La reina, el Papa, Messi, Maravilla y una argentinidad al palo

La reina, el Papa, Messi, Maravilla y una argentinidad al palo
Maxima se corona mañana reina de Holanda, “Maravilla” Martínez mantuvo el cinturón de campeón mundial, Francisco fue elegido representante de Dios en la Tierra y el mejor jugador del mundo no cesa de sorprender. Cómo operan estas figuras en el imaginario colectivo de los argentinos.
Por:

Ammiel Elia

La coronación de Máxima Zorreguieta se produce en un momento en el que la presencia argentina en el mundo se impone con variadas personalidades en distintos ámbitos y disciplinas. El papa Francisco, el mejor jugador de fútbol del mundo, Lionel Messi, y el recientemente ratificado campeón mundial de boxeo, Sergio “Maravilla” Martínez, son algunos de los que integran la lista de los “número uno” que ponen la argentinidad más al palo que nunca.

Frente a este evento único, inserto en esta coyuntura de coincidencias históricas, el ensayista y profesor de la Universidad de Buenos Aires Alejandro Kaufman analiza el fenómeno del ego inflado de los argentinos como “un relato que se produce a partir de una coincidencia que se construye”, como es la nacionalidad.

Maxima Zorreguieta, Lionel Messi y el papa Francisco. (Fotomontaje: Diego Pintos)

Maxima Zorreguieta, Lionel Messi y el papa Francisco. (Fotomontaje: Diego Pintos)

Kaufman destaca que hay un discurso “construido colectivamente” y opera para la construcción de la identidad nacional. Entonces, a pesar de no ser una potencia, “hay una narrativa de la aspiración a configurar a la Argentina como un país muy destacado”, posibilitada en el anclaje que dan “algunas variables históricas y por otro lado en el lugar intermedio que ocupa en el mundo”. Allí ingresan estas personalidades, como “datos empíricos y simbólicos que confirman ese lugar en el mundo”.

La problemática que Kaufman señala en estos conjuntos es que están conformados por “figuras agrupadas alrededor de la fama”, lo que permite la falsa igualación de individuos tan heterogéneos como pueden ser un deportista y el Papa o una reina.

Esos logros “se farandulizan y generan un falso orgullo"

En este sentido, el pensador subraya que el caso de Francisco es diferente, “porque su designación tiene consecuencias políticas y culturales inequívocas, entonces sumarlo a las otras figuras que se incluyen en esa lista lo vuelve más superficial”.

Sin embargo, explica que esos logros “se farandulizan” y “contribuyen a una industria cultural que elabora productos” y que permite que “Borges o Bergoglio puedan pertenecer a ella”.

“Hay revistas del espectáculo o programas de televisión dedicadas a la vida cotidiana o personal de cualquiera de ellos. Es un sistema de producción de mercancías simbólicas (en el que) se superficializa la cuestión y se presentan como noticias sobre famosos. Eso genera una especie de falso orgullo”, afirma Kaufman.

En este punto, surge entonces la pregunta acerca del por qué de un ego que hace sentir como propio un logro obtenido por personas que son, en realidad, ajenas a la vida diaria de los argentinos y que no comparten más que “una falsa semejanza alrededor de una pertenencia nacional”, al decir del también docente en la Universidad Nacional de Quilmes.

“La vida de las personas suele estar sometida a tensiones, dramas del autoestima, distintas formas de padecimiento y conflicto entre expectativas y resultado. En ese marco, adherirse a relatos de este tipo produce satisfacción. Yo puedo ser más o menos, pero formo parte de algo que tiene un valor identitario y no depende de la acción del propio mérito sino que es colectivo”, contesta el también investigador del Instituto Gino Germani, en la Facultad de Ciencias Sociales, UBA.

Y, en conclusión, agrega: “Funcionan como compensatorios de la vida práctica de cada uno. Son formas de organizar la vida simbólica de un país”.

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