¿Quién o quiénes fueron los otros asesinos de las francesas?

El homicidio de las dos jóvenes francesas en San Lorenzo conmueve a Salta porque es un caso muy grave de inseguridad; porque se trata de un hecho de femicidio y violencia de género y, también, porque la presión ejercida por las autoridades políticas, apresuradas por dejar esclarecido el doble crimen, solo contribuyó a confundir y a generar dudas.

El fallo, lejos de despejarlas, deja abierto el interrogante sobre quién o quienes fueron los cómplices del único condenado, Walter Lasi, en esa tarde de horror.

Las dudas nacieron el primer día y se profundizaron con los testimonios escuchados a partir del comienzo del juicio oral.

Los cuerpos de Cassandre Bou-vier y Houria Moumni fueron encontrados el 29 de julio de 2011 en San Lorenzo. La primera datación fechó las muertes el 26 de julio. Luego, un caudal de pruebas y pericias demostró que todo había ocurrido el 15 de julio.

Durante dos semanas, las chicas estuvieron desaparecidas sin que nadie lo informara. Este dato, sumado a la suspicacia que despertaban las versiones distintas sobre el estado de los cuerpos, alentó infinitas conjeturas.

Apenas se produjeron las primeras detenciones, el gobernador Juan Manuel Urtubey informó a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y, por su intermedio, al presidente francés Nicolás Sar-kozy, que el caso estaba resuelto, en apenas siete días. Enseguida, el 8 de agosto, el Gobierno condecoró a 135 policías por “la eficiencia” de la investigación. Seis de los galardonados están hoy procesados por torturas contra los hermanos Nelson y Daniel Vilte Laxi, Gustavo Lasi y Francisco Ariel Tejeda.

El mismo secretario de Seguridad de ese momento, Aldo Saravia, admitió en el juicio que había

“mucha premura” por aclarar el caso debido al “alto impacto” que causaba en la sociedad. Como

agravante, cuatro meses después, el 24 de noviembre apareció muerto el comisario Néstor Piccolo; un policía fogueado, que había dirigido la Brigada de Investigaciones, que manejó los procedimientos en el caso de Cassandre y Houria y que nunca manifestó un perfil de suicida. El aparente suicidio solo acrecentó las dudas.

Es muy difícil para el ciudadano común mantener la confianza con semejante cúmulo de anomalías en el marco de un crimen horroroso, que puso a Salta en la peor de las vidrieras a nivel mundial.

El juez Martín Pérez y el fiscal Eduardo Barrionuevo promovieron el juicio contra Gustavo Lasi, Daniel Vilte y Santos Vera. Walter Lasi, el padre de Gustavo, quedó sobreseído, aunque Barrionuevo consideraba que había participado del crimen. Nadie cree que Lasi haya actuado solo.

En otra época, antes de que la ciencia proporcionara las pericias de adn y el rastreo de celulares, Lasi también hubiera quedado absuelto. Sin embargo, muchos crímenes se esclarecían, sin adn y sin apremios ilegales.

Si Vera y Vilte son inocentes, ¿a quién encubre Lasi? ¿Y por qué?. Esa pregunta se la formulan hoy todos los salteños y el sistema judicial debe brindar la respuesta.

Sin pruebas no puede haber condena y ningún inocente debe ir preso, pero si los cómplices de Lasi, que los hubo, no aparecen, la gente tendrá derecho a pensar dos cosas: que en Salta reina la impunidad y que esos cómplices impunes son mucho más poderosos que los jueces.

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