Reciclaje: cuál es la situación en la Argentina y por qué tenemos que repensar el consumo

Cuando hablamos de tener un estilo de vida más sustentable, el reciclaje es una de las primeras cosas que se nos vienen a la mente; sin embargo, hay muchas otras acciones que tenemos que implementar, desde el Estado y como ciudadanos, para generar un cambio real

Por: Inés Pujana.

El reciclaje es tendencia. No hay empresa que no se vanaglorie de hacer envases a partir de plástico reciclado, en un nuevo giro del marketing que trae algo de esperanza a este mundo contaminado y ardido. Reciclar es fundamental, pero lamentablemente en nuestro país los esfuerzos aún no son suficientes. Según los especialistas en la temática, el foco, más allá de en la necesidad de reciclar más y mejor, tiene que estar puesto en consumir menos y de forma más inteligente. En otras palabras, con reciclar no alcanza.

Para hacerle frente al cambio climático y al abanico de problemáticas ambientales que nos atraviesa, es fundamental que entendamos que el reciclaje no es más que el último eslabón de una cadena enorme de consumos, y que en un país como la Argentina, en el que la mayoría de los municipios no cuenta con los recursos o la voluntad necesaria para implementar un sistema de recuperación de residuos, la mayoría de la basura que generamos va a parar al relleno sanitario. De ahí que sea fundamental que como ciudadanos asumamos nuevos compromisos: informándonos, consumiendo menos y mejor, apoyando leyes fundamentales y adoptando hábitos más amigables con el planeta.

Según una encuesta realizada en 2019 por la consultora Opinaia, 4 de cada 10 no separa los residuos. No porque no les parezca importante (el 93% piensa que debería ser obligatorio) sino por otras cuestiones: el 42% dijo que no lo podía hacer por falta de infraestructura, un 19% por desconocimiento y un 17% por sentir que no tenía tiempo para la tarea. Otra encuesta realizada este año por la multinacional Natura a 45.000 personas a través de redes sociales, expuso algo similar: más del 70% de los encuestados demostró no ser consciente del plástico que consumía a diario y el 40% dijo no hacer elecciones sustentables a la hora de realizar una compra.

“Creo que se recicla muy poco porque hoy tener programas de gestión de residuos en cualquier localidad tiene un costo muy alto, y los municipios tienen otras prioridades. Reciclar es caro. También hay falta de voluntad política. Son procesos que llevan mucho tiempo. Por otro lado, se recicla poco porque no hay educación. Hay gente que no tiene idea de cómo hacerlo”, dice Florencia Benedicto, cofundadora de GEA Sustentable (que brinda un servicio integral para grandes generadores de residuos), cuando reflexiona sobre los problemas de reciclaje en la Argentina.

Para Dafna Nudelman, activista zero waste y creadora de la cuenta @lalocadeltaper, el problema va por el mismo lado: “Falta explicar qué pasa cuando no se recicla, y qué pasa cuando sí se recicla. Hacer más transparentes los procesos para que la gente se concientice. Se subestima mucho la capacidad que podríamos tener si se nos explicara”. Y ejemplifica: Poca gente entiende cómo reciclar correctamente una botella: que tiene tres tipos de plásticos diferentes, con circuitos distintos, y que lo óptimo es sacarle la la tapita, aplastarla y separar la etiqueta, que no va a poder reciclarse pero que sí podemos poner en una botella de amor. Parece que las cosas se reciclan por arte de magia, y no es así.”

En Argentina, según cifras del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable (MAyDS), cada habitante produce, en promedio, 1,15 kilos de desechos diarios, lo que equivale a casi 45.000 toneladas diarias para el total de la población (una tonelada cada dos segundos) y alrededor de 16,5 millones cada año. Literalmente, el tamaño de una montaña -real- de basura. El problema es que, lo que se hace con esa basura, varía enormemente según el lugar del país del que estemos hablando. Si bien las ciudades más grandes cuentan con sistemas y plantas de separación de residuos, la realidad de cada región es diversa, y la mayoría de la gente la tiene muy difícil a la hora de disponer de sus residuos de una forma sustentable.

Lo que el reciclaje no resuelve

Más allá de estas cifras sobre la basura que abruman, lo importante de entender, según los referentes en la temática, es que el reciclaje es el último eslabón en la cadena, que nos previene de seguir extrayendo de la naturaleza más productos vírgenes. “Por ejemplo, cuando reciclas plástico extraés menos petróleo”, detalla Benedicto. “Si pudiésemos aprovechar el 100% de los residuos estaría buenísimo. El tema es que no podemos reciclar todo. Hay productos demasiado complejos desde su composición, que tienen materiales diferentes y que no se piensan desde el medioambiente, sino para el consumidor”, advierte.

Para Nudelman, “en industrias inmaduras como la nuestra”, el modelo sigue siendo lineal en lugar de circular. Es decir, “se recicla y eso le da un par de vueltas más de vida útil al material, pero esencialmente seguimos necesitando volver a la naturaleza para extraer material virgen”. La activista destaca cómo el plástico por más que se recicle un par de veces, nunca lo hace al 100% y siempre se necesita un poco de material nuevo. “El reciclado no cambia el hecho de que vivimos en un mundo con recursos limitados”, subraya. Lo que se necesita entonces, es un modelo de economía circular que articule a las empresas, los recuperadores, las ONGs y las Universidades, y en definitva, a cada uno de los ciudadanos, con una firme guía del Estado y políticas públicas fuertes. Es la visión que comparte Clara Muzzio, ministra de Espacio Público e Higiene Urbana de la Ciudad de Buenos Aires: “El modelo de economía lineal está agotado. Tenemos que cambiar nuestro paradigma y adoptar una visión integral, pensando si lo necesitamos realmente, preguntándonos por su origen y si es reciclable. Siendo embajadores de estos hábitos, generamos conciencia y compromiso en las personas que nos rodean”, enfatiza la funcionaria.

Alejandro Valiente, integrante del equipo técnico de la Federación Argentina de Cartoneros Carreros y Recicladores (Faccyr), coincide en que no podemos seguir manejándonos como hasta ahora: “Consumimos más de lo que la tierra puede absorber. Los problemas ambientales del capitalismo actual no se van a resolver solo con reciclaje. Dicho eso, podemos mejorar muchísimo los índices de reciclaje en la Argentina. Pero eso no alcanzaría para frenar el cambio climático y revertir los problemas ambientales que hay. El reciclado es necesario, pero precisamos otras acciones. Solo con el reciclado no vamos a frenar el cambio climático, y sin el reciclado tampoco.”

La ley de envases

Parte de la solución al dilema de qué hacemos con el descarte que no podemos dejar de producir, se resolvería, según los referentes consultados, con la sanción en la Argentina de lo que se conoce como una Ley de envases, o una Ley de Responsabilidad Extendida del Productor, que busca, entre otras cosas, establecer estándares mínimos para la gestión de envases, su reutilización, valorización y reciclado y su transporte hacia una disposición final adecuada, e incluso, hacer partícipes a los productores del daño que generan al medioambiente los envases de los productos que lanzan al mercado. Se trata de un tipo de legislación que existe en otros lugares del mundo (como la Unión Europea), y que ayuda a que los consumidores distingan los tipos de materiales de los envases, lo que optimiza la separación de residuos. Actualmente, hay proyecto de ley en el Senado, cuya trayectoria puede seguirse en el Monitor Legislativo Ambiental desarrollado por LA NACION junto a Directorio Legislativo, EcoHouse, FARN y Fundación Vida Silvestre.

Para Valiente, “necesitamos una ley que genere incentivos claros para que los productores de cada industria generen un diseño más ecológico, tanto desde la elección de los materiales como desde las formas, sin mezclas”.

El cambio está en uno

Más allá de la voluntad política, siempre algo se puede hacer desde nuestro lugar. Si bien muchísimos municipios de la Argentina no tienen un plan integral de recuperación de residuos, está en cada ciudadano presionar para que sea una prioridad. Como segunda opción podés ver si en tu zona existe alguna empresa privada o cooperativa (quizás simplemente un recuperador urbano que viva cerca de tu casa) a quienes podrías acercarles tus reciclables. Y si ninguna de estas opciones es viable, sabé que siempre podés compostar los residuos orgánicos en una compostera casera.

¿No se te ocurre qué más podrías hacer? Acá te dejamos una lista con propuestas:

- Hacé tu propio compost. Es lo que más efecto va a tener a la hora de reducir tu huella ambiental. Cáscaras de frutas, verduras, panificados, conservas, yerba, borra de café, saquitos de té e infusiones, restos de plantas, flores, pasto, hojas secas y las cáscaras de huevo no generan malos olores si se los composta correctamente.

- Comprá a granel. No solo es barato sino que además vas a ahorrarle al planeta un montón de basura en envases.

- Evitá los plásticos de un solo uso. Por ejemplo vasos, platos y cubiertos descartables o papeles film, solo por dar un par de ejemplos. El delivery es una gran fuente de este tipo de residuos. Si no te queda otra que pedirlo, tratá de reutilizar de alguna manera esos envases (podés hacer, por ejemplo, una maceta con un pote de helado).

- Llevá siempre con vos botellas, bolsas y sorbetes reutizables. Incorporalo a tu rutina y buscá opciones livianas para que no te cueste tanto acarrearlas.

- Elegí envases plásticos reciclables. A la hora de comprar, fijate que el envase tenga un dibujo de un triángulo con un número que vaya del 1 al 6. Buscalo bien porque muchas veces está muy escondido.

- Elegí productos que estén hechos de un único material (y que sabés que se puede recuperar). Por ejemplo, cartón o vidrio. Decile NO a las cosas que vienen en mil envoltorios.

- Reducí, siempre que puedas, la cantidad de envases. Es mejor uno más grande que varios chiquitos, por ejemplo.

- Comprá local. De esa manera le ahorrás al planeta el impacto de los transportes. También podés intentar hacer más cosas caseras, como yogur o pan. Cocinar en casa es una forma de reducir residuos.

- Hacé tus propias botellas de amor. Podés meterles todos los productos que no se pueden reciclar (cepillos de dientes hechos con varios plásticos, etiquetas plásticas, paquetes de arroz o fideos, etc). Con todos esos residuos después se fabrica madera plástica, algo que podés ver en muchos juegos de plazas para niños.

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