Marino explicó que durante años la dolarización de las propiedades, las altas tasas de interés fruto de la inflación y la concentración de los depósitos en el corto plazo, hicieron imposible que existiera oferta de préstamos hipotecarios hasta la llegada del Procrear.

“Por años aquellos asalariados y cuentapropistas calificados que por su nivel de ingresos no eran compatibles con los planes de vivienda social, pero que tampoco con su capacidad de ahorro podían adquirir o construir una vivienda, quedaron postergados, algo que comenzó a revertirse a partir del Procrear con tasas de interés y plazos muy convenientes para el nivel de inflación actual”, dijo. 

“A instancias de lo que me han comentado muchos beneficiarios del programa, el incremento de los costos de la construcción dificulta su cumplimentación con los desembolsos y muchas veces no se llega a alcanzar el avance de obra solicitado para poder pedir el próximo tramo. En consecuencia, caduca el periodo de gracia y una vez vencido el mismo hay que comenzar a pagar las cuotas”, sostuvo.

En la modalidad de construcción de vivienda el plazo de gracia es de 9 meses, prorrogable por 3 meses más a contar desde la entrega del anticipo. Como muchas veces el dinero no alcanza para cumplir el objetivo del avance de obra pautado, hecho que se suma a las demoras del trámite administrativo donde se constata dicho avance, esto lleva indefectiblemente al vencimiento del plazo de gracia sin la conclusión de la obra.

“Si tenemos en cuenta que el beneficiario pone plata de su bolsillo para la obra porque los montos recibidos no alcanzan y a su vez paga el alquiler, al vencer el plazo de gracia las finanzas personales son una olla a presión”, manifestó.