La pista de las huellas y el entregador

La pista de las huellas y el entregador

Los investigadores utilizarán un “sistema de fichas dactiloscópicas”, similar al que permitió identificar a Luciano Arruga. También buscan a una persona conocida de López que habría logrado engañarlo para que saliera de su casa aquel 18 de septiembre de 2006.

Ahora van a buscar a Jorge Julio López por sus huellas digitales y entre los centenares de cuerpos NN aparecidos en los últimos años en todo el país. Así lo aseguró a Página/12 una alta fuente de la investigación, quien precisó que utilizarán un “sistema de fichas dactiloscópicas” similar al método con el cual pudo ser identificado otro desaparecido en democracia, Luciano Arruga. Durante los nueve años que transcurrieron desde la última vez que fue visto López –sobreviviente de la dictadura y testigo en el juicio que condenó al genocida Miguel Etchecolatz– no pocas veces fue requerida la extracción de ADN a sus familiares cada vez que algún juez tomaba la iniciativa de esclarecer un caso en el que había un cuerpo sin identificar. Pero ahora los investigadores intentarían encontrarlo haciendo un uso sistemático de los libros de ingresos de dactiloscopía de las policías, tal como hizo el Equipo Argentino de Antropología Forense para los años de dictadura. Además, consultados sobre las líneas activas de investigación mencionaron que están tras la pista de quien habría sido el “entregador” de López, es decir, de alguien conocido por él que habría logrado engañarlo para que salga de su casa para nunca más volver. En tanto, la querella reclama por medidas importantes que siguen pendientes, como los cruces telefónicos.

A partir de nuevos testimonios obtenidos en la causa, que tramita en el juzgado federal 1 de La Plata pero fue delegada en la fiscalía que encabeza Marcelo Molina, surgieron “algunos teléfonos interesantes” que, precisamente, tendrían que ver con el presunto “entregador” de López. “A pesar de que lo pedimos hace un año y medio, no hay ninguna fuerza que se haga cargo de hacer el cruce con las demás llamadas entrantes y salientes que hay en el expediente, está todo trabado, se trata de un aporte mínimo de tecnología”, se quejó el abogado querellante Aníbal Hnatiuk. Ante esto, las fuentes de la causa respondieron que “no hay actitud de rechazar el pedido”, y confirmaron que la medida “se va a hacer”, pero aún no habrían solucionado un problema surgido en el sistema I2 que se venía utilizando.

En un principio, la investigación se había enfocado en un sobreviviente del circuito represivo Camps que estuvo detenido con López y luego se hizo policía. Pero no fue el único sospechoso de haber sido quien le tocó la puerta a López, aquel 18 de septiembre. En su barrio, Los Hornos, vivían varios ex policías y ex agentes del servicio penitenciario a quienes el testigo conocía y saludaba al pasar, como buen vecino. Tal como denunció ayer en el Congreso una de sus abogadas, Myriam Bregman, las fuerzas de seguridad mantuvieron “expedientes paralelos”. De hecho, a siete meses de desaparecido López, Hnatiuk y la abogada Guadalupe Godoy, también representante del testigo en el juicio contra Etchecolatz, detectaron que la Policía Federal tenía 600 declaraciones que no estaban en el expediente: eran 2 mil páginas de testimonios de vecinos y pesquisas que hasta ese momento nadie había visto, según plasmaron los periodistas Werner Pertot y Luciana Rosende en Los días sin López.

Hace un año, los investigadores centraban sus esperanzas en la llamada “pista del karateca”, que los llevó a hurgar, de nuevo, en el entorno más cercano a López y sus familiares. Aunque no fue descartada, nada sustantivo salió de allí. Ahora el foco está puesto en la persona que logró que López saliera de su casa en forma voluntaria, tras lo cual desapareció. Pero ese pajar en que quedó transformado el expediente hace muy improbable el hallazgo de al menos una aguja.

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