismo tiempo, le quede cómodo a quien se acerque hasta allí a pie. Ese pesado bloque metálico es un punto Reciclo estratégicamente ubicado para que los trabajadores de las fábricas del predio puedan depositar sus residuos secos con la certeza de que tendrán un buen destino. 

Instalado en vísperas del Día Mundial del Medio Ambiente, el contenedor se transforma así en una de las nuevas paradas de la Ruta Verde, iniciativa que desde 2018 lleva adelante RSU Ambiental en ocho localidades del noroeste bonaerense para darle un empuje al reciclaje. A través de campañas de concientización y por medio de la optimización de la logística para una recolección diferenciada, Ruta Verde une a Chivilcoy, Alberti, Carmen de Areco, Chacabuco, Junín, Moquehuá, San Antonio de Areco y Salto, e impacta de manera positiva en unas 250.000 personas. 

Junto a los municipios locales, las cooperativas de recicladores y el apoyo de actores como Compromiso Eco y el Sistema Coca-Cola de Argentina, entre otros, Ruta Verde propone un esquema sencillo pero eficaz: en lugar de que cada ciudad gestione sus propios residuos, lo que implica afrontar de manera individual el costo del procesamiento y traslado a las plantas recicladoras de las afueras de la Ciudad de Buenos Aires —un promedio de 400 kilómetros de viaje de ida y vuelta—, el programa apela al trabajo en equipo agrupando la recolección en puntos de acopio intermedios. Eso les permite procesar más fardos y de mayor tamaño, lo que se traduce en una eficiencia en el uso de los recursos, con reducción de gastos y mayores ganancias. 

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