Marcelo “El Pulpo” Martínez fue, en sus mejores tiempos, un reconocido ambientalista que en numerosas ocasiones se plantó en la vereda de enfrente del poder provincial para denunciar todo tipo de irregularidades de impacto ambiental.
Entre sus reclamos más reconocidos, se encuentra la exigencia de una nueva planta de tratamiento de residuos, la recuperación de residuos reciclables y la política ambiental en el manejo de residuos. También ha sido prolífico en denuncias, entre las que se encuentran denuncias al OPDS por un incendio en la planta de enchapado (N°4658 en la secretaría de Política Ambiental); a la secretaría de Política Ambiental por la desforestación en la construcción de un terraplén en Ensenada (expediente 5100-13523/07), y por la presencia de hidrocarburos sobre el Canal Berisso (denuncia N°8968 de la secretaría de Política Ambiental), entre muchas otras.
Entre sus frases célebres, típicas de aguerrido ambientalista, se encuentran: “Nosotros no hacemos política partidaria, hacemos política ambiental” (quién lo hubiera dicho); “Hay una agresión sistemática hacia nuestra ONG y hacía mi persona desde hace mucho tiempo”; y “Las autoridades del OPDS no quieren dialogar más con nosotros”. Todas palabras que, a la luz de los hechos, se las llevó el viento y un jugoso sueldo.
A mediados del 2016 la provincia hizo su movida estratégica: le ofreció un cargo en el OPDS para comprar a la figurita difícil de los ambientalistas. Martínez no dudó un solo instante y se sumó al organismo, donde pronto encontró todo lo que necesitaba: un cómodo sillón, café del bueno y un salario lo suficientemente interesante como para olvidar las molestias ambientales.
El Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (OPDS), su nuevo hogar, cumple las funciones de secretaría de Medio Ambiente de la provincia de Buenos Aires, con jurisdicción sobre los canales de Ensenada y Berazategui que desembocan en el Río de La Plata. Paradójicamente, tan sólo meses atrás Marcelo Martínez afirmaba: “Las autoridades del OPDS no quieren dialogar más con nosotros. Los funcionarios tienen intereses creados”.
Su discurso, al igual que parecieran haberlo hecho sus convicciones, cambió drásticamente a partir de la llegaba del primer sueldo al cajero del banco. El OPDS pasó de ser un organismo que no quiere dialogar, con funcionarios provinciales con intereses creados (agosto de 2015), a “una gestión abierta al diálogo, como he notado desde siempre en las autoridades, con ganas de resolver los problemas” (marzo de 2016). Cierto es que pocos dirigentes resisten un archivo, pero el de Martínez ya roza con el ridículo. Pasó de un extremo ideológico al otro en menos de diez meses, con una velocidad que asombraría al libro Guiness de los récords. Si uno se esfuerza, casi que puede escuchar a una famosa cocinera asegurar que “el panqueque se da vuelta rápidamente, con una vigorosa sacudida de la sartén”. En el caso de Marcelo Martínez, fue con una vigorosa sacudida de la billetera provincial.
Tanto olvidó su pasado, que la Justicia ha venido a refregárselo por la cara. En mayo de este año, a menos de un año de asumir en su cargo, se le inició una causa en el juzgado en lo contencioso administrativo número 4 de La Plata, a cargo de la doctora María Ventura Martínez. La misma se originó para detener las tareas de ensanche y perfilado de canales dentro de la Reserva Natural Punta Lara, obras que cuenta con la autorización del OPDS. En la causa, se exige que el OPDS pida la remediación de las zonas dañadas y haga público el plan de remediación y mitigación del daño ambiental, y que informe si cuenta con un plan de gestión ambiental de la obra, que desnaturaliza la esencia misma de la reserva natural como área protegida intangible.
La obra en cuestión no ha llevado adelante el correspondiente procedimiento de evaluación de impacto ambiental de acuerdo lo exige la ley nacional de Bosques Nativos (N° 26.331) y según la Red Socioambiental Regional “las máquinas hidráulicas están sacando pastizales que funcionan como reservorio cuando hay precipitaciones importantes”.
Marcelo “El Camaleón” Martínez, que hasta hace un año atrás denunciaba sistemáticamente cualquier obra pública que producía daño (comprobable o no) al ambiente, se ha llamado al silencio, y deja hacer a las máquinas que otrora fueran de sus enemigos y que ahora son de sus amigos. El poder del dinero haciendo de las suyas una vez más, torciendo ideologías y transformando lo que parecía una convicción inclaudicable en poco menos que un amargo recuerdo.
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